A propósito de una entrevista que me hicieran para “The Clinic”, entrevista que se publicará este fin de semana, me vi obligado a refrescar la memoria echándole una rápida mirada al resumen curricular de mi actividad profesional.
La verdad, me sentí sorprendido al recordar la cantidad de películas que filmé durante mi residencia de 10 años en Cuba: 10 películas rodadas en Cuba y 4 coproducciones, haciendo de eje el ICAIC, organismo estatal del cine cubano.
Dichas coproducciones, todas de envergadura artística, me llevaron tres veces a México y una a Francia.
14 películas en 10 años. Tanto la experiencia profesional como la experiencia humana que viví en la Isla, fueron vitales en mi desarrollo como individuo.
Vivir en una sociedad en donde se había eliminado la propiedad privada sobre los medios de producción, provocaba que la palabra “Compañero”, adquirírera todo su significado.
Más allá de la calidad de las películas que rodamos (“Río Negro” de Manuel Pérez y “La Última Cena” de Tomás Gutiérrez Alea, una exquisitez de película) quizás fueron las relaciones humanas que establecí con tantos compañeros, las razones que hoy llenan mis sentimientos. Varios de mis amigos cubanos son inolvidables, aunque desgraciadamente, algunos, se despidieron de este mundo más temprano que yo. Sin embargo, años más tarde tuve la satisfacción - residiendo aquí en el Québec - que surgiera una coproducción del Québec y Cuba, lo que me permitió estar con mis amigos por última vez durante dos meses mientras rodábamos “Corbeau” de Carlos Ferrand. Me acompañó Bego, quedando igualmente prendada de los amigos y gente cubana.
Hoy, saludo en ellos a la Revolución Cubana que contará siempre con mi modesta solidaridad.