La catedral de Chillán |
Cada vez que se acerca la celebración del Año Nuevo, recuerdo los años 40-50 en Chillán, mi ciudad natal. A las 12 de la noche, se echaban a volar las campanas de las iglesias, al mismo tiempo que la sirena de los bomberos. Luego de abrazarnos en familia, húmedos los ojos, era costumbre que muchos chillanejos saliéramos a correr por las calles para abrazarnos con conocidos y desconocidos. No sé exactamente por qué, aquellos momentos eran de emoción tan intensa. Al parecer, pasar de un año al otro quizás lo considerábamos un milagro, o tal vez, la fatídica memoria del terremoto que asoló la ciudad en 1939 nos hacía celebrar la vida colectiva con tanto entusiasmo...