¡Mire, lo que son las cosas! A las 8:10 de la mañana del día 19 de septiembre, día de las FFAA de la oligarquía chilena, y mientras centenares de compatriotas allá en mi país, seguramente dormían “la mona”, y otros tantos, amanecerían con la cabeza así de grande por haber bebido la noche anterior “todo lo que caía”, yo le echaba una mirada en Internet a la prensa internacional.
Y aunque no estaba curao – ni siquiera me había tomado una chupilca - leí un título en el diario francés LIBÉRATION, que me espantó la mona: “À VALPARAÍSO, LA POLICE EN PLEIN BORDEL” (En Valparaíso, la policía es una casa de putas).
El reportaje estaba firmado por la corresponsal en Chile, Claire Martin. Un subtítulo, agregaba: “Des agents violeurs et proxénètes restent libres” (Agentes violadores y proxenetas están libres). Y luego, había un primer párrafo que vale la pena transcribir:
“L’institution policière chilienne est dans la tourmente. Six agents de la police civile judiciaire et deux carabiniers (la police militarisée) du port de Valparaíso sont accusés d’avoir non seulement facilité la prostitution de jeunes filles mineures, mais de les avoir aussi violées. Ils auraient étouffé l’affaire, évitant que leurs dépôts de plainte n’aboutissent grâce à la complicité d’un procureur du ministère public.
(La institución policial chilena está en medio de una tormenta. Seis agentes de la policía civil judicial y dos carabineros (la policía militarizada) del puerto de Valparaíso están acusados no solamente de haber facilitado la prostitución de muchachitas menores de edad, sino además, de haberlas violado. Sin embargo, ellos habrían logrado sofocar el escándalo, haciendo fracasar los cargos en su contra, gracias a la complicidad de un fiscal del ministerio público). El reportaje, se extendía posteriormente en una serie de detalles e historia.
Este escándalo, en realidad estalló a comienzos de junio, 2009, a través de un programa de televisión: un tal Charly, en Valparaíso, regentaba dos locales en los cuales prostituía muchachitas de entre 12 y 17 años (negocio – éste, de prostituir muchachitas - que seguirá viento en popa en el puerto de Valparaíso, me imagino)
Viviendo fuera de mi país desde hace ya 35 años, hacía tiempo que no leía en la prensa internacional, en título destacado, un comentario desfavorable referido a mi “largo pétalo de mar y vino y nieve”. En general, los comentarios anteriores se referían a hechos aberrantes acaecidos en Chile, respecto de Pinochet, o de la desigualdad social, la entrega desmedida de nuestra economía al capital extranjero, o el atropello a las Derechos Humanos.
En un primer momento, leyendo el título, pensé que tal vez en los alrededores de la ciudad Juárez de México, existiría otra ciudad también llamada Valparaíso (lo pensé, por el nivel de corrupción que se ha alcanzado en aquella ciudad). Pero no, se trataba de Valparaíso, “la joya del Pacífico”. Y pese a que los media, se alimentan y nos alimentan diariamente de diversas y variadas aberraciones humanas, ésta, me sorprendió.
Y me di cuenta, que mi sorpresa derivaba de “mi amor patrio”, ese sentimiento un poco cliché, que uno cree superado desde los tiempos del colegio. Pero no, arrinconado y todo, sigue ahí, vivito y coleando. Como todo mito, es un sentimiento que se esconde en los pliegues del inconsciente, al parecer. Basta un pellizcón y salta como una liebre.
Entonces, comencé mi defensa, quiero decir, comencé a defenderme de ese sentimiento que muchas veces obnubila la verdad. Intentando racionalizar, me pregunté: ¿Por qué esos seis policías, además de los dos carabineros y un fiscal, se transformaron en agresores de lo que tenían que defender? ¿Por qué esta corrosión de un país que hasta hace 40 años atrás, se tenía por sobrio y austero?
Por mucho amor patrio que me reste, no puedo negar que desde los tiempos de la dictadura de Pinochet, ha sido evidente el deterioro moral que sufrieron las FFAA, Carabineros y Policías, en Chile. Un deterioro que – aparte de los crímenes y torturas que ejecutaron - se nutrió en el modelo del libre mercado (eufemismo del “agarra Aguirre”), y que sigue desarrollándose actualmente, aupado por moros y cristianos, es decir, por aquellos que alcanzan el éxito económico pisándole la cabeza a su madre si es necesario, y por los otros, los que esperan su oportunidad para hacerlo.
En ese contexto, no debe extrañar que miembros de los cuerpos policiales en Chile caigan en la tentación de utilizar su cuota de poder para pasarlo bomba. Ello corresponde al mismo mecanismo que funciona en el delincuente profesional: ambos, debido a sus labores de vigilancia e investigación (sic), tienen información privilegiada de cómo se mueven los hombres probos detrás de las cortinas.
Ambos sectores, junto con un significativo número de chilenos, constatan que los que tienen la sartén por el mango, se las arreglan para pasar piola en sus trapicheos de todo tipo - doble estándar de vida -, y concluyen que si quieren lograr algo en la vida, deben aprender esa lección.
Cada chileno agarra lo que está al alcance de su mano, y de acuerdo al peldaño que ocupa en la escalera chilena. Así, los muchachones de Valparaíso decidieron pasarlo chancho, aprovechando el comercio sexual “del Charly”, que obviamente no es el único que se dedica a tan lucrativo negocio. El comercio sexual, actualmente es público y publicitado hasta por los medios más conservadores y pulcros. No solamente en Chile.
Así como hay personas que luchan por tener dinero o poder – valores que suelen hacer pareja -, con un afán de acumulación enfermizo, descrito ampliamente por obras artísticas a través de los siglos, hay otros, que luchan por tener para pasarlo bomba. Y nadie puede negar que el sexo es uno de los deseos y placeres capaces de mover montañas, tantas como el amor (aunque este último está bastante desacreditado, según corren los tiempos). Con dinero y/o poder, el sexo es una mercadería que abunda en el mercado.
Y el que no tiene padre ni madre ni perro que le ladre, mirando sin embargo todos los días la “mercadería” que ofrece el mercado, simplemente la roba, se transforma en un violador a mansalva.
El estímulo cotidiano de mercar con el sexo es tan masivo, tan “popular”, que hasta los cabros chicos hoy día son víctimas del sexismo ambiente, ya sea como consumidores o como protagonistas. En la actualidad nadie tiene que ir a buscar imágenes de sexo especialmente, están hasta en las revistas para bebés.
Diarios y revistas, algunos sesudos y parsimoniosos, deslizan temas e imágenes relativas al sexo, que vende más aún que la crónica roja, el fútbol y la farándula. La publicidad está llena de seductoras y tentadoras mujeres que te ofrecen este mundo y el otro si compras un determinado cepillo de dientes, un auto, una casa, o una muñeca. Se publicita además, la vida sexual de políticos, deportistas y funcionarios de todo tipo (al respecto, los artistas, hoy en día, estamos dejados de la mano de dios).
Pero claro, los muchachones de Valparaíso, bien informados debido a su profesión, no se contentaron con las revistas para bebés. Ellos estaban en condiciones de coludirse con el comercio del sexo duro, en donde existe el tráfico humano, las extorsiones, la pederastia, el negocio de la pornografía, acompañado de narices “empolvadas”. Una telaraña económica que no se elimina ni se destruye con el arresto o libertad de seis policías, dos carabineros y un fiscal corrupto.
Desgraciadamente hechos como los de Valparaíso, y la corrupción que cada día gana más adeptos – a pesar de algunas leyes, insuficientes al parecer -, son inherentes al sistema actual, al modelito económico tan beneficioso para nuestra oligarquía. Y ésta, que hoy ha perdido toda la sobriedad que supuestamente tuvieron sus abuelos de la oligarquía agraria – con aires feudales -, prefiere vivir en connivencia con traficantes de todo tipo, en tanto ella se beneficie con la parte del león. La trenza económica y corrupta en Chile, tiene hoy poderosas, oscuras y turbias interrelaciones transversales. Y el promotor de la corruptela, invariable y universalmente, siempre es el sector privado (pruebas al canto, la crisis financiera global).
De modo que usted, compatriota (unisex), me dirá en diciembre, si cree que alguno de los “intrépidos” candidatos a la presidencia será capaz de romper una trenza tan intrínseca al sistema. Pero claro, tal vez usted más bien estará ilusionado en que éste o aquel candidato le resolverá su problema personal, antes que romper trenzas ni jodiendas de ésas.
-“¡Agarrar, agarrar, agarrar…, tirar, tirar, tirar, que el mundo se va a acabar!”, pareciera ser la consigna de mar a cordillera.
¡Qué distinto a los hermosos años, cuando los muchachitos de mi edad comenzábamos a sentir el llamado del sexo: nos sentíamos profundamente alterados porque le habíamos visto el músculo poplíteo a una chiquilla!