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sábado, 2 de octubre de 2021

ESCONDIDO EN UN “CHAO”

Foto tomada por Bego en casa de calle Terranova Stgo.-Chile 1999






Querido e inolvidable amigo, Patricio Manns. Así, simple, como siempre, me despido de ti: chao, como lo hice con tu amada Alejandra. Nada de lo que agregue te hará revivir físicamente. Me alegro de que hayas sido despedido por tanta gente. En la memoria del pueblo, que se renueva constantemente, espero que por siempre renazca tu figura y significación. Evitaré hablar de la mezquindad institucional para contigo, no eres el primero ni serás el último.
Amigo y compañero, tu aportadora militancia en el MIR, dejó una huella imborrable junto con esos jóvenes que en París, formaron el grupo musical Karaxú. Y dentro de ese disco, como magnífico poeta y músico que eras, escribiste la elegía que jamás tan hermosa y terrible he conocido, dedicada a tu amigo, y compañero nuestro, Bautista van Schouwen, quien muriera bajo el tormento de la tortura. Que hable tu poesía:





LA DIGNIDAD SE HACE COSTUMBRE
(Patricio Manns)
Silencioso,
con silencio de piedra submarina,
con la conciencia sometida al hierro,
con la muerte trenzando sus cuchillos,
sintió que se quedaba desvestido
de sangre,
de cabellos y de uñas,
de ojos y de piel, como si fueran
un violento equipaje, el único equipaje
o un dosel, un visillo, una
terca ventana,
que atajaran el ojo a los verdugos
de Bautista van Schouwen,
compañeros.
Tan callado!
Quién hubiera pensado que pudiera
coronar con silencio su conducta,
recordar a la especie su decencia,
y juntar sobre el cuerpo luminoso
los golpes propinados a su pueblo,
la espina y la cadena.
Ha crecido Bautista
van Shouwen para siempre
elevado a semilla frutal que desde ahora
nos da la dignidad para hacerla costumbre
para escribirla en todos los presidios
del mundo.
Secando la memoria,
clausurando la boca,
no dijo una palabra,
ni una fecha,
ni un nombre,
ni un país,
ni un río,
ni una flor,
ni un bosque,
ni una abeja, que sirviera
de mapa a los verdugos de su pueblo.
Eso es todo.
Así es todo de simple, compañero.
En el duro momentos de los hechos
es tajante como agua de cascada
y declara invencible su silencio,
se doctora en metal enfurecido,
se gradúa de bosque indescifrable.
Se viste de eficacia, de coraza en conciencia.
Ha humillado las garras
que araron su piel.
Y así es que su tormento se convierte
en un surco
y al golpearlo en la tierra
lo dejaron
semilla.