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lunes, 28 de octubre de 2013

CAZADORES DE OTOÑO


“En llamas, en otoños incendiados, 
arde a veces mi corazón, 
puro y solo. El viento lo despierta, 
toca su centro y lo suspende 
en luz que sonríe para nadie: 
¡cuánta belleza suelta!”… (OTOÑO, de OCTAVIO PAZ)






La fotografía es de Nelson y Bego
                        




                        Me identifico plenamente con la vibración de Octavio Paz, Aquí donde vivo, a 30 kilómetros al oeste de Montréal, me es imposible asociar el Otoño con la melancolía…
                        la nostalgia, o la extinción de algo, recurrencia habitual de la poesía.




Las fotografías son de Bego y Nelson




El Otoño, en nuestra Seigneurie de Vaudreuil-Dorion es un pintor loco, un loco poseído por los fulgores.

Cuando atravieso la Rivière des Outauais en mis paseos de atardecer “…arde a veces mi corazón…/ puro y solo. El viento lo despierta…”


Las fotografías son de Nelson y Bego




Las gaviotas planean sobre el río incansablemente… Las garzas, quietas sobre los peñascos, señoriales, parecen periscopios auscultando quizás la ruta que cogerán mañana… Todo en una atmósfera de infinitos matices grises, negros, rosados, amarillos, dorados, verdes, ocres, rojos, en fin…

Termino de cruzar el puente… Sé que me encontraré con un pequeño bosque, sólo un pequeño bosque, que sin embargo contiene más colores que el más avezado pintor de antaño o moderno… “¡cuánta belleza suelta!”, me digo recordando los versos de Octavio Paz.



La fotografía es  de Bego y Nelson






Mi mujer y yo todos los años, cuando llega Octubre, nos declaramos “cazadores de Otoño” y nos introducimos en él cargando la cámara fotográfica, maravillados.

Felizmente hoy día existen las cámaras digitales profesionales, y para amateurs como nosotros. Aunque Begoña cada día adquiere un ojo más profesional y su cámara en realidad es respetable. De otra manera, los otoños serían nuestra ruina. Porque no bien mi mujer dispara sobre aquel árbol, tres, cuatro fotos, cuando el arbusto, el que está  medio escondido inmediatamente detrás, un simple arbusto salvaje que ya lo quisieras ante tu jardín, te seduce con sus llamaradas irradiantes… Sí, “En llamas, en otoños incendiados/…”, como dice don Octavio.

Definitivamente, ante el Otoño de Vaudreuil-Dorion me acontece lo mismo que ante una obra de arte: me es imposible transmitir los matices de mi emoción… Y no puedo decir qué árbol, qué hoja o arbusto es más maravilloso. Por eso mismo termino eligiendo fotos al azar para incluir aquí.





La fotografia  es  de Nelson y Bego





¿Qué melancolía puede caber en medio del incendio de tan innumerables formas e infinitos colores…?

¡Exultante! Esa quizás se la palabra que expresa la emoción que me provoca este Otoño en cada árbol, hoja y arbusto.

¿Sabes lo que es ver danzar una hoja en el aire – algunas cadenciosamente, otras, casi coquetas - luciendo sus colores a golpes de luz y sombra hasta llegar a formar parte de la alfombra maravillosa del bosque…?


Te esperarémos hasta el próximo año, magnífico Otoño, para entrar en tu esplendoroso Museo de Arte