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viernes, 10 de diciembre de 2010

LA NEIGE


de Idoia, Mont-Tremblant

¿Han visto alguna vez una bandada inmensa de aves blancas migratorias cubriendo el cielo entero? ¿Han visto esas bandadas descender en el valle o sobre un gran lago, transformando aquello en una sábana blanca extendida más allá de vuestra vista?
Así, así llega la primera nevada aquí en el Québec. Tal si fuera una bandada de aves migratorias, viene dejando caer un granizo leve que invade campos y jardines, árboles; techumbres, sillas y mesas de verano; automóviles estacionados. No hay capital, ni fortaleza que se resista a sus pinceladas blancas que terminan en gráciles plumas...

En ese momento, el reino de la blancura ha emplazado su trono. Desde hace ya tres días, la nieve es la reina del Québec. Hoy, por ejemplo, 10 de diciembre, estamos a 14º bajo cero. Y si corren algunas brisas, estaremos acercándonos a los 20º bajo cero. Sin embargo, mientras el frío sea un paisaje, es hermoso (“…blanco, que te quiero blanco…”, parodiando a Lorca).
Han de saber ustedes – a riesgo de cometer una infidencia – que la Nieve tiene un amante: el Silencio. (¡Qué coincidencia! Mi madre se llamaba María de las Nieves, y mi padre era bastante silencioso).

Pero en fin. Al igual que las primeras lluvias, las nieves iniciales de temporada también provocan una especie de atontamiento en calles y carreteras. Los conductores de vehículos no se resignan a bajar la velocidad de sus coches y camiones: allí, una cadena de pequeños choques; allá un camión volcado… Los 20 minutos que tomabas para ir al trabajo, ahora pueden transformarse en hora y media, y también en dos horas.

En estas circunstancias, nadie quisiera ser peatón con 20º bajo cero, pero claro, los hay. Son ojos, que caminan. Sí, ojos. Es lo único que queda al descubierto, luego del gorro metido hasta cubrir las orejas, y la bufanda cubriendo la boca. (“Qué injusticia, dirá una mujer musulmana. Me quieren prohibir el “Niqab”, ¿y sin embargo todos estos ojos que veo caminar…, qué?”).
Si en un día como hoy te quedas una mañana solo en casa, todo es blanco, quieto y silencioso…

¡Qué contraste! ¡Qué diverso es nuestro mundo! ¿Ven? Es el silencio… Es la blancura, que intenta traer a mi memoria tanta nieve sucia en diversos puntos de este globo azul… Pero debo aprovechar este instante de placidez y… ¿olvido?...
Nuestra actividad humana ensuciará la nieve…, sin duda… Pero vendrán otras blancas bandadas migratorias a imponer su limpidez, y el silencio… Carpe Diem.