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Es un hecho que la aparición de personajes públicos del poder político o económico que se presentan como poseedores de la verdad, acusando a otros de corrupción e inoperancia, no hacen otra cosa que impedir el diálogo y la cooperación.
Dicha situación no solamente se verifica entre los poderosos, sino se expresa en nuestra vida social diaria. Entre nuestras amistades nunca falta aquel amigo que presume tener la razón en todo. El dogmatismo es más corriente de lo que pensamos. De él emerge el racismo y otra serie de prejuicios que enturbian nuestras vidas, y terminan siendo el caldo de cultivo para el enfrentamiento entre países, véase el ejemplo entre Israel y Palestina.
El diálogo, es imprescindible para nuestra convivencia social. La diversidad de opiniones nos enriquece culturalmente, como así mismo la diversidad de etnias.
Yo vivo precisamente en un país en que la diversidad es nuestra característica. En el Québec y Canadá existimos millones de seres humanos que asumimos los valores democráticos como algo de interés común, valores que nos permiten la libre expresión de nuestras diversas opiniones.
En estos momentos dramáticos que vive una parte de la humanidad, me despido estimadas amistades, con los mejores deseos que nunca nos asalte el dogmatismo ni el fundamentalismo. Y no olvidemos la recomendación: “Ojo, con el Monólogo” ...
