El rechazo a la Nueva Constitución en Chile no deja de sorprendernos. Y, claro, lejos de la realidad diaria que viven los chilenos, resulta difícil “meter la cuchara”. A mi juicio, la Constitución beneficiaba la ampliación de la democracia, otorgando derechos sociales, justamente a los sectores más necesitados, y ello, sin mayores perjuicios para los sectores enriquecidos. ¿Que en el Escritorio, y sobre todo, en la práctica, había que hacer correcciones?, por supuesto.
Luego del Rechazo, menudo lío el pensar:“¿y ahora qué?”.
La larga y delgada escalera que ha creado la dura estratificación que existe en mi país, permitirá que continúe reinando el mito: “el Patrón siempre tiene la razón”. El vendedor ambulante continuará identificándose con el Señor Empresario, y el portero del Banco con su Gerente. Jamás con el “rotaje”.
En la escalera, es habitual que cada uno sienta que está un peldaño más arriba que el otro. De manera que no es fácil unir la acción de los que necesitan derechos sociales elementales, en tanto teman que ello daña al Patrón, al Jefe, al “orden social”.
Obviamente, la respuesta emocional con acciones anárquicas no aportaría nada en la destrucción de la escalera en mi país. Tal vez sea una tarea cultural, larga y persistente, la que permita hermanarnos en una verdadera Nación.
«El que piensa que sabe, no sabe. El que sabe que no sabe, sabe”. Lao-Tse.