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domingo, 7 de agosto de 2011

EL DINERO, L´ARGENT, THE MONEY

de Rembrandt, Belshazzar´s feast


El dinero… ¡Carajos!: El Dinero... En alguna encuesta leí que el dinero tiene más atractivo incluso que el Sexo. En todo caso, según nos relacionemos con ellos, ambos pueden hacernos felices o arruinarnos (¿?)…
Muchos habrán visto aquel film norteamericano “Una propuesta indecente” (An Indecent Proposal). Film que ratifica una vez más que es falso aquello de “esas historias solamente suceden en las películas”. El arte en general nunca ha tenido ni podría tener otra fuente de inspiración que la realidad humana. Aun, el arte más fantasioso o abstracto, siempre tendrá como referente lo humano… Pero no nos dispersemos, otro día nos metemos con la maravillosa estética…

Porque maravilloso y sorprendente también es el fenómeno del dinero, que nos tiene alucinados hace miles de años. Evidentemente una invención humana que se pierde en los tiempos. Y no es precisamente el mundo “occidental y cristiano” el gestor de tan lúdico fenómeno.
Como es sabido, las primeras muestras de escritura datan del año 3.200 a. C., recogidas en la ciudad de Mesopotamia, Uruk. Y ya en dichas escrituras, se describen depósitos “bancarios” – y ¡chúpate esa! -, transacciones en “moneda extranjera”; préstamos con y sin garantía tanto en el nivel local como de las ciudades-estados vecinas.


La historia al respecto, es tan fascinante como el dinero mismo: las primeras leyes bancarias oficiales formaron parte del Código de Hammurabi (circa 1750 a. C.)

Más aún: el banco privado más antiguo cuyo nombre se conservó, fue el llamado “Los Nietos de Egibi”, creado en Babilonia en el siglo VII a. C. (Asociación: ¿sería un banquero el Genio de Aladino?)

Alguien ha dicho que estos bancos babilónicos, “por su minuciosa organización, el número de empleados y filiales, los registros y cuentas diarias que se llevaban del capital conservado en ellos, bien pueden compararse con los más grandes bancos de los siglos XIX y XX”. (Heichelheim, F.M., “An Ancien Economic History”: 122, Leiden, 1958, vol. III).


¿Sabe usted amigo lector (a) dónde se creó el primer papel moneda de estilo moderno? Fue emitido en China durante el reinado de Hien Tsung (806-821) como sustituto temporario de las tradicionales monedas de bronce.

Y ojo, a China en el año 1020, también le cabe el dudoso honor de haber padecido la primera hiperinflación en papel moneda, debido a la emisión excesiva, cuyo valor nominal era en total de 2.830.000 onzas de plata. Como los dueños de las fortunas siempre se las han arreglado para seducirnos con el dinero, los chinos de aquella época, para darle un mayor atractivo al papel moneda, lo hicieron con “una mezcla de papel y seda perfumada”. A pesar de ello no pudieron parar la crisis que fue tan devastadora como la que sufrieron Alemania y Rusia después de la Primera Guerra Mundial.


Según cuenta Bernard Lietaer en su libro El Futuro del Dinero: “el mundo occidental se enteró – con total incredulidad – de la existencia del papel moneda gracias a Marco Polo, quien estuvo en China entre 1275 y 1292.

Dent, J.M, en su libro The Travels of Marco Polo: 202-05, cap. XVIII, Londres, 1908, hace decir a Marco Polo: “En esta ciudad de Kanbalu se encuentra la máquina de acuñar dinero del Gran Khan, de quien bien se puede decir que posee el secreto de los alquimistas, ya que sabe cómo fabricar papel moneda… A los ejércitos del soberano se les paga con esta moneda, que para ellos es lo mismo que el oro o la plata. Teniendo en cuenta esto, puede afirmarse que el Gran Khan posee un tesoro más vasto que el de cualquier otro monarca en el universo”.


Esa moneda del Gran Khan - el dólar de la época (¿ahora será el Yuan?) -, fue una de las primeras monedas internacionales, ya que era aceptada desde la China continental hasta el Báltico, unos quinientos años antes de que esta costumbre se difundiera por Europa.

¿Así es que, si venimos bregando con el dinero desde hace un poco más de 5.000 años, seremos capaces de liberarnos de su distorsión fascinante? Las poderosas trenzas que ha creado la tenencia del dinero hace difícil pensar en otro sistema monetario que el actual.


Sin embargo no olvidemos que después de todo, el dinero es solamente un “acuerdo” entre las partes. Y el sistema monetario actual, sin duda ha alentado la competencia de manera tan desmedida, que ha llegado al punto de mostrarnos el abismo cada vez más cerca.


Quizás Bernard Lietaer, esté en lo cierto: en el futuro no lejano, las monedas “complementarias” que desde hace años vienen utilizando diversas comunidades, pueden convertirse en monedas nacionales o coexistir con ellas, en tanto al contrario de alentar la competencia, las monedas complementarias alientan la cooperación.