Amigas y amigos, me resultó revelador ver la realidad desde una pecera. De acuerdo con el modelo que fue capaz de construir mi cerebro de pez, percibí que en varias partes del mundo caminan hacia el oscurantismo. Tal vez sean las malas “vibras” que despide una parte importante de peces norteamericanos, quienes caminan hacia la Edad Media. Eso, a pesar de que allí se distinguen claramente muchos peces dedicados a las ciencias, a las artes, etc. Y los peces femeninos defienden fervientemente sus atropellados derechos.
Luego, en otras peceras, atravesando mares y cordilleras, como siempre, es el colectivo el que falla. Los peces se comportan como si no fuesen de la misma especie. Lo digo, porque, individualmente, hay muchos peces generosos, solidarios, inteligentes, y éstos, me hacen sentir orgulloso y agradecido de la Naturaleza, quien decidiera sacarnos del Mar para llenar este planeta Tierra.
Si existe la realidad objetiva que perciben mis sentidos de pez, es algo que hasta el presente se discute. Hay quienes creen que solo somos imaginación.
David Hume, decía en el siglo XVIII: “A pesar de que no tenemos garantías racionales para creer en una realidad objetiva, no nos queda otra opción sino actuar como si dicha realidad fuera verdadera”. Al menos, para cruzar la calle, yo recomendaría recordar a Hume.