En
medio de “juguemos a la guerra”entre las dos Coreas, incluido el “invitado de
piedra” (cuándo no¡); el Medio Oriente, bajo su sino milenario de la muerte; en
medio de la crisis económica global, que sigue favoreciendo a quienes la
generan – los grandes especuladores financieros -; en medio, en fin, de un
mundo que ha perdido el rumbo transformándonos a todos en hordas de no-videntes
que caminan sin bastón ni perro guía, así, con los brazos estirados, sin saber
si en el próximo paso encontraremos el abismo…
En
medio de todo eso, digo, hay que enterarse que en Chile, el Ministro Presidente
del Consejo Nacional de la Cultura – y hasta no hace mucho, talentoso colega actor
-, ha metido la pata “hasta el zancarrón”, como diría mi mujer.
Explico.
Con el objetivo de promover en el exterior las ventajas que ofrecería Chile
para las producciones cinematográficas extranjeras, el organismo “Film
Commission Chile” – como no resido en Chile ignoraba la existencia de dicha
Comisión – ha publicado un libro titulado “Shoot in Chile”, libro que se supone
aprobado por el Consejo Nac. de la Cultura, y por ende, por el Ministro
Presidente del Consejo.
El
cronista del Diario electrónico El Mostrador, Marco Antonio Coloma, nos ha
advertido que dicho libro, en sus páginas finales expresaría lo siguiente (utilizo
la propia traducción del cronista):
«el país cuenta con
un grupo significativo de productores y técnicos bilingües — todos no
sindicalizados — y excelentes facilidades de posproducción, todo lo cual ayuda
a los cineastas a concretar sus proyectos».
« Así, como lo
lee - sigue comentando el cronista -, Chile no sólo ofrece desierto,
montañas, mar y gente inteligente, sino que también empleados cuyo trabajo está
completamente entregado a la intemperie del mercado ». Y Marco Antonio
Coloma agrega con ironía: « Señor empresario, puede venir tranquilo,
no tiene de qué preocuparse ».
De manera que el
dichoso texto, ofreciendo nuestras ventajas comparativas a los capitales
extranjeros, también en el terreno cinematográfico, viene a ser « la
guinda de la tarta ».
Menos mal, el
Sindicato del Cine de nuestro país ha enviado una carta a Luciano Cruz-Coke,
reclamando por tamaña metedura de pata, y de paso, recordándole a él y al
Consejo Nacional de la Cultura, que como tal Sindicato, tienen una larga
existencia que el Consejo conoce perfectamente.
Ahora bien, la
actitud un tanto indigna que expresan las líneas del mencionado libro,
curiosamente son consecuentes con la actitud histórica de nuestras burguesías
(perdón, nuestros ABC1), ofreciendo siempre nuestras materias primas y obra de
mano al más bajo precio.
Dejando escapar al
pequeño « opinólogo » que todos llevamos dentro, aprovecho de decir
que no sólo en Chile, sino en este mundo global, los artistas no deberían
aceptar cargos administrativos. La verdad, aquí y en la quebrada del ají, nunca
lo han hecho bien.
Quizás en el futuro,
los artistas serían más útiles integrando comisiones asesoras o consejeros
(aunque en general, las Comisiones – en diferentes terrenos - también tienen
mala fama).