Hablemos claro: se abrieron las cloacas y
el olor a mierda hoy día resulta insoportable en el mundo entero. Y no juguemos
a los sorprendidos: los excrementos siempre han estado rebalsando las
alcantarillas.
El medio ambiente, deteriorado ya por la
dichosa paradoja del “progreso y crecimiento”,
se encuentra hoy más agredido aún, no sólo por la actividad humana
industrial, sino particularmente por la actividad expoliadora y corrupta de las
estructuras de poder.
Estamos viviendo una atmósfera
internacional muy ajena a aquella que hizo posible el surgimiento de la vida.
¡Tanta esperanza en ese bípedo primate!
Y continuemos hablando claro.
Si moralmente han emputecido el dinero,
la economía, la política, las relaciones humanas, el deporte, la violencia
policial, la infancia, las mujeres, la miseria, las guerras, etc., etc., etc.,
no es solamente porque “han”, sino también porque “hemos”. El que calla otorga.
¿Cuándo la corrupción llega a su
esplendor? Cuando el cinismo campea como hábito natural. Si alguien o algunos
protestan…, “es su problema”, “qué increíble”, “es que siempre ha sido así”.
“Huye de la deshonestidad…, pero lento…,
para que pueda alcanzarte”.
Más vale reír que llorar, nos decimos.
A pesar que mientras reímos, sabemos que
sobrevuelan sobre nuestras cabezas los cóndores que lucran de la
mansedumbre…, ¿de quién?