Mientras recordaba la límpida atmósfera de mi ciudad en los años 40, las informaciones internacionales destacan la tragedia del incendio en Hawái, resultado obviamente del deterioro climatológico: 80 personas muertas entre las llamas. Pueblos enteros y balnearios debieron ser evacuados con urgencia. El resto vive en la incertidumbre. La naturaleza nos viene advirtiendo en diversos puntos del globo que no es capaz de superar el deterioro que le venimos provocando masivamente.
Y es que gobiernos y habitantes hemos creído que podemos desarrollarnos indefinidamente, indefinidamente en un mundo, en un globo, que es finito. El confort al que todos aspiramos se ha transformado en una trampa.
No es fácil hablar de este tema sin aparecer como alarmista. Pero cómo evitarlo, gobiernos y habitantes somos la causa del problema. ¿Podremos al mismo tiempo ser la solución del deterioro? Esto último no es nada fácil en un mundo esencialmente individualista. ¿Seremos capaces de uninos en defensa de nuestro globo azul? ¿Gobiernos y habitantes, seremos capaces de llegar a un acuerdo de producción sustentable intentando ahorrar energía?
Inevitablemente le cargo la mano a las juventudes, porque, claro, son ellas las más interesadas en el futuro: está a su disposición, con tal que sepan administrarlo.