He visto un documental en Netflix que me ha dejado “turulato” (expresión utilizada cuando era niño: tembloroso), resultado de ver lo peligroso que resulta la credulidad que, en general, pertenece a nuestra naturaleza. Nos resulta fascinante el mundo sobrenatural, y ante ciertos fenómenos perdemos rápidamente nuestro sentido crítico. El título del documental mencionado tiene por título “CÓMO SE CONVIRTIERON EN LÍDERES DE SECTAS”.
El negocio de ser Médium o Gurú es fructífero, por lo visto. Pese al avance de las ciencias, existen numerosas personas, jóvenes, viejos, de todas las etnias y de los más variados colores, quienes han recibido la “gracia divina”, para sanar a otros de todo tipo de enfermedades, para hablar con los muertos, etc. Son personas que tienen la facultad de recibir mensajes divinos, transformándose ellos mismos en una suerte de divinidad para cientos y también para miles de adeptos. Éstos, antes que se den cuenta, o más bien en plena conciencia, entregan todo su ser, entregan su alma al Gurú. Su obsecuencia con el Gurú es total
Sé que más de alguien puede sentir que le estoy faltando el respeto a sus creencias o a su propia experiencia salvadora, gracias a uno de estos innumerables Gurú. Desde ya pido excusas. Sin embargo, cuando uno busca información al respecto, son tantos los fraudes cometidos por estos curanderos, son tantas las víctimas, son tantos los trágicos finales que estos propios Gurús han tenido – en algunos casos arrastrado con él a cientos de sus adeptos – que ojalá las personas que buscan sanación piensen dos veces antes de someterse al “dominio espiritual” de estos mensajeros de la divinidad. Es conveniente que no devoren nuestra alma.
Confieso que el documental me ha dejado preocupado porque al parecer la búsqueda del milagro es más masiva de lo que me imaginaba y los riesgos a veces son fatales.
Y, ojo, también en política es peligroso confundir el partido político por una secta, confundir a su líder por un ícono.
Conservar el sentido crítico nos preserva de confundir gatos por liebres.