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miércoles, 8 de mayo de 2013

¿LA CULTURA EN CHILE? A PALOS CON L´ ÁGUILA.

 



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Cartas
Martes 07 de mayo de 2013
Falta de políticas culturales
Como Director Artístico del Centro de Investigación Teatro La Memoria quisiera expresar mi punto de vista a propósito de algunas aseveraciones manifestadas en la edición del domingo 5 de mayo, como así mismo las declaraciones en torno al tema del ministro Cruz Coke aparecidas en "El Mercurio" el 28 de abril.

Quisiera en primer lugar aclarar algunos rumores que dicen relación con este artículo y es que, debido a la crisis por la que atraviesa el Teatro La Memoria se habría vendido este espacio a una clínica vecina a nuestro teatro y que es debido a nuestra "mala gestión" que nos encontramos en esta situación crítica. Ambas aseveraciones son falsas.

El Teatro La Memoria en sus siete años de existencia ha recibido dos Fondart para "habilitación", es decir infraestructura y restauración de una sala que data de fines de 1.800 como fábrica textil. Es decir, lo que se realizó con fondos concursables otorgados por el Estado fue recuperar un patrimonio en riesgo de perderse y quien concurra a nuestra sala puede verificar su espectacular infraestructura, comodidad y lo acogedor que resulta esta sala para los espectadores, y cómo los creadores que ahí trabajan pueden hacerlo con la dignidad que merecen. Estos fondos recibidos no son de gestión.

La crisis que afrontamos varias salas de teatro la conocemos en profundidad solo quienes día a día, durante años, vivimos en la desesperación de la "fortuna" de obtener un fondo concursable o no obtenerlo. Por esto me siento en condiciones de señalar que para la existencia de compañías de teatro con proyectos reflexivos y profundos, que ahonden con creatividad y calidad sus proyectos, es necesario no cerrar salas, sino tener salas con viabilidad de recursos permanentes que permitan su permanencia en el tiempo.

No concuerdo con el ministro Cruz Coke cuando argumenta que "salas para pocas personas" y "un poco más experimentales en su programación (...) suelen no tener una gestión de público que permita tener más ingresos". Yo lo invito a revisar los proyectos de Teatro Camino y Teatro La Memoria presentados al Fondo y especialmente creados para este tipo de Pymes culturales, que son los que conozco y que han tenido igual suerte: su rechazo. Ahí encontrará planes claros de gestión que además venimos realizando durante muchos años.

El ministro nos critica y trata de ser simplista en nuestros análisis, de hacer gestiones de mala calidad, de no conocer nuestros costos fijos, no saber cuantos recursos públicos hemos recibido y desconocer los flujos de caja. Le puedo asegurar que esa información está en los proyectos de Teatro Camino y La Memoria. Pero hoy debemos cerrar salas, porque no se nos asignan recursos permanentes para continuar nuestra entrega, porque se nos han negado los fondos para organizaciones culturales creadas el 2011.

El ministro afirma que no hemos buscado "mecanismos creativos y de gestión", y que debemos "reflexionar sobre las obras que montamos, el tipo de público que convocamos y buscar la generación de recursos propios". ¿Vamos a permitir, en el caso de que existiera interés de algún privado, que éste intervenga en nuestros repertorios y proponer ellos las obras que montamos y decidir ellos, los empresarios o la empresa privada, el público al cual dirigir nuestras creaciones?

El señor ministro puede dar testimonio y fe que el Teatro Lastarria 90, que según sus palabras él "administraba", y que cumplió una labor magnífica durante años, debió ser dada en arriendo una vez que el privado que los apoyaba a él y su socio Felipe Braun, terminara su contrato de colaboración. Pero yo no podría, como lo hace el ministro aducir mala administración o mala gestión de parte de ellos, al contrario.

Invito al señor ministro, a mis colegas, a los creadores de este país, a pensar juntos cómo cambiar y trabajar por un bien que va solo en beneficio de la comunidad, de ayudar a un país más sensible, más instruido afectiva y críticamente, a consolidar un imaginario heterogéneo, diverso, inclusivo, de ciudadanos sensibles e instruidos, que puedan aportar a la formación de un imaginario cultural común.

Y quisiera convocar a quienes nos debemos: al público, a nuestros espectadores, a nuestros verdaderos críticos y cómplices, a exigir y defender su derecho a la cultura.

Alfredo Castro
Director artístico

Teatro La Memoria