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Cada vez que por diversas razones releo pasajes sobre la ciudad de Alejandría, y sobre todo, de su mítica Biblioteca, quedo en un estado casi de éxtasis. Como dice un estimado divulgador científico, “la Biblioteca de Alejandría es el lugar donde los hombres reunieron por primera vez de modo serio y sistemático el conocimiento del mundo”.
Un pesimista escéptico, dirá que hoy solo sabemos crear la destrucción de nosotros mismos: guerras, racismo, aberrantes desigualdades sociales, destrucción de las democracias representativas, etc., etc.
¿No hemos logrado vivir en paz? La historia nos cuenta que en Alejandría vivieron soldados macedonios, y más tarde romanos, sacerdotes egipcios, aristócratas griegos, marineros fenicios, mercaderes judíos, visitantes de la India y del África subsahariana (excepto la basta población de esclavos), logrando vivir en armonía y respeto mutuo durante la mayor parte del período que marca la grandeza de Alejandría.
Pero el escéptico, me salta al cuello: “¡Pero la decadencia de Alejandría, comenzó justamente por las disidencias de esas comunidades!”.
Entonces qué, ¿somos herederos de las disidencias de Alejandría o de su grandeza?...
Y en ese momento hamletiano, estimadas amistades..., me agarro al salvavidas de los refranes:
“Cada uno dice de la feria como le va en ella”, que es lo mismo que “Sacarle el poto a la jeringa”... Hasta la