sábado, 30 de diciembre de 2023

NADA

La cueca. Nelson en El Chacal de Nahueltoro






A propósito de una invitación que me han hecho desde Chillán (Chile) al Quinto Año del Festival de Cine (Enero 2024), me surgió el interés para visionar un fragmento de la película El Chacal de Nahueltoro, icono del cine chileno.
Luego de ver el fragmento, esta vez me quedé pensando si la pena de muerte de Jorge (el Chacal), fue tal vez, preferible a sufrir el destino del personaje que el poeta chileno Carlos Pezoa Véliz describe en su poema NADA:
“Era un pobre diablo que siempre venía
cerca de un gran pueblo donde yo vivía;
joven rubio y flaco, sucio y mal vestido,
siempre cabizbajo... ¡Tal vez un perdido!
Un día de invierno lo encontramos muerto
dentro de un arroyo próximo a mi huerto
varios cazadores que con sus lebreles
cantando marchaban... Entre sus papeles
no encontraron nada... los jueces de turno
hicieron preguntas al guardián nocturno:
éste no sabía nada del extinto;
ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto.
Una chica dijo que sería un loco
o algún vagabundo que comía poco,
y un chusco que oía las conversaciones
se tentó de risa... ¡Vaya unos simplones!
Una paletada le echó el panteonero;
luego lió un cigarro; se caló el sombrero
y emprendió la vuelta...
Tras la paletada, nada dijo nada, nadie dijo nada..”.
NOTA: Es estremecedor pensar que tal vez, en la actualidad, ambos personajes existen en mi país. de una invitación que me han hecho desde Chillán (Chile) al Quinto Año del Festival de Cine (Enero 2024), me surgió el interés para visionar un fragmento de la película El Chacal de Nahueltoro, icono del cine chileno.
Luego de ver el fragmento, esta vez me quedé pensando si la pena de muerte de Jorge (el Chacal), fue tal vez, preferible a sufrir el destino del personaje que el poeta chileno Carlos Pezoa Véliz describe en su poema NADA:
“Era un pobre diablo que siempre venía
cerca de un gran pueblo donde yo vivía;
joven rubio y flaco, sucio y mal vestido,
siempre cabizbajo... ¡Tal vez un perdido!
Un día de invierno lo encontramos muerto
dentro de un arroyo próximo a mi huerto
varios cazadores que con sus lebreles
cantando marchaban... Entre sus papeles
no encontraron nada... los jueces de turno
hicieron preguntas al guardián nocturno:
éste no sabía nada del extinto;
ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto.
Una chica dijo que sería un loco
o algún vagabundo que comía poco,
y un chusco que oía las conversaciones
se tentó de risa... ¡Vaya unos simplones!
Una paletada le echó el panteonero;
luego lió un cigarro; se caló el sombrero
y emprendió la vuelta...
Tras la paletada, nada dijo nada, nadie dijo nada..”.
NOTA: Es estremecedor pensar que tal vez, en la actualidad, ambos personajes existen en mi país.