Resulta sorprendente la incredulidad internacional, generalizada, sobre los medios de comunicación. Similar a la desconfianza en la política y políticos. La gran mayoría estamos convencidos que ambos sectores mienten de acuerdo con sus intereses. Ante cada información conflictiva, o declaración política de la misma índole, si no tenemos la buena costumbre de tomarlas con pinzas, corremos el riesgo de vivir una realidad manipulada al servicio de intereses ajenos. No es fácil discernir, generalmente la política está ligada con la economía.
Pero he aquí la contradicción: respecto del mundo de las capacidades sobrenaturales que muchos dicen poseer, operaciones síquicas a distancia y sin anestesia, astrólogos, interpretadores de sueños, curadores a través de la meditación, cartomancia, quiromancia; en fin, innumerables poseedores de poderes misteriosos. Todo ese mundo especulativo cuenta con una alta cuota de credibilidad. Porque claro, nunca falta alguien que a través de esos medios ha logrado resultados positivos (varias enfermedades denominadas psicogénicas, por ejemplo). No así cuando intentan hacer crecer un brazo o una pierna que falte.
A pesar de todo, en general, sentimos la necesidad de buscar la protección de algo que esté más allá de nosotros y que sea inalcanzable.
He dejado afuera a los magos, la magia consiste en entretenidos y fascinantes trucos, a la excepción de algunos magos estafadores que intentan convencernos de poseer poderes sobrenaturales. Varios de estos últimos fueron desenmascarados por el famoso Mago James Randi, que dejó su carrera a los 60 años, dedicándose precisamente a restablecer la magia en su esencia, como un maravilloso espectáculo de habilidad.
Y remato este comentario con una frase del filósofo Francis Bacon en Novum Organon: “PORQUE EL HOMBRE CREE CON MÁS DISPOSICIÓN LO QUE PREFERIRÍA QUE FUERA CIERTO”.