Alejandra Lastra y Patricio Manns |
Para mí, recordar a Patricio Manns, no sólo es recordar a un amigo, es sobre todo, traer a mi memoria a nuestro mejor autor e intérprete de la canción chilena. Sin duda, además, Manns, fue el iniciador de lo que se dio en llamar “La Nueva Canción Chilena”, generada en los años de 1960. Fue un creador múltiple: músico, poeta, escritor y cantante.
Nos conocimos en Concepción, en las oficinas del diario La Patria, en donde mi amigo era periodista, encargado del departamento de Cultura, y en carácter de tal me haría una entrevista. En 1963, el Círculo Nacional de Críticos de Arte, me había otorgado el Premio Nacional al mejor Actor de 1963, que no solo era importante para mí, sino para el Teatro Universitario de Concepción, también para la Universidad y, por qué no, para la provincia, porque el “centralismo cultural de la Capital”, en general, omitía las actividades culturales provincianas.
Lógicamente, ese fue tema de la entrevista y de nuestra larga conversación amistosa, amistad que se prolongó hasta los últimos días de Patricio.
La biografía de Manns, relata los variados trabajos que mi amigo, luego de sus estudios secundarios, realizó durante su juventud en provincia: minero en los socavones del carbón en Lota, capataz de obras en la Construcción, trashumante de un lugar a otro, succionando el sabor a la vida.
De todas esas vivencias surgió la vitalidad de sus creaciones musicales y literarias. De todas esas vivencias surgió su calidad humana, en apariencias recia, en definitiva, coraza, para esconder su dulzura de hombre de bien. Todos conocemos la reciedumbre de su canción icono, “Arriba en la Cordillera”, pero es el mismo músico-poeta del “Cautivo de Til-Til”, o de “Cuando me acuerdo de mi país”, de “Balada de los Amantes del camino de Tavernay”... En fin, es larga la lista de su fineza y vitalidad. Ellas dan cuenta de su talento musical y literario...
Cuando Manns regresó de su exilio, con su amada Alejandra, instalándose en Higuerillas, coincidiendo con los trabajos esporádicos que hicimos en Chile, Bego y yo, compartimos numerosos fines de semana, tanto en Santiago como en Higuerillas, sobre todo el año 2012. Patricio y Alejandra, constituían una pareja enamorada y muy querida por nosotros.
Con “el Manns”, ambos, en nuestra juventud vivimos un mundo rústico, de manera que un día estando en Higuerillas nos desafiamos: ¿Y qué, recordamos los viejos tiempos?
“Y dejando a las mujeres en casa”, con Patricio nos fuimos a una Bodega de Lota, en donde aún expendían vino al detalle directamente de las barricas. Compramos de paso, una marraqueta de pan, y una “pescá seca” (merluza). Al Bodeguero le pedimos el favor que hiciera una excepción: consumir vino allí en la bodega, entre las barricas. Encima de una de ellas depositamos la pescá seca, la marraqueta de pan, dos cebollas en escabeche y una pizca de sal. Llovía aquella tarde en Lota... “Pónganos un litro, mi caballero”...
Y aunque mi amistad con Patricio está compuesta de muchas vivencias comunes, culturales y políticas, en Chile, Cuba y Europa - sin faltarle el respeto a ese historial -, aquella tarde húmeda de Lota, así, sencilla, rústica, saciando nuestra alma rural, se transformó en un recuerdo recurrente junto a mi querido amigo Manns.