Bomberos de Chile y de Vaudreui-Dorion |
Actualmente se está construyendo un Cuartel de Bomberos – una caserna - a treinta metros de nuestra casa. Sí, sí, a 30 mts.
Ignoramos si ello representará un beneficio para el barrio o el Cuartel afectará nuestra plácida tranquilidad, tomando en cuenta, además, que a dos cuadras de nuestra casa se construyen sesenta apartamentos en un edificio que limita con la avenida principal de nuestra pequeña ciudad.
Y, claro, esperamos que el Cuartel de Bomberos, contiguo a la casa, no tenga una sirena que aúlle durante los incendios. Porque en Chillán, en 1943, a una cuadra de nuestra casa, en el techo de un galpón de madera que albergaba un molino, habían instalado una sirena que aullaba terriblemente cada vez que había incendio, expandiendo el pánico en toda la ciudad. Los bomberos voluntarios, advertidos por la sirena, vestidos de civil corrían por las calles en dirección a la caserna, acompañados en su carrera por numerosos vecinos motivados por la angustiosa curiosidad. Don Mario, el almacenero de la esquina, bombero voluntario, corría agitadamente con sus 90 kilos – corría es un decir -, acuciado por las preguntas de los vecinos “dónde es el incendio don Mario, dónde”. Todos querían saber el lugar de la desgracia.
Los niños llorábamos por un miedo impreciso viendo tanta gente angustiada, angustia heredada del terremoto que hacía pocos años había asolado la ciudad.
La sirena continuaba aullando, exacerbando la atmósfera de la tragedia.
En la Caserna, abogados, cajeros de banco, profesores, comerciantes, etc., vestidos ya con el uniforme de bombero se aprestaban a salir en los carros-bomba que también alteraban los nervios con sus sirenas que pedían vía libre a los coches de caballos, las carretas con bueyes y escasos autos de aquellos años...
Un Chillán que aún se reconstruía, con calles de adoquín y algunas otras con piedra de huevillo...