pintura de Honoré Daumier |
Muchos estiman que en la convivencia social la palabra de las mayorías es la Desconfianza, y los primeros en pagar el pato son las autoridades políticas. Desconfianzas que sin embargo no hieren, desalientan tal vez, pero no afectan nuestros sentimientos.
Pienso que a pesar de todo, las mayorías hemos conocido personajes políticos, líderes que han ganado nuestra confianza sin defraudarnos, al contrario. No obstante, de estas últimas experiencias colectivas también han surgido líderes y movimientos sociales convertidos en tragedia cuando la confianza en el líder, sentimiento racional, ha derivado en fe, creencia que sabemos pertenece a la religión.
En política es inevitable que la fe derive en dogmatismo violento, en delirante narcicismo del líder, tema que destacan a diario los periodistas en EEUU.
El resurgir del ídolo en la política norteamericana, cuenta con el apoyo del Partido Republicano, transformado en una especie de secta. Su ídolo, narcisista clínico, además de cometer graves delitos, exhibe prepotente un desafío constante al gobierno y al poder judicial.
Mientras escribo estas líneas veo, en tiempo real, cómo se rueda en EEUU un film de suspense con final incierto.
Siendo vecino, confío que el “efecto mariposa” quede aprisionado en las redes de nuestro rechazo.