Renuncio
a todo hoy día: a mi conciencia social, a los millones que se mueren de hambre,
entre ellos numerosos niños; renuncio a referirme a los "señores
políticos", a los empresarios de la explotación - no a los que todavía producen bienes de
servicio -, renuncio a referirme a los ambiciosos especuladores que además de
sus ganancias nos han impuesto el Dinero como el valor fundamental de esta
época. En fin, renuncio a todo hoy día, excepto a dos cosas: al Amor y a la
Primavera.
Este
momento emocional, surgió sencilla y espontáneamente porque tuve la buena idea
de sentarme bajo el “gazebo” instalado en la terraza de mi casa que da al
jardín posterior. Y aquí es evidente que la vida está renaciendo una vez más -
una vez más - desde hace catorce mil millones de años. Y ese hecho me provocó
una agradable fuga (la fuite, como diría Henry Laborit).
Tal
vez éste sea el primer año en que observo la Primavera paso a paso. Y digo bien
paso a paso, porque ha sido durante mis caminatas habituales, una vez que el
Invierno comenzó su retirada, que he percibido el desarrollo de la porfiada
Vida. Y todo sucedió durante una semana.
Primero,
fue el sol, insistiendo en derretir los islotes de nieve que todavía quedaban en
los jardines. La segunda señal de la Primavera fue el caudal del río que
aumentó notablemente; luego, fueron los tímidos pasos de la clorofila que forzó
los incipientes brotes de los árboles; a las 48 horas se escucharon entonces
piares aislados de pájaros que seguramente se aprestaban para sus primeras citas;
dos días más tarde uno que otro mosquito voló sin saber exactamente hacia donde
dirigir sus alas. Y de pronto, los niños..., sí, los niños, que hasta hace unos
días ni siquiera se sabía que existían. Las calles desiertas y silenciosas a
causa de la nieve habían callado sus gritos y sus risas.
Así
es que aquí me encuentro, en un mediodía de fin de semana, sentado bajo el
gazebo percibiendo la Primavera. Percibiendo la Vida sin necesidad de
microscopio.
Decidí
describir todo esto porque de pronto me he sentido identificado con todas
aquellas antiguas comunidades humanas para quienes su Diosa tutelar era la
Tierra, el planeta Tierra, este hermoso globo azul.
Me
encanta darme cuenta que en este traspatio de mi casa todo es colaboración, cooperación:
cada brizna de césped, cada hormiga, cada hoja de árbol, en fin, toda flor,
FLOR - las mismas que aparecieron al tiempo que los primates - están imbricados con todo lo que les rodea.
Y
como la ociosidad me permite continuar escribiendo, me emociona saber que esos
añosos árboles al fondo del jardín tienen en definitiva mi misma estructura
molecular. Somos dos seres vivos compartiendo la vida que nos otorga la Naturaleza.
Las apariencias físicas, corrientemente nos hacen pensar que los humanos somos
seres únicos, diferentes al resto de la naturaleza. Sin embargo somos Naturaleza,
igual que el árbol, con la excepción que esos árboles son más
"civilizados" que nosotros: no son depredadores, no se alimentan de
otros seres vivos, como yo.
¿La
fotosíntesis, será algún día cualidad también de los Hombres, de estos animales
tardíos que somos, expropiadores de grutas y cavernas?
Toda
esta suave luz y agradables brisas, este verdor de la maravillosa clorofila que
me rodea por todas partes…, esta Primavera…, con mi mujer esperándome en el
interior de la casa… Oh, sí, mis amigos... Todo este momento bien vale una
cerveza fría. Salud.