Resulta sorprendente la cantidad de gente que participa en la explotación del “negocio de lo paranormal”. Dicho negocio, cuenta con la participación de científicos que asesoran y argumentan a favor de los más descabellados experimentos, que no cuentan con la rigurosidad de la verificación, pero que llevan la firma del “doctor en Física... patatín patatá...”
En los EEUU son numerosos los best sellers anuales, cuyo contenido puede ser el caso o experiencia vivida de quien recibió un mensaje de Julio César, o de quien ha comprobado “genéticamente” ser hijo de un extraterrestre.
Y a propósito, pretender ser original informando que usted ha sido abducido por una nave extraterrestre, en los EEUU le contestarán, “Ah, sí, yo tengo un vecino que estuvo viviendo una semana en una nave extra-terrestre”.
Yo he dicho que me considero escéptico ante lo paranormal porque nunca he tenido una experiencia de esa índole, pero acepto que mucha gente haya tenido experiencias inexplicables. Nuestro cerebro parece ser tramposo y engañador, y las primeras víctimas son nuestros cinco sentidos..., aunque..., aunque hoy..., la ciencia piensa que tenemos un sexto sentido que le llama propiocepción. “Su trabajo es recopilar información de los músculos y las articulaciones sobre nuestros movimientos, postura y posición en el espacio, para luego transmitirla a nuestro sistema nervioso central".
Y en este punto me detengo, porque dentro de mi ignorancia logro comprender que la complejidad de nuestro Ser es infinita. De hecho, mi trabajo como actor me ha hecho experimentar situaciones que no las explicaba mi razón. Es algo que actrices y actores han vivido y viven permanentemente, provocando con ello, además, una experiencia especial en el espectador, quien tampoco puede explicar racionalmente su emoción, idéntica al vecino, pero a la vez con infinitas diferencias...
Quizás todos quisiéramos vivir más allá de la razón...