lunes, 29 de julio de 2013

DEL DICHO AL HECHO...

 


Las palabras se gastan, se deterioran. Las palabras, las frases, la oración gramatical..., el discurso... En fin, en una "palabra", las promesas incumplidas han terminado con la pirámide de la jerarquía social.

Quienes mantienen cuotas de poder: el padre de familia, el dirigente gubernamental, los estamentos estatales, las instituciones, el sistema valórico que con diversas variantes nos ha sustentado como colectivo humano, agoniza hoy en día...

La diversidad cultural transformada en dispersión cultural, es una clara señal que hemos entrado en una nueva era, caótica, de momento.

Los productores de servicios, en número significativo, han derivado en especuladores económicos.

Las protestas callejeras masivas se han convertido en  "el pan nuestro de cada día". Nuestro globo azul se ha puesto gris y turbulento.

Los políticos y centros de poder creen aún que es posible resolver las apremiantes necesidades de las grandes mayorías con palabras..., con promesas..., o con pequeños ajustes que apacigüen a la gente... Piensan que todavía la pirámide es válida.

Los sectores que usufructúan del poder no quieren o no pueden percibir que hemos entrado en una era de "horizontalidad". Y es razonable que ellos no atinen a tomar conciencia de la transformación, porque quienes estamos gestando la horizontalidad, sin plena conciencia de ello, tampoco tenemos claro cómo ha de organizarse ese poder horizontal.

No tenemos claro cómo lograremos organizarnos horizontalmente, viniendo todos de un sistema piramidal enclavado por miles de años en nuestro espíritu. ¿Será acaso la ciencia quien nos ayudará en esa compleja tarea? ¿Cómo volveremos a creer en nosotros mismos? ¿Será acaso la religión?

El nuevo Papa Francisco intenta alentar a sus feligreses y aún más allá - incluso a los ateos -, diciendo que Jesús nos acompañará en la difícil tarea de la justicia social. Sin duda, el hombre se la juega en su discurso. Y cómo no, si la verticalidad y el boato de su institución han ahogado "la buena nueva". Pero, claro, del dicho al hecho... Su institución ha estado enclaustrada en la pirámide - identificada con los de la  cúspide -, y su salvación consiste en renunciar a ella, al igual que el resto de la humanidad...

Quién sabe, en la construcción de la horizontalidad podríamos encontrarnos mano con mano con Francisco y otros similares, organizando de una nueva manera este globo azul...



 

domingo, 14 de julio de 2013

Mack The Knife, de Kurt Weill, by Kevin Spacey, un vídeo de BegoBego para Akelarre my Love


BIENAVENTURADOS

 


de Carlos Dorlhiac


Estoy aún bajo el influjo de una experiencia extraña debido a la emoción misteriosa que me han provocado unas fotografías de varios personajes humildes de Chillán-Ñuble.



Las fotos fueron tomadas entre 1910-20. Su autor, don Carlos Dorlhiac, un fotógrafo aficionado, según dice la revista, que nunca tuvo pretensiones de ser considerado un fotógrafo hecho y derecho. Y sin embargo hoy, se le considera en el mismo nivel de un Antonio Quintana, Luis Poirot, Navarro Martínez y Jorge Suaré.



Leyendo el número 6 (Diciembre 2011) de la excelente revista “Quinchamalí”  (editada en Chillán-Ñuble) sufrí el impacto.



La calidad de las fotos, sus luces y sombras, su temática verista y sin embargo tan multívoca; el encuadre del espacio; los personajes elegidos, en fin. Subrayado todo esto, por el dramatismo que siempre aporta el blanco y negro... Me quedé prendado observando el universo humano y físico que sugería Dorlhiac.



Pronto me invadió una emoción insondable. Dorlhiac, sin saberlo, había rescatado imperecederamente un pedazo de historia de nuestra ciudad… Había guardado la imagen de quienes seguramente fueron víctimas fatales poco tiempo después, en el terremoto de 1939 (todavía ese devastador movimiento telúrico – no siendo el único - sigue siendo un hito en la ciudad y región).



…Fue en un instante, sin poder precisarlo… Los personajes fotografiados por Dorlhiac se transformaron en fantasmas… Tomaron la dimensión de apariciones errantes… Apariciones que me hablaban de un pasado de mi ciudad que yo no conocí… Me hablaban de su humanidad, de su pobreza, quizás de su desconsuelo; los niños, de su orfandad… Solos… Niños y adultos, algunos en grupo, pero todos emanando soledad… Solos… ¡Qué soledad!... La soledad de la pobreza – de ayer, de hoy, de siempre - está impregnada en sus ropas, en su gesto… Los personajes de esas fotos tienen un no se qué de fatalismo, de resignación…, pero a la vez de dignidad…



Sí, la dignidad de la pobreza que he visto en variadas circunstancias…



Y en ese punto, sin darme cuenta, me vi envuelto en el recuerdo de una anécdota sucedida durante el rodaje del film “El Chacal de Nahueltoro”.



Una mañana, estábamos filmando en un camino secundario, aledaño al fundo de Nahueltoro.



En aquellos años, en Chile desgraciadamente no se acostumbraba – en realidad no existía el video – a filmar el making-off del rodaje. Sucedían muchas cosas fuera de cámara, evidentemente. En realidad se necesitaría un libro para relatar tantas anécdotas y peripecias.



En fin. Un día que estábamos rodando una de las caminatas de Jorge, acompañado de otros cesantes o afuerinos, vimos venir un grupo real de afuerinos que acertaba a pasar por el lugar. Eran unas siete u ocho personas entre hombres, mujeres y niños, quienes viendo que teníamos ocupado el lugar, se sentaron a la vera del camino para descansar.



Durante la producción del film no habíamos logrado reunir más de tres o cuatro afuerinos con quienes estábamos filmando esa mañana. Y Héctor Ríos, el fotógrafo, le decía repetidamente a Miguel, el director: “se ven muy pocos, Miguel, no puedo ampliar el cuadro”.



De tal forma que Miguel, viendo al grupo de recién llegados que se había sentado a la orilla del camino, pensó que el maná del cielo venía a sus manos. Me dijo:



-Nelson, por qué no te acercas tú a ellos y los invitas a trabajar con nosotros. Con esa vestimenta te harán más caso… (yo estaba vestido de personaje).



Me acerqué a la cuadrilla de afuerinos, actuando mi personaje. Indiferente, como mirando para otro lado, les pregunté de dónde venían y hacia dónde iban. Pero viendo que me respondían con monosílabos, con más recelo que mi “actuación”, les dije por las derechas:



-Oigan, ganchos, si quieren ganarse unos pesos quéense a trabajar con nohotros por el día…



Se puso de pie el que parecía ser el jefe de la cuadrilla, un hombre alto de unos 45 años, rostro anguloso y cuerpo macizo. Su físico y actitud enhiesta contrastaban con sus pobres vestiduras:



-¿Y qué sería?, dijo.



-Unas jotos. Esos caballeros – señalé al equipo de rodaje -, andan sacando unas jotos pa mostrar la pobreza nuestra, le dije…



El hombre miró a su grupo. Pensó un momento y agregó:



-¿Y aónde van a mostrar la pobreza?



-Aquí, pus, en todo Chile. Y por todo el mundo, agregué intentando darle más importancia…



El hombre miró de nuevo a su grupo. Luego de un momento se agachó para echar mano a su bolsa, con cuyo gesto los demás de la cuadrilla se levantaron haciendo lo mismo. El hombre, echando su bolsa al hombro, con una dignidad y molestia que nunca olvidaré, me dijo:



-¿Y por qué nohotros tenimos que andar mostrando nuestra pobreza por el mundo entero?



El grupo emprendió la marcha, decidido:



-Oiga, amigo, pero escuche, esto nos conviene a todos, quise insistir. Es pa denunciar a los ricos  (intentaba hacer el discursito…)



Nada. La cuadrilla de afuerinos con sus bolsas al hombro, sus chiquillos, y alguna mujer con su guagua en brazos, siguieron su marcha, impertérritos, pasando por en medio de cámaras, utensilios y compañeros de la filmación, quienes miraban a la cuadrilla y a mí, como pidiendo una explicación…




domingo, 7 de julio de 2013

UNA IGLESIA CON MENOS BOATO

 


El Pontífice Francisco, acaba de señalar que la difusión del evangelio no depende de los recursos : "Jesús mandó a sus discípulos a predicar sin billetera, sin chaqueta y sin sandalias", dijo.

Aparte de lo significativas que resultan esas palabras en el « mundo  occidental y cristiano » en la actualidad, me traen a la memoria una anécdota real que parece chiste.


En una familia que tenía amistades con varios religiosos, al momento que estas visitas se retiraban, coincidió que alguien le preguntó al niño menor de la familia :

-Jorgito, ¿qué te gustaría ser cuando grande ?

-Obispo…

-¿Obispo… ? ¿Por qué ?

- ¡Para tener un cochazo como él !




martes, 2 de julio de 2013

“QUINCHAMALÍ: HERMOSURA, RIGUROSIDAD Y LUCIDEZ”

 


“Cuando salí de Chillán

me vine en una carreta.

Al pasar el río Ñuble,

se me cayó una chancleta.

¡Huifa, ay que sí!

¡Huifa, ay que no!”



Estas coplas, con algunas leves modificaciones pertenecen al folklore sureño. Las he recordado a lo largo de los años, quizás para no olvidar mis sencillos orígenes chillanejos.



Orígenes que además, durante mi infancia, se desarrollaron  signados por nocturnas veladas alrededor del brasero, escuchando los espeluznantes relatos del terremoto de 1939 que asolara más de una cuarta parte de la población. Se calculaba que en ese entonces la población chillaneja sobrepasaba los 40.000 habitantes. Los cadáveres bajo los escombros de maderas y adobes no fueron menos de 15.000, aparte de otras aterradoras cifras de pérdidas humanas y materiales en toda la zona.



Cuando salí de Chillán en 1955 para ir a estudiar a la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, sita en Santiago, mi ciudad había aumentado su población a 46.000 habitantes. Hoy se acerca a los 180.000, o más.



Ahora bien. A la vista de los hechos a través de los años, se puede suponer que en esta ciudad y zona, los movimientos telúricos han tenido la virtud de agitar los genes como en una coctelera, provocando el singular nacimiento de numerosos artistas e intelectuales - varios de ellos destacados en el concierto internacional -, y sin que éstos hayan sido necesariamente herederos de tradiciones familiares.



Y además – noblesse oblige -, sin que la ciudad ni la zona se hayan distinguido históricamente por sus afanes culturales. Éstos, siempre estuvieron refugiados en pequeños grupos que supieron conservar el fuego. Chamuscando incluso a las autoridades, a veces.



Aunque quizás son historias del pasado. Porque “héte aquí”, que desde hace ya varios años, el fuego en Chillán ha comenzado a lanzar llamaradas, contando con el apoyo municipal y otras instancias.



Y entre esas llamaradas ha surgido la creación de una magnífica revista cultural, “Quinchamalí”. Una revista, que no puedo dejar de decirlo, me hace sentirme orgulloso de ser chillanejo. Lo digo, porque a mi juicio una revista de esa calidad de diseño, edición, material gráfico, impresión y temáticas, sería un orgullo para cualquier ciudad del mundo.





Su asiento editorial lo encuentra “Quinchamalí” en el auspicio del Taller de Cultura Regional, Universidad del Bío-Bío y en el Instituto O´Higginiano de Ñuble. Pero además cuenta con una amplia gama de patrocinadores: organismos diversos y municipios de la provincia, incluida lógicamente la Municipalidad de Chillán..



Su Director, Alejandro Witker, investigador, historiador y docente, es un lúcido intelectual chillanejo – de los que tuvieron que correr mundo en contra de su voluntad -  quien ha logrado ser acompañado por un brillante equipo que hace posible este magnífico aporte a la cultura regional.



Aprovecho la ocasión para felicitarles a todos ellos, al mismo tiempo que a los auspiciadores y patrocinadores.