Las
palabras se gastan, se deterioran. Las palabras, las frases, la oración gramatical..., el discurso... En fin, en una
"palabra", las promesas incumplidas han terminado con la pirámide de la jerarquía social.
Quienes
mantienen cuotas de poder: el padre de familia, el dirigente gubernamental, los
estamentos estatales, las instituciones, el sistema valórico que con diversas variantes nos ha sustentado como
colectivo humano, agoniza hoy en día...
La
diversidad cultural transformada en dispersión cultural, es una clara señal que hemos entrado en una nueva era, caótica, de momento.
Los
productores de servicios, en número significativo, han
derivado en especuladores económicos.
Las
protestas callejeras masivas se han convertido en "el pan nuestro de cada día". Nuestro globo azul se ha puesto gris y turbulento.
Los políticos y centros de poder creen aún que es posible resolver las apremiantes necesidades de
las grandes mayorías con palabras..., con
promesas..., o con pequeños ajustes que apacigüen a la gente... Piensan que todavía la pirámide es válida.
Los
sectores que usufructúan del poder no quieren o no
pueden percibir que hemos entrado en una era de "horizontalidad".
Y es razonable que ellos no atinen a tomar conciencia de la transformación, porque quienes estamos gestando la horizontalidad, sin plena conciencia de ello,
tampoco tenemos claro cómo ha de organizarse ese poder
horizontal.
No
tenemos claro cómo lograremos organizarnos
horizontalmente, viniendo todos de un sistema piramidal enclavado por miles de
años en nuestro espíritu. ¿Será acaso la ciencia quien nos
ayudará en esa compleja tarea? ¿Cómo volveremos a creer en
nosotros mismos? ¿Será acaso la religión?
El nuevo
Papa Francisco intenta alentar a sus feligreses y aún más allá - incluso a los ateos -, diciendo que Jesús nos acompañará en la difícil tarea de la justicia
social. Sin duda, el hombre se la juega en su discurso. Y cómo no, si la verticalidad y el boato de su institución han ahogado "la buena nueva". Pero, claro, del
dicho al hecho... Su institución ha estado enclaustrada en la pirámide - identificada con los de la cúspide -, y su salvación consiste en renunciar a ella, al igual que el resto de la humanidad...