… ni huevón que lo aguante”. Así es el
dicho popular. Lo siento, si alguien todavía encuentra que es una grosería
aludir a los testículos.
Aunque creo más bien que quizás serán las
mujeres, quienes reclamarán tratándome de machista por no aludir a los ovarios.
Bien, desde ya acepto humildemente la
crítica. De manera que quizás deberíamos modernizar el dicho popular: “NO HAY
MAL QUE DURE CIEN AÑOS…., NI SEXO QUE LO AGUANTE”. De este modo incorporaríamos
todas las opciones sexuales. Y con mucha razón, porque hoy día el cabreo es
transversal y universal.
De hecho, es imposible esconderme
detrás de las hojas del otoño. No puedo evadirme mirando el Lac Deux Montagnes
hacia el costado Oeste, y el Lac Saint Louis, si miro hacia el Este, aquí donde
habito.
No hay palomas ni garzas que me hagan
olvidar la inocencia en la que he vivido y en la que continúo viviendo.
El amor al prójimo se cae a pedazos todos
los días. En realidad, el futuro no pertenecía por entero al socialismo. Buscar
el escape a través del Nirvana me resulta tan incómodo moralmente como quedarme
mirando eternamente el vuelo de las grullas que desfilan en busca de mejores
climas.
Menos mal que no tengo relaciones con
Yahveh, porque he leído que es bastante vengativo.
En fin, resulta evidente que estamos
cruzando por un campo minado. Cuando menos, entre llamaradas de paja…, por el
momento…
Quizás por eso mismo, los que hace rato
comprendieron que la inocencia sólo servía para ser domesticados, se las
arreglan todos los días para poner en práctica otro dicho popular que se
utiliza en Chile: “Agarra Aguirre…”, que en definitiva quiere decir que todo
vale, con tal de hacerse rico: “después de mí, el diluvio”.
Yo soy de los privilegiados que viven en
una ciudad, Montréal, en la cual todavía no andamos a balazos ni a bombazos, “tranne i ragazzi che lavorano nella
costruzione”. Mais pour le moment je n'ai aucune rénovation radicale dans ma
maison. Je peux dormir en paix.
Vivir en Siria en estos momentos…, eso es
morir un poco. Esto último creo que es título de algún film, además… (A propósito,
tengo un premio de actuación en el festival de Damasco, 1995). ¿Y en
Afganistán, qué vida se está viviendo? ¿O en Irak…?
Y donde no hay guerra abierta, la gente
está hasta más arriba del moño. No hay mal que dure cien años... Y, paradoja, en eso consiste la esperanza de
hoy.
Estamos dispersos, es cierto. Pero no me
cabe duda que la historia nos juntará. Y no hay bola de cristal que pronostique fechas ni a través de qué métodos de lucha se le pondrá coto al descaro de los grupos
financieros, empresarios, políticos y en general, poderes fácticos.
« Los
cortes de los períodos en la historia no los marcan los años sino los procesos
sociales y económicos », pensaba Eric Hobsbawn. Tal vez tenga razón. On verra...