jueves, 4 de marzo de 2010

"¡QUE NO QUIERO VERLA...!"


de Goya, Peregrinación

La vulnerabilidad... No hacía mucho había escrito en alguna crónica, que nuestra existencia en este mundo, y el mundo mismo, nuestro planeta Tierra, eran absolutamente vulnerables. Aunque muchos científicos no lo acepten, yo estoy de acuerdo con quienes piensan que la Gran Ley del Azar es la que comanda nuestra existencia, nuestra vida y nuestra muerte.


Esta idea se me hizo más verídica aún, mirando en la televisión los trágicos estragos de este terremoto de 2010, en Chile.


Mirando aquello, se desencadenó en mí un extraño sentido de culpa. Culpa de estar bien, culpa de estar vivo, junto a mi familia; con la casa en pie; con luz, con agua, con alimentos, y sin el terror de lo que pudiera acontecer en los siguientes minutos. (Claro, esto último, es una simple idea empírica, que nos permite vivir con la esperanza del mañana).


Me di cuenta, con cierta vergüenza, que la tragedia de Haití me había provocado, semanas antes, un “sentimiento de pesadumbre moral”. Pero ahora, el terremoto de Chile me provocaba la “hondura de un sentimiento afectivo”, específico…


Destino difícil, para un país que pareciera ser una estrecha cornisa sobre el Pacífico…, que de pacífico y tranquilo, nunca ha tenido nada. Quinientos kilómetros de costa, convertidos en escombros, muerte y lodo…, “¡que no quiero verla…!”


Y por otra parte, fue inevitable, sentir una mezcla de comprensión y vergüenza, al ver a mi gente, algunos, cogiendo alimentos, realmente para sobrevivir, ellos y su familia. Comprensible. Y otros, corrompidos moralmente desde hace tiempo, sacándole provecho a la tragedia. Como harán otros, más adelante: muchos de esos, serán de cuello y corbata. Quizás, los mismos listócratas que hace tiempo están construyendo ilusiones en vez de edificios y casas. Sobre todo, si se trata de viviendas para gente modesta.


de Goya, Akelarre


La tragedia, además de espantosa, no sólo abrió zanjas en casas y caminos, sino también dejó al descubierto, una vez más, el tipo de “progreso” que el contubernio capital-política ha generado en Chile.


Por otra parte, mirado desde el exterior, resulta extraña la tardanza en poner a las FFAA al servicio de las comunidades afectadas, distribuyendo carpas, reparto de alimentos, agua, ropas, rancho, etc. Una acción inmediata habría evitado tanto caos. ¿Será esta, la capacidad de respuesta de las FFAA, ante un ataque sorpresivo de un quimérico enemigo?


¿O hay que resignarse a la idea que nuestras FFAA sólo sirven para reprimir? Es de suponer que en las próximas horas, días y meses, esta institución sabrá cumplir con su verdadero deber frente a estos casos: proteger y ayudar con todos sus recursos a la civilidad.


Y a propósito de la tardanza, ¿la polémica entre la Oficina Nacional de Emergencia y la Armada, debido a su gravedad, tal vez terminará quedando tapada bajo los escombros?


Confiamos que el 2% con que cuenta el Estado para tragedias como la actual, llegue con prontitud hasta los más desvalidos. Y no dudo, que como en otras oportunidades, desde el seno del pueblo chileno emergerá la actitud solidaria que hará olvidar las escenas de saqueo y pillaje. Resultado, esta, de la marginación económica por una parte, pero quizás sobre todo, debido a la difundida subcultura individualista del “agarra Aguirre”.


Los pillajes y saqueos, el oportunismo individualista, los edificios mal construidos, quedarán como grandes interrogantes sobre lo que está pasando moralmente en una franja significativa de nuestro país. Interrogantes, que a medida que pasen los meses y los años en Chile, seguirán ampliándose sobre muchos aspectos del cuerpo social. ¿Nacerán fuerzas, capaces de desarrollar una alternativa político-cultural que recupere el sentido colectivo?


Entre la destrucción y tantos actos reprochables, me acordé de un hermoso poema de García Lorca, “La Sangre Derramada”, en homenaje a Ignacio Sánchez Mejía. Llorando la muerte, y la sangre en la arena, de Ignacio, el poeta repite un verso angustiado, como un ritornello: …“¡Que no quiero verla!”… Pero yo, parodiando a Galileo, digo…, “pero la veo”…

lunes, 15 de febrero de 2010

LAS ISLAS DE LA HIPÓTESIS

Chile, Archipiélagos


En mi último viaje a los grandes archipiélagos del hemisferio sur, en el Océano Pacífico, aquellos que están comprendidos entre los paralelos 18° y 55° latitud sur y entre los 70° y 75° longitud oeste (valga la aclaración para no confundirlos con Oceanía), tuve la ocasión de llegar hasta las islas más alejadas de dicho archipiélago .


Como ustedes estarán informados, dichos archipiélagos concentran desde hace un tiempo la atención de geólogos, geógrafos, antropólogos, arqueólogos, etc, etc., además de turistas y/o curiosos, debido a que los estudios preliminares no permiten aún establecer con claridad el origen y desarrollo de esas islas que hasta los años 70 del siglo XX se extendían sólo entre los paralelos 55° latitud sur y 45° latitud norte, pero que de la noche a la mañana se extendieron hasta el paralelo 18° latitud norte (pueden ustedes cliquear sobre mapa ‘‘ENCYCLOPÆDIA BRITANNICA, INC., año 2050). Fenómeno que ha dado margen a la mayor cantidad de especulaciones científicas, seudo científicas, esotéricas y de otro tipo. Personalmente - y mientras las observaciones no digan lo contrario - me quedo con la definición que para el caso hiciera alguno de tantos poetas nacionales cuando dijo de aquellos archipiélagos: ‘‘Son las islas de la hipótesis’’. No es la primera vez que el arte llena el vacío de las ciencias.


Bien, mis fieles internautas, excusándome por estas disgresiones, debo advertirles que hoy, no seré yo quien continúe en la pantalla de vuestros monitores - ¡sorpresa, sorpresa! -, sino será justamente un habitante de los Grandes Archipiélagos del Sur.


Sin adelantar juicios ni perturbar vuestro propio entendimiento, dejaré que hable mi entrevistado, respetando su léxico, al mismo tiempo que su cosmovisión, tan típica de aquellas comunidades rústicas del sur. (Quien desee aprehender la idiosincrasia del narrador, busque, ‘‘chilensis hommus’’, tal vez encuentre algo).


Sólo me resta decir, que la entrevista que ustedes conocerán a continuación, fue hecha el 14 del corriente en la isla ‘‘La Cólqueda’’:


P: ¿Podría decirme su nombre?


R: Eleuterio Ramírez del Carmen Troncoso.


P: ¿Y qué edad tiene usted?


R: ... ¿L´edá...? L´edá... No, no mi´acuerdo na...


P: ¿Y en qué trabaja usted don Eleuterio?


R: Gueno, en el campo, aquí en el campo...


P: Sí, ¿pero qué hace?


R: Ah, bueno..., siembro papah...


P: ¿Y qué más?


R: Eso, nomáh.


P: ¿Todo el año?


R: Gueno..., tamién lah cosecho. Aquí se dan muy bien lah papah. Toa eh papita comehtiule. La que no la comimos nohotroh se la comen loh chanchoh...


P: Bien, don Eleuterio... ¿Podría usted relatarme con más detalle lo que nos contó antes de iniciar esta conversación? Es decir, usted me decía que estas islas estuvieron unidas antes, es decir, que aquí no había islas, que todo este archipiélago estaba unido, formando parte del continente americano. ¿Podría contarme cómo es eso?


R: Bueno, sí... Así lo cuentan loh viejoh. Uhted sae que de viejo en viejo lah cosah e van contando... Y así eh... Se dice que antiguamente toa la gente de ehtah islah vivía junta, que éstu´era una sola tierra, y que la gente vivía apegá a unoh cerroh grandeh que quean por ahi pa´allá, por´onde sale el sol. Ahi vivíamoh, eh qué, en loh faldeoh d´esoh cerroh qu´iai había. Y como lah faldah tenían mucha pendiente, pa que lah personah no he cayeran, no he rehbalaran, se puee icir, no cayeran haht´el mar, máh bien dicho, se amarráan a la cintura algah marinah, cochayuyo que le llaman - huiroh tamién -, si´amarraban ehpigah e trigo tamién, o hebrah de cobre, en fin, y con ellah, la gente s´iamarraa a unah ehtacah que clavaan en loh cerroh, y así eh que podían traajar tranquiloh, sin temor a irse guard´abajo. Con el tiempo la gente se acohtumbró a lah amarrah y a naiden le importaba eso. Así eh que comenzaron a amarrar suh casah a esoh cerroh, a suh chiquilloh, suh alimaleh, too.


P: ¿Y vivían de esa manera, colgados de los cerros?


R: Sí, así eh que vivía aquella gente, amarrá a la cordillera, colgando sobre el mar, comiendo carne e huanaco y piñoneh. Cuando venían loh terremotoh, la gente se sacudía, algunoh caían cerro abajo porque se cortaban suh amarrah, y morían reventaos entre lah pieiras, y otroh, rodaan hast´el mar. Sí…, así eh qu´era. Tenía suh contrariedaeh vivir allí. Y cuentan que loh cerroh tamién a veceh, explotaan echando juego y cenizah, arrastrando casah, paireh, hijoh, alimaleh y sembradíoh...


Lo que decían mih agueloh era qu´esa tierra era muy angohta entre el mar y los cerroh, y larga. Así eh que máh que paíh, parecía un camino... Pero dicen que era bonito... Que cuando llegaban visitah di´otro paíh, no se daban na cuenta que loh ataan tamién. Sólo cuand´iban a partir, veidan que ehtaan amarraoh a ese lugar, y entonceh muchoh se quedaan ahi, no querían cortar suh amarrah con aquel lugar...

P: De manera que la gente de estas islas, sería descendiente directa de los habitantes que constituían el país continental que usted dice, ¿no?


R: Sí, sí. Si los viejoh icen la verdá, así mesmo sería. Ahora nohotroh vivimoh ehparramaoh, cad´uno en su´ihla. Pero anteh, vivimoh tooh juntoh, en una mesma nación, se puee icir...


P: Y cómo sucedió eso, según usted don Eleuterio...


R: ¡Gueno, no según yo! Son cosah que cuentan loh viejoh... ¡Digo, máh viejoh que yo!... Pasó, que la gente traajáa di´acuerdo con lah ehtacioneh el año, y sabía contener la rehpiración ante loh peceh, loh pájaroh y lah floreh… Cosah así, ¿no? ... O séase qu´elloh, loh que viveron cuando too ehto era un paíh unío, se sorprendían de suh propiah manoh y pensamientoh, cuando aprendieron a cortar el árbol p´hacerse la ruca. ¡Y pa qué le digo! Se tocaan la caeza, almiraos, cuando conocieron loh metaleh y loh usaron,.


Pero un día, por el Norte, dí´otroh lugareh, llegó gente d´ia caallo, con cruh y con ehpáa, rompiendo loh cántaroh di´agua y pisando loh sembraoh: - ‘‘¡Dichosos los que trabajen para mí - eh que dijeron esoh hombreh - porque para Dios trabajan! ¡Sed humildes y conoceréis la abundancia!’’


Eran unoh hombreh de hierro, eh qué, que relumbraan con el sol, contaan loh viejoh. Los ojoh, lah manoh, el alma, tuito era de hierro. Y ahí ehtuvieron, matando gente mucho tiempo.


¡Así eh que ya...!, las cosas comenzaron a andar mal en esa tierra. Loh lugareñoh, tuvieron que comenzar a traajar pa loh caalleroh e hierro. Y algunoh de loh oriundoh, traicioneroh, e puee icir, ayuaron e tan guena gana a los forasteroh, mehclándose con elloh, que s´ualma tamién se leh convirtió en hierro, eh qué. Aunque otroh tantoh oriundoh, comenzaron a luchar en contra e loh hombreh y hierro. Y esa lucha, ¡no paró hahta que se hicieron unah zanjah grandísimah...!


P: ¿Qué zanjas? ¿Qué cosa es eso de las grandes zanjas?


R: Gueno…, sucedió que con loh añoh, y siempre por el norte, llegaron otroh hombreh, tamién forasteros. Pero éhtoh, no traían na lah ehpáah a la vihta, sino escondíah, ebajo del poncho, eh qué:


‘‘¡Que la abundancia sea de aquel capaz de proveérsela!’’, platicaron éhtoh. Y se confundieron con el verde el cobre y e loh pahtizaleh.


Loh qui´anteh habían traicionao a su gente, haciéndose sirvienteh e loh que tenían l´ehpá y la cruh, agora sirvieron a estoh otroh hombreh, y repitieron suh palaurah. Repitieron suh palaurah y suh actoh. Y si ricoh se habían hecho con loh hombreh e hierro, máh ricoh s´hicieron repitiendo lah palauras e loh hombreh del Norte, que traidan el billete verde.


Loh viejoh antiguoh, contaan que loh lugareñoh que s´ihabían hecho ricoh, eran como si jueran ovejah. Loh forasteroh del Norte, tenían una bolsita, eh qué, con monedah, amarrá´l cuello, com´un cencerro. Así eh que cada veh que loh del Norte querían ordenale algo a lah ovejah, agitaan la bolsita con moneah y aquellah corrían en piño.


Y así, enriquecioh, loh ricoh no perdieron tiempo, y jueron juntando en la curtiembre, al sobador de cueroh, y junto al torno, a loh torneroh. El zapatero a suh zapatoh, y a lah calderah el calderero. Muchoh lugareñoh, en ese tiempo soltaron el arao, eh qué, y por el humo de lah chimineah, se jueron guiando hashta llegar a loh puelos, y allí ya, s´hicieron obreroh.


Fue mucho el gentío que s´iamarró a loh puebloh. ¿No ve que loh valleh eran angostoh y chiquititoh? Lah mujeres, ya no sólo jueron maireh, sino que tamién salieron a ganarse el pan de cada día, con loh chiquillos colgando, o al cuidao e l´agüela.


Loh fineh e semana, pa botar lah amargurah, loh obreroh cantaban en la cantina: ‘‘Claro que tomo, compaire,/porqu´es mi vicio,/ sí, pero no chupo sangre/ como loh ricoh.’’


Y así…, entre albah y atardecereh, la araucaria se jue queando sola, y el canelo sagrao comenzó a morir de chicha y de pena. El pobrerío se quedó a l´orilla´el camino, boquiando, como loh pehcaoh que se ejan en la rivera´el río...


P: ¡Ah, ha! Pero lo de las grandes zanjas, don Eleuterio, ¿cómo fue eso, lo de las zanjas?


R: ¡Sí, sí, pa allá voy, pa allá voy! Eh que toa hihtoria tiene su hihtoria... Sucedió, que dehpuéh un tiempo, loh forasteroh el Norte le dijeron a lah ovejah, haciendo retintinar la bolsita con lah moneah:

‘‘Si quieren muchas bolsitas como ésta, hagan leyes, pongan orden, y les llenaré sus bodegas de dinero.’’


¡Ya, entonceh¡, se juntaron lah ovejah y dijeron: -‘‘Hagamos una Ley que establezca por ley que la riqueza es para el rico, y para el pobre la pobreza.’’


Y d´entre lah ovejah, nombraron de jefe a un cabrón. Se cruzaron lah espáas, es qué, formando un arco. Y por debajo el arco pasó el cabrón, seguío e toah lah ovejah. Tomaron suh guenoh cachoh e chicha, y enterraron la pluma e ganso ebajo d´iun castaño:


‘‘De ahora en adelante se cortan las amarras, y el que se cae al agua se lo lleva la corriente!’’


Loh pobreh escucharon el ruido e sableh, solamente, porque aún leh faltaba entendimiento.


Sólo algunoh oriundoh, habían comprendío la palabra d´iotro lugareño poure, que había encendío un chonchón en el corazón e lah salitrerah, muchoh añoh anteh. Pero, mi caallero, pa quemar lah cohtumbreh - que son como lah mulah empacáh -, no basta na con un chonchón. Hace falta una hoguera.


El río s´hizo más grande, entonceh. Máh grande s´hizo el río que separaba a loh pobreh e loh ricoh. Y caa cierto tiempo, el río se teñía e rojo, y pasaban flotando loh dehcontentoh, camino hacia el mar eterno...


Entre terremotoh y temporaleh, entre decretoh, muerteh y leyeh, e la pobreza del poure jueron saliendo lah riquezah:


‘‘Te lo juro, amor, a Disneylandia, con todos los chiquillos, para las Navidades!’’, ecían loh del billete largo.


Pero así como el agua quieta se esehpera y tiembla, y gorgorea, cuando la abraza el fuego, así hervía la poureza en el ‘‘estomo’’ el poure.


Pero naiden le ponía remedio a la miseria. Así es que así las cosas, un dotor, oriundo de aquellah tierrah, icen es qué, salió por loh cerroh y arenaleh, amarrao a lah lianah e trigo, sujetándose en lah correah e loh tornoh, en otrah, amarrao con hebrah e cobre, haulándole al pobrerío:


‘‘¡Como la gavilla de trigo hay que juntarse, como la viruta debajo del torno!’’, es que icía el dotor.


Y con el dotor andaan unoh güainah, que aproechando lah algah marinah con lah que andaban amarraoh, lah tensaan como cuerdah e guitarra, y se ponían a cantar:


‘‘Levántate, y mírate las manos...’’ Y el pourerío se hacía la ilusión que cortaría lah amarrah e su miseria.


Ahí mehmo, el cabrón de lah ovejah, agitó el cencerro, con tanta juerza, que se dehprendieron algunah moneah de la bolsita, y lah ovejah corrieron con la idea de poner el hocico ebajo´el cencerro. Pero sucedió que en su loca carrera, lah ovejah pasaron por el medio d´iunoh zarzaleh, y allí quearon enredáh. Y no podían salir del enreo, tironea que tironea. ¡Y benaiga Dioh, ígame uhté! Cuando lah ovejah salieron por fin del zarzal, no eran na ovejah, mi caallero, eran loboh. La piel de oveja se leh había quedao enredá en lah zarzah, ¡es qué!... Y d´iahi viene el dicho, ese: “lobos con piel de ovejas”. Ya, entonceh, al ver éhto el cabrón:


‘‘Se cierran ambas Cámaras hasta nueva orden!’’, dijo. Y se sacó la piel de oveja: ‘‘Preparen las fosas’’ -, agregó.


Lah manáh de loboh aullaban en medio e lah ciudadeh y campoh, según contaban loh viejoh, rompiendo a dentelláh lah amarrah de familiah enterah que s´iban güardabajo e loh cerroh, ¡con chiquilloh chicoh, ígame uhté! Lah maireh lloraban por loh caminoh y plazah, por lah cárceleh y cementerioh, buhcando a suh hijoh desaparecíoh...


Y como el río leh queó chico a loh loboh, pa echar tantísimo muerto, el mar jue la fosa común d´ese pueulo...


‘‘Superarán otros hombres este momento gris y amargo’’, eh que dijo dijo el Dotor entre lah llamah e La Monea, cuand´iba cayendo cerro abajo. Mientrah su gente dihcutía ‘‘¡que sí, que sí, que tú teníh la culpa! ¡Que no, que no, que la culpa eh tuya!’’. ‘‘¡Yo digo ésto, que yo digo est´otro!’’. Y loh loboh, déle bala contra el pourerío que arrancaba a la dehbandá. Y uhted sae, mi caallero, n´uhay soga firme si no s´iunen loh cáñamoh.


Así eh que ya…, casi sin darse cuenta, loh humirdeh y suh defensores, jueron cavando lah zanjah a su alreedor, defendiendo suh razoneh: ‘‘¡Que sí, que sí!’’ ‘‘¡Que no, que no!’’. Y lah zanjah se agrandaban, separando los peazoh e tierra, empezando a formar ehte archipiélago.


Cuando cayó la última bomba en la Casa e Gobierno, lah zanjah s´hicieron tan projundah, que loh peazoh e tierra d´ese paíh, angohto y largo, salieron navegando a la deriva, con la gente arriba d´elloh, gritando enardecía: ¡que sí que sí!, ¡que no, que no!, mientrah loh loboh dihparaban a mansalva y seguían echando gente al mar.


Milloneh d´islah, comenzaron a navegar por cieloh y mareh, alejándose unah di´otrah... Y se ehcucháan lah voceh, lejanah, perdiéndose detráh e la neulina : ‘‘ ¡que sí, que sí!’’.... ‘‘¡que no, que no...!’’ Cad´uno en su´ihla…, navegando a la deriva..., caa veh máh separao un ihlote d´iotro…


Y dicen que loh loboh enriquecíoh, se quearon con lah güellah e lo que jue aquella larga faja´e tierra..., se quearon con el mejor piazo el archipiélago. Y fíjese uhted, pa que vea cómo son lah cosah: esoh loboh enriquecíoh, se pusieron tan ambiciosoh y soberbioh, que - según contaan loh viejoh - llegaron a tranjormarse en jaguareh.


Y yo no sé si será verdá, pero loh viejoh ecían, que en esa huella larga y angosta, a pesar qu´ian han pasao y pasao loh añoh, algunah nocheh, mientrah loh jaguares duermen, dehde suh entrañah mehmah, leh parece ehcuchar tuavía el rumor de loh antiguoh dehfileh…, y creen ver banderah agitándose... Entonceh, loh jaguareh, eh qué, se dehpiertan por medianoche sobresaltaoh, “difariando”, remeciendo a su jaguara:


- ¡M’hijita, la pesadilla, otra vez! La misma pesadilla: soñé que yo era un cabrón! ¡Y que los archipiélagos querían volver a unirse, para ver salir el sol detrás de las montañas....!






Nelson Villagra G.

La Habana, 1979.

jueves, 4 de febrero de 2010

EL POETA ASESINO

de Eduardo Chillida, El peine del viento





NOTA: Sólo he cambiado los nombres de los personajes y he puesto un título. El resto, es casi un registro textual.



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Querido Guille. Inolvidable amigo. Me toca hoy a mí despedirte, y despedirte para siempre... Nicanor Parra ya lo dijo: “La partida tenía que ser triste, como toda partida verdadera...”
¡Qué puedo agregar yo ante tamaña congoja...! Aquí está tu mujer, Carla..., y Rebeca, tu hermosa hija. Aquí estamos tus amigos, numerosos como puedes ver, ante tu féretro. Bien, no vamos a discutir si ves o no ves, yo sé que a ti te molestaba la catacresis en el lenguaje coloquial. Como científico, exigías objetividad a la palabra. Por eso mismo escuchábamos con tanta atención tus opiniones, con tanto respeto y admiración.
Tu mujer y tu hija no me dejarían mentir, de manera que si digo que tu perspicacia y lucidez para hacer un comentario crítico eran de envergadura salomónica, solamente estoy expresando la estricta verdad. ¡Con qué sutileza sabías desmenuzar un poema, una obra literaria! No miento al decir que ni Alejo Carpentier ni Borges, sabían calar tan hondo como tú en la apreciación de un texto literario. ¿Derrida, tal vez...? No te gustaban las metáforas en el habla cotidiana:
- Se prostituyen – decías -. Hay que preservar las metáforas para la palabra escrita, porque con ellas el lector asciende como el príncipe al oráculo... Por ejemplo tu poesía, Carlucho - me elogiabas -, tiene la grandeza de una pirámide. ¡Hay que ascender a ella!
Confieso que la primera vez que hiciste un comentario de ese tipo a propósito de mis poemas pensé que bromeabas. Pero no, lo decías muy en serio:
- Carlucho, tú no sabes el gran poeta que eres, me repetiste muchas veces. ¡Qué bien escribes, Carlucho! Créeme que te envidio. A veces - agregabas -, estoy entre las cubetas del laboratorio, y repito versos tuyos que acuden a mi espíritu al azar, y me digo, “Carlucho, como todo gran creador, no sabe lo grande que es”. Créeme - me insistías -, cuando repito tus versos, me emociono una y otra vez. En esos instantes, detengo mi trabajo, me acerco a las ventanas del laboratorio. Y dejo que mis ojos se humedezcan plácidamente, invadido por la belleza de tus palabras, Carlucho, de tus sinécdoques: “Lluvia, no me mojes tanto/ que de lágrimas estoy ahogado”... ¡Hermoso poema! ¡Cómo es posible que un hombre sea capaz de generar tanta belleza! ¿Y sabes, Carlucho? – me insistías -, cuando ya parece que mi alma se aquieta, me emociono aún más, pensando en tu modestia. ¿Por qué no publicas, Carlos? ¡Debes hacerlo! ¡Carlucho – me remecías de los hombros -, debes romper tu actitud de no poesía!
¡Ah, querido Guille! ¡No me avergüenzo de contar todo esto, aquí delante de tu féretro, ante tu mujer y tu hija además de tus amigos:
- ¡Eres un egoísta! - me reprendías -. ¡Cómo se te ocurre jugar al poeta anónimo! ¡Tu poesía no existe si otros no la leen! ¿Tú crees que es fácil hoy en día – me decías con pasión - encontrar otro poeta que encuentra sus pares solamente en Virgilio, Dante, o tal vez en algún soneto de Shakespeare? ¿Crees tú que es justo que todos los poetillas de este país publiquen sus ridiculeces con el nombre de poesía, y tú, negándote a dar el paso, el salto definitivo? ¡Si tú escribes muy bien, Carlucho! ¡Convéncete! Pero el resultado de tu modestia es que escribes “no poesía” - fíjate, eso es más que un antipoema, Carlucho -, porque en nadie resuenan tus versos. Y citabas al azar alguno de mis versos: “La noche/ llora estrellas/ porque nadie la comprende...” Y continuabas reprendiéndome: ¿Quién ha dicho esa maravilla en este país? ¿Ah? ¡No te quedes callado, Carlucho! ¿Sabes? - me decías -, me obligarás un día a entrar furtivamente en tu escritorio, robaré tus escritos y los llevaré a un editor. ¡Yo no puedo permitir que el Hombre, sea menos humano porque no conoce los poemas de Carlos Amaro Rojas!”
¡De manera que cómo decirte adiós, querido Guillermo Shwinsky! Mirándote ahora, dormido, se me vienen a la cabeza los versos de otro de tus preferidos, Manrique: “Recuerde el alma dormida/ avive el seso y despierte/ contemplando/ cómo se pasa la vida,/ cómo se viene la muerte/ tan callando...” Recuerdo, querido amigo, cuando insististe en presentarme a Armando Uribe.
- Ese es un hombre que aparte de sus pocos amigos, se ha hecho de varios enemigos porque dice la verdad, me dijiste. Y cuando Armando se equivoca también lo hace de verdad. Quiero que Uribe Arce conozca tus poemas.
Ay, querido, Guille, no paraste hasta que conseguiste una cita con él... Cita a la que nunca llegué, tú lo sabes..., nunca llegué. Sé que me esperaron durante dos horas. Me esfumé... Simplemente me esfumé.
- ¡No quiero verte llorar sobre tus poemas! ¡Desaparece de mi vida por lo menos un mes!, me gritaste...

Vagué de café en café ensuciando las nobles servilletas con mis atragantos versificados... “La princesa está triste/, qué tendrá la princesa...”, parodiaban mis alumnos a Darío, burlándose a mis espaldas mientras yo escribía en el pizarrón el tema del día...
¡Ay!, querido Guille!... Qué consolador fue para mí sin embargo cuando antes de un par de semanas escuché la voz de tu mujer al teléfono:
- ¿Carlos? – me dijo Carla -, es necesario que vengas a casa. Guillermo quiere hablar contigo a propósito del cumpleaños de Rebeca.
¡Inolvidable amigo! Ahora que has muerto, ante tu féretro me atrevo a develar el secreto. En realidad no me llamaste para hablar de Rebeca. Sucedió que te habías topado con uno de mis poemas traspapelado entre tus documentos del laboratorio. ¿Te acuerdas?
- Toma, me dijiste - lanzando la hoja sobre tu escritorio. Caminaste hacia la ventana y de espaldas a mí, antes que yo alcanzara la hoja, preguntaste emocionado: - ¿Cuándo escribiste eso...?

No lo sé, fue mi respuesta. No tengo el hábito de poner fecha a lo que escribo.

- ¡No! ¡Déjalo! ¡No lo toques! -, ordenaste. Y girándote me dijiste cara a cara: ¡Un hombre como tú no merece haber escrito ese poema! Tal vez en lengua castellana jamás se hayan escrito versos tan sublimes y profundos... Si tú hubieras nacido en Francia, Rimbaud y Verlaine serían hoy poetas olvidados. Dejaste una pausa: ¿Sabes que por fin se ha decodificado el genoma humano?, me preguntaste...
La pregunta me desconcertó... Y tú entonces, agregaste:
- Para que sepas, ese poema tuyo ¡decodifica el genoma del alma humana! Y enseguida me gritaste: ¡Bruto! ¡Onanista! ¡Estás enfermo! ¡Vete a ver un doctor, que te encierren en una celda, que hagan algo, – comenzaste a pasear por tu estudio, furibundo -, porque tengo ante mi vista al monstruo del egoísmo...!
¡Cómo te exasperaste, Dios mío!... Guille, te dije, tú crees demasiado en mí, y no es para tanto... Pero ya no me escuchabas...
- ¡Y no se te ocurra comentarle algo de esto a mi mujer o a Rebeca! Mañana hablaremos del cumpleaños de Rebeca. Pero yo tenía que decirte esto. Y te lo voy a poner definitivo, agregaste concluyente: Debido a la admiración que tengo por tu talento he tomado la siguiente decisión: si en el plazo de un mes, a contar de hoy, no haces ninguna gestión para publicar tus poemas, quiero que nunca más nos llames ni a mí ni a Carla ni a Rebeca. Fíjate bien en lo que digo: sólo te pedimos una ¡gestión!... No sabes cuánto me duele lo que digo, murmuraste. Me angustia tu desprecio por tu propio talento, ¿entiendes? Yo debo operarme de una hernia el próximo lunes, luego que celebremos el cumpleaños de Rebeca. Será cosa de tres o cuatro días. De manera que estaré vigilante de tus gestiones, ¿está claro?...
Gracias, Guillermo, fue todo lo que atiné a decir, y comencé a salir cabizbajo.
- ¡Espera!, dijiste estirando tu mano. Toma, llévatelo. Ese poema debe ser el epílogo de tu libro.... Si algún día decides que los editores lo conozcan, se pelearán el privilegio de publicarte...

¿Quién podrá llenar este vacío sideral que nos deja tu partida, Guillermo Shwinsky? ¿Será capaz el Tiempo de consolar a tu querida mujer y a tu adorada hija?... ¿Tú crees que me consolaré leyéndole a los muchachos pasajes de Dante o de Virgilio, para que luego en la prueba, los alumnos confundan Virgilio con vigilo y diantre con Dante?... Valoraste con tanta rigurosidad mis modestos poemas, que dudo mucho que pueda encontrar un crítico, un editor que tenga tu sagacidad:
“¿Frémito bréfico/ de mis pegásides,/ azanca que emerges como emesis/ de mi corazón exangüe...?”, citabas inspirado otro de mis poemas, para enseguida decirme alterado: ¡Dime, dime, Carlos Amaro Rojas!, ¿qué otro poeta ha escrito versos tan depurados en lengua castellana?...

Ay, Guillermo, querido amigo, despidiendo hoy tu cuerpo inerme, me dan ganas de gritar ¡septicemia traidora...!, te llevaste a Guillermo, obedeciendo a tu patrona que a todos nos espera con la guadaña en la mano. Recorriste sus venas, sus células con tu ponzoña... Septicemia generalizada, fue el fatídico diagnóstico de la medicina...
Sin embargo, yo te despido, querido Guillermo Shwinsky ante tu mujer, tu hija y tus amigos, confesando un tremendo cargo de conciencia: en el fondo de mi alma de modesto escribidor de versos, sé que ayudé a tu muerte... con mi excesiva modestia...

jueves, 21 de enero de 2010

Chilean analysis, o tranquilo el perro











¡Qué le pasa, mi amigo! ¿Por qué preocuparse? ¡Y qué! ¿Que ganó Piñera? ¿Que perdió la
Concerta…? ¡Y qué! Tranquilo el perro… Si usted es de los que ha estado ganando plata con la política de la Concerta, va a seguir ganando plata con la Alianza por Chile. Tiene asegurada la continuidad del neoliberalismo por otros 4 años. ¿De qué se queja? Usted es de los ABC1. ¿Qué le hace el agua al pescao?

Ahora, si usted es “de las chacras”, quiero decir, que perteneciendo a la eufemística escala social, esa de los C2 Y C3 (clase media, tirando pa “medio pelo”), y peor aún, si pertenece a los D y E - casi codeándose con los torrejas, por ser usted de la clase obrera y de los trabajadores más pobres -, si usted es de esos, ¡qué quiere que le diga, mi amigo…!

Le voy a ser franco: si hay alguna epidemia en este mundo que no es contagiosa, esa es la riqueza. Así es que si usted creyó que votando por un millonario, lo infectaría alguna bacteria… Ya sabe…, en ese caso usted no es de las chacras. A usted, seguro que le cantan aquello de: “¡Cómo no te han de llamar/ mata de, mata de arrayán florido!”

Y no me venga ahora conque si la segunda vuelta hubiera sido entre Seba y ME-O… ¡Que no! Que este último, aún es una ponchera recién revuelta. Hay que esperar que se aconchen las presas todavía, pa saber qué tal es ese ponche.

Así es que, tranquilo el perro. Piñera, viene al pelo pa seguir la fiesta. Fueron, seis millones, novecientos cuarenta y dos mil seiscientos un (6.942.601) electores, que decidieron darle continuidad al neoliberalismo, administrado eficientemente durante 20 años por la Concerta. Seguro que entre alguno de esos seis millones de votos está el suyo… ¿O usted se fue en la onda del amurrao?






Tranquilo el perro… Usted, siga dándole altos rating a los programas que usted mismo ha convertido en los más populares. Esos, que le han ayudado a entretenerse tanto, que usted se va a morir de la risa por cuatro años más, mientras le seguirán pasando gatos por liebre. ¡Además, la cultura de masas está tan interesante! Ahora las telenovelas se han transformado en tetanovelas, y algunas señoras piensan que sería justo que también derivaran en penenovelas.

Tranquilo el perro, compatriota… ¡Qué diablos! “El carácter del hombre hace su destino”, dicen que dijo un caballero que le gustaba tomar caldo´e cabeza. Así es que, si usted está entre los seis y tantos millones que se encuentra conforme con el rumbo que se sigue allí en la larga faja, mejor boquita cómete un pavo.

¿Que la Pacificación de la Araucanía, se está reeditando con descaro?: “Bah, total, son mapuche”. Como ayer, quizás, dijeron de usted mismo o de su pariente desaparecido o exiliado: “Total, es marxista”. ¿Que según los peladores, el 66% de los chilenos no lee un libro en el año? “Bah, es que es más entretenido chuparnos la sangre unos con otros”.



 


Aunque, ¡chante la piola! La última cifra sobre la lectura, significaría a vuelo de pájaro, que de los seis y tantos millones de electores que votaron por Frei y Piñera, más de cuatro millones y medio no había leído un libro durante un año. “¡Chis!, así cualquiera gana, pus!”

Según el historiador Gabriel Salazar, cuenta que unos médicos copuchentos han dicho que el 46% de los chilenos padece de neurosis o depresión. Dato del cual se puede colegir que más de 3 millones de los electores, pudieron estar bajo padecimientos de una neurosis, o de una depresión en las dos últimas elecciones. Asunto que ayudaría a comprender no sólo los recientes actos electorales, sino sobre todo, el afán de muchos chilenos que desean vivir muertos de la risa, con la cabeza bajo la arena.

Tranquilo el perro... Siga gozando o sufriendo – según el peldaño que usted ocupe en la escalera chilena - el magnífico modelo que hace ganar plata a los que tienen plata. Tranquilo... Puede seguir en la cultura de la farándula, mientras le venden a los extranjeros la mitad del país. Tiene tiempo. Porque probablemente pasarán varios años, antes que en mi “largo pétalo de mar/ y vino, y nieve…”, se levante una verdadera alternativa de izquierda.

Una izquierda que nos ofrezca una cultura no solamente de alegría o para soñar, sino, al contrario de anestesiar nuestra conciencia crítica – como ha sucedido en los últimos veinte años -, nos ofrezca una cultura que despierte y desarrolle nuestra conciencia para avanzar hacia un país digno y desarrollado.

Personalmente, esa izquierda no la necesito expropiadora, ni con partido único, ni dictaduras de ninguna especie. Me basta que aspire con sinceridad a un reparto equitativo, e igualdad de oportunidades: “De cada uno según su capacidad, a cada uno según su trabajo”.

sábado, 9 de enero de 2010

Interviú en Chile

Dalí



“CHIPILEPE, 10 JANUARY: IPINCEPERTIPIDUPUMBREPE APANTEPE EPEL DIEPICIEPETEPE DEPE EPENEPEROPO”

-¡Ciupadapanapos!

-¿Ah?

-¿Quepe nopos upunepe epen epenstepe ipinstapantepe?

-El asaíto después de ir a votar, pus jefe…

-¿Quiepen nopos llapamapa?

-Era la patrona, jefe. Con esto de los celulares me tienen cortito…

-¿Epencependipidapas lapas pupilapazapas ypi frepenépetipicapas lapas mapanopos?

-¡Ah…, bueno, no! Yo le había entendido… Esos otros, son los candidatos, pus, jefe…

-¿Apa quepe viepenepe epesepe clapamopor quepe sopor epel apairepe sepe deperrapamapa

-¡Es que vamos al mundial de Sudáfrica, caballero…!

-ypi repentumpumbapa epen epel coponfipinopo?

-Sí, claro, retumba, porque esta vez el loco Bielsa se trajo un bombo legüero desde Argentina, jefe. ¡Chichichi, lelele, viva Chile, mierda!



“¡EXIJO UNA EXPLICACIÓN!”, decía Condorito.

Santiago de Chile, 10 de enero, 2010.

sábado, 2 de enero de 2010

TU PATRIA DE LUZ TE ESPERA...


Nelson Villagra en El Señor de las Luces



Los finales de Año, conservan un hálito misterioso que nos incita a enviar buenos deseos a personas que tal vez no les volveremos a escribir en el resto del año.

Y ese hecho suele provocar encuentros y reencuentros inesperados, sobre todo entre los adultos. Los años, pese a que tienen la desventaja de alertarnos que el tiempo pasa, nos permiten sin embargo apreciar con mayor profundidad las vueltas y sorpresas infinitas de la vida humana.

Con el flaco Mario, mantuvimos una intensa amistad de infancia y adolescencia avanzada, en mi ciudad natal, Chillán. Amistad que se fue diluyendo cuando yo me fui a estudiar teatro a la Universidad de Chile, en Santiago.

El flaco Mario, era estudiante de “bel canto” en la Escuela Artística de nuestra ciudad. Y algún tiempo después, cuando yo regresé ocasionalmente de vacaciones a Chillán, mi amigo Mario era chofer de buses urbanos. Pero en uno de esos regresos, me contaron que el flaco Mario se había ido de Chillán con rumbo desconocido.

De aquel tiempo han pasado más de 50 años. Y de pronto, ¡sorpresa! El flaco Mario aparece ahora, luego de esos casi 60 años, escribiéndome una larga carta a mi dirección de correo electrónico.

Carta, que me resultó absolutamente sorprendente, porque su contenido contrasta tanto con la personalidad de su infancia y adolescencia. Y como él me ubicó a través de mi blog, me permití pedirle autorización para publicar un fragmento de su vida:

“…Algo parecido – dice en una parte de su carta -, me sucedió cuando me abandonó mi primera mujer, Ginette, dicho sea de paso, un magnífico ejemplar de mujer mestiza. ¡Uf! Lo que se dice, una hembra, mi amigo! ¡Con unas piernas largas, como suspiros de amor! ¡Uf! ¡Me enamoré como un loco!

La saqué de la segunda fila de un cuerpo de baile de mala muerte en Buenos Aires, y me la llevé en gira artística hasta el Caribe... En ese tiempo yo me dedicaba al ilusionismo bajo la tutela de mi maestro Emad Mahmoud, originario de Bagdad. ¡Como hijos nos quería Emad, a Ginette y a mí!...

A su muerte, Emad Mahmoud, nos dejó en herencia un magnífico número de ilusionismo. Metida dentro de un ataúd, yo cortaba a mi mujer en cuatro partes, separando los trozos de la urna. Y al toque mágico de mi bastón sobre las partes cercenadas... ¡Para qué te voy a contar! ¡Era un número extraordinario! ¡Lo que se dice un éxito! Ginette y yo recorrimos una y otra vez todo el Caribe y Centro América, llenando teatros, carpas y galpones, asombrando a cultos e incultos, a civiles y militares…

¡Pero mi amigo! La verdadera traición tiene un cuchillo que mata: es la sorpresa, lo imprevisto, lo insospechado. Un día, durante el número aquél del ataúd, Ginette, aprovechando su desaparición momentánea, se fugó con nuestro empresario, un polaco inmigrante que hacía un pingüe negocio adicional recolectando mujeres para los ricachones de Las Bahamas.

-"¡Quién! ¿Ginette? ¡Infelices! ¡Mal nacidos!", les gritaba yo a los hombres que me daban la noticia en los bares del puerto de Maracaibo.

Defendiendo el honor de mi mujer me trencé a golpes innumerables veces aquella noche. Hasta que revolcado en petróleo, más negro que los negros del Caribe, y con el ron saliéndome por las orejas, desperté al día siguiente, botado sobre unos deshechos del puerto...

Y así, como una aparición de ultratumba, pringado de petróleo y ahogado por la humedad caliente de Maracaibo, caminé en dirección al hotelucho en donde pernoctábamos. Con la esperanza que allí estaría Ginette, como otras veces, frente al espejo, poniéndose sus grandes pestañas que le daban ese aire de egipcia melancólica...

¡Pero no! La egipcia traicionera “se había cansado de ser descuartizada todas las noches”. Así decía la carta clavada en el marco del espejo... Para qué te cuento, mi amigo. El vacío que deja una traición hiela hasta la pepa del alma.

Salí sin rumbo del hotel, chico. Asimismo, sin asearme... Embadurnado de petróleo yo parecía un susto caminando.

Pregunté, rogué, imploré..., pero todo el mundo me volvía la espalda... Aquella mañana – paradojas de la vida - yo era el monstruo que había inducido a mi mujer a vender su cuerpo y su alma. Figúrate, yo, "el pichichu", ¡las mujeres te ponen cada nombre!

Con la vista perdida, arrastré mis pies y mi soledad buscando el lugar más alto de Maracaibo... Todo había terminado para mí... ¡Pero he ahí, que un rayo de luz radiante fulminó a la Parca montada en mis espaldas aquella mañana! ¡Era la Luz de mi salvación, recordado amigo!

Allí, en el puerto de Maracaibo, justamente, en el infierno mismo, un santón persa de luengas barbas y túnica blanca estaba ante mí. Me dijo:

-"Salud a ti, buen hombre, que vives entre los malvados, y luminoso en medio de las tinieblas"-...

Caí de rodillas, te lo juro, sin saber cómo. Y sin mi voluntad también, mi voz preguntó:

-"¿Cómo están nuestros padres, los Hijos de la Luz, en su ciudad?"

Y aquél Espíritu Viviente me contestó tan dulcemente:

-"Están bien"...

Entonces, miré en mi derredor…, y rompí en llanto. Mi voz brotó como león rugiente, te lo juro. Mesándome los cabellos golpeé mi pecho y dije: -"Maldito, maldito sea el creador de mi cuerpo, el que unió a él mi alma, y los rebeldes que me sojuzgaron!"...

Pero en medio de mis llantos, aquella forma de hombre que seguía estando a junto a mí, me reveló entonces que no era el Señor quien había creado mi cuerpo, sino el Demiurgo. Agregando:

-"Limpia tu rostro, limpia tus manos, limpia tu alma. Tu Patria de Luz te espera"...

Y entonces, su figura se diluyó en el éter… Y yo me quedé allí, de hinojos, con los brazos abiertos en cruz, como un coral negro a causa del petróleo que aún me pringaba. Cegado por la pesada luz caribeña y por mis lágrimas negras, quise... ¡Ay, mi amigo! Es una historia muy terrible…

Quiero que sepas, recordado amigo, que la salvación tiene un camino largo y zigzagueante... Luego del momento de la revelación, continúa la práctica cotidiana, tumba del espíritu... Renunciar a los sentidos no es nada fácil, amigo, nada fácil...

Pero hoy, limpias mis manos y mi alma, aquí vivo, en un cerro de Caracas, sanado y sanando a los hermanos iniciados que quieren acercarse a la luz… Pronto viajaré a Irán, en busca de las fuentes de Manes, el profeta de la Luz…”

Releo su carta, y no me encaja. No me encaja de santón, mi amigo chillanejo, el flaco Mario… Pero claro, han pasado más de 50 años. El flaco, según me cuenta, antes de la “revelación”, fue masólogo y quiromántico. Estuvo preso dos años por falsificación de documento público, en Veracruz, en fin…, hasta que conoció a su maestro Emad Mahmoud y a la “egipcia traicionera”...

“Me despido, dice al final de su carta, con la esperanza y los buenos deseos que en el 2010, tú y los tuyos, sepan cultivar la buena energía que nos dona nuestro Padre de la Luz”...

miércoles, 23 de diciembre de 2009

COPENHAGUE, O LA PARADOJA DE FERMI






La verdad es que para resumir la lamentable, o quizás trágica reunión de Copenhague, bastaría con servirnos de algunos títulos de películas: “Ambiciones que matan”; “Una Muerte Anunciada”; “Destino fatal”; “Al pie del Patíbulo”; “Solo, ante el peligro”; “Lo que el Viento se llevó”…, "2001 Odisea en el espacio" , etc., etc., etc.



Seguramente usted podría agregar títulos más acertados que los míos. Y enseguida, podríamos continuar recordando dichos populares, como “aquí se paró el burro a mear”; “los muertos no hablan”; “el que calla otorga”; “hacerse el sueco”; “después de mí el diluvio”.

Sin duda, también puede usted recordar varios otros refranes que podrían resumir lo que pasó y no pasó en la dichosa reunión. Pero al mismo tiempo esos refranes populares y los títulos de películas reflejarán y reflejan lo que pasa con nosotros, habitantes de este globo azul, incapaces - la gran mayoría - de defender la salud del planeta, aunque en ello nos vaya la vida.

Energía; luz; fuego; rocas y mares; animales y árboles; jóvenes y viejos; recolectores; productores y consumidores; multimillonarios y pobres; gobernantes y gobernados, todos, hemos emergido de una tal increíble casualidad del cosmos, que jamás percibiremos que por la misma causa somos increíblemente vulnerables a la vez.



Porque, señores, la pura y santa verdad: EXISTIMOS DE PURA CASUALIDAD, Y COLAPSAREMOS DE PURA IRRESPONSABILIDAD.

Recuerdo que mi amigo Merardo, cantaba unos versos, susurrados:

Este mundo gira y gira
Con la gente toda arriba
Se domina con la vista
El espacio sideral
Ay, qué bien hecho!

No compramos los pasajes
Pero vamos en el viaje
Aunque nadie sabe adónde
Ni se ha visto al Capitán
Ay, qué bien hecho!

Somos aves migratorias
Semejantes a galaxias
Nuestro viaje al infinito
Es la única esperanza
Ay, qué bien hecho!

Hoy, esa cancioncita me recuerda lo que dijo un famoso sociólogo, Marshall McLuhan: “No hay pasajeros en la nave espacial Tierra. Todos somos tripulantes”.

Y aunque a muchos les siga asustando el marxismo, una tesis de éste, dice: “Las condiciones económicas determinan en última instancia”. ¿Porque no es acaso esa la causa de fondo que tuvieron en mente los gobernantes del mundo en Copenhague?

Enrico Fermi, el famoso científico italiano que trabajó en el “Proyecto Manhattan”, cuyo fin fue el desarrollo de la bomba atómica estadounidense, hizo una reflexión que creó lo que se conoce como la “paradoja de Fermi”:

“Es la contradicción entre las estimaciones que afirman que hay una alta probabilidad de existencia de civilizaciones inteligentes en el universo, y la ausencia de evidencia de dichas civilizaciones”.



“La respuesta de Fermi a su paradoja es que toda civilización avanzada desarrollada en la galaxia, desarrolla con su tecnología el potencial de exterminarse, tal y como percibía que estaba ocurriendo en su época (1950). El hecho de no encontrar otras civilizaciones extraterrestres implicaba para él un trágico final para la humanidad”.




Amiga lectora y lector, deseándole felices fiestas, y un Nuevo Año repleto de irresponsabilidades, colectivas e individuales, le recuerdo aquello de “polvo eres y en polvo te convertirás”, aclarando que se trata de polvo de estrellas.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

¡QUÉ ALIVIO, MI GENERAL!


El General Ricardo  Izurieta

SANTIAGO, 9/12/09.- “LAS CULPABILIDADES ESPECÍFICAS OBEDECEN A PERSONAS Y NO A INSTITUCIONES”. Con estas palabras, el comandante en jefe del Ejército, general Óscar Izurieta, se refirió al último fallo del juez Alejandro Madrid, que acaba de calificar como homicidio la muerte del ex Mandatario, Eduardo Frei Montalva, en 1982, y en el cual están implicados varios miembros del Ejército.

Qué oportuna su declaración, mi general: ¿u séase que los bombazos a La Moneda el 11 de septiembre en 1973 fueron arrancá de tarros de los pilotos?

¿U séase, mi comandante, que entonces es verdad que el Ejército de Chile y las FFAA, fueron infiltrados por una banda de forajidos, quienes por su cuenta asesinaron, torturaron, hicieron desaparecer, y se robaron la plata, durante la dictadura de Pinochet?

¿U séase, que la medalla que le pusieron a Pinochet como General Benemérito de la Patria, conociéndose todo lo que había robado y mandado a matar (entre otros al general Prats), fue una simple arrancá de tarros del oficial que se le ocurrió ponerle la medalla en el pecho, y no por acuerdo del Cuerpo de Generales del Ejército?

¡Uuuuy, no sabe qué alivio me reporta su declaración, general! Ya me decía yo: ¡cómo va a ser posible que el Ejército sea responsable de tantas aberraciones como las que se cometieron durante la dictadura del benemérito!

¡Figúrese usted! Acusar de crímenes al Ejército y a nuestras FFAA, instituciones que se nutren en la doctrina que se inspira en esa hermosa cueca chilena:

“no me tirís con rosas
allá va allá va, que tiene espinas
tírame con violetas
allá va allá va, que son más finas”.

sábado, 5 de diciembre de 2009

MOISÉS 2009

General Izurieta


SANTIAGO, 9/12/09.- “LAS CULPABILIDADES ESPECÍFICAS OBEDECEN A PERSONAS Y NO A INSTITUCIONES”. Con estas palabras, el comandante en jefe del Ejército, general Óscar Izurieta, se refirió al último fallo del juez Alejandro Madrid, que acaba de calificar como homicidio la muerte del ex Mandatario, Eduardo Frei Montalva, en 1982, y en el cual están implicados varios miembros del Ejército.

Qué oportuna su declaración, mi General: ¿uséase que los bombazos a La Moneda el 11 de septiembre en 1973 fueron arrancá de tarros de los pilotos?

¿Uséase, mi Comandante, que entonces es verdad que el Ejército de Chile y las FFAA, fueron infiltrados por una banda de forajidos, quienes por su cuenta asesinaron, torturaron, hicieron desaparecer, y se robaron la plata, durante la dictadura de Pinochet?

¿Uséase, que la medalla que le pusieron a Pinochet como General Benemérito de la Patria, conociéndose todo lo que había robado y mandado a matar (entre otros al general Prats), fue una simple arrancá de tarros del oficial que se le ocurrió ponerle la medalla en el pecho, y no por acuerdo del Cuerpo de Generales del Ejército?

¡Uy, no sabe qué alivio me reporta su declaración, General! Ya me decía yo: ¡cómo va a ser posible que el Ejército sea responsable de tantas aberraciones como las que se cometieron durante la dictadura del benemérito!

¡Figúrese usted! Acusar de crímenes al Ejército y a nuestras FFAA, instituciones que se nutren en la doctrina que se inspira en esa hermosa cueca chilena:

“no me tirís con rosas
allá va allá va, que tiene espinas
tírame con violetas
allá va allá va, que son más finas”.

domingo, 22 de noviembre de 2009

LOS LISTÓCRATAS


Otto Dix

Pobre de mí, por pura curiosidad se me ocurrió leer completo el Informe Global de la Corrupción 2009. Lectura “no recomendada para señoritas”, si es que desean preservar la inocencia. Sobre todo, porque dicho informe es elaborado por seres humanos, y ya se sabe, “errare humanum est”.

En Chile, hace algún tiempo atrás, dicho informe provocó revuelo porque en un par de líneas - y en medio de casi 300 páginas internacionales, a cual de todas más descarnadas -, se mencionaba al señor Piñera – actual candidato a la presidencia por la Coalición por el Cambio -, diciendo que éste se habría aprovechado de “información privilegiada” para echarse al bolsillo unos cuantos dólares extras.

Sin poder afirmar ni negar el hecho que se le imputa a este candidato, ese chanchullo denunciado es una inocentada si la comparamos con las diversas páginas del aludido informe. Inocentada que dejaría de ser tal, claro está, si en Chile hubiera periodistas dedicados seriamente a la investigación en el campo económico, y éstos escarbaran en el conjunto del empresariado chileno y funcionarios de gobierno de derechas, izquierdas y centro, a través de la historia de nuestro país.

En cuyo caso, le aseguro que descubriríamos que en Chile no han sido los aristócratas, ni demócratas, ni plutócratas ni mucho menos los mesócratas, quienes han sacado más beneficios de la masa trabajadora, sino simplemente los “listócratas”. Categoría ésta, que reúne también a un grupo restringido de privilegiados que saben ubicarse transversalmente en los lugares claves de la economía y del aparato público, desde donde operan en el filo de lo semi legal e ilegal, en pos del beneficio propio. Sólo se sabe de ellos – individuos y/o grupos - cuando alguno comete desmanes económicos que suscitan explosiones imposibles de disimular. Dentro de ese estatus hay gran movilidad social porque brotan como las callampas en cada periodo histórico.

Algunos pretenden que los listócratas serían hijos del economista Milton Friedman. ¡Pero qué va!, quienes piensan así son personas que en todo caso confundieron a Milton Friedman con Milton, el autor de “El Paraíso Perdido” (John Milton), quien señala en su obra, al dios mítico Mammón como el padre de los avariciosos. Deidad, denostada también por los evangelistas Lucas y Mateo, que en algunas traducciones de éstos el mencionado Dios aparece como Dinero. Mammón - ¡qué nombrecito! -, finalmente fue tratado y descrito en abundancia durante la Edad Media.

Pero en fin, buscar las raíces de los listócratas, supone retroceder hasta las primeras hordas de la prehistoria (parece ser parte de la condición humana), si bien es cierto que ha habido periodos históricos en que su proliferación ha sido más fulgurante. Como por ejemplo, en nuestro país, Chile, durante el periodo de la dictadura de Pinochet, y en la medida en que se afincaba el modelo neoliberal flamígero, los listócratas aparecieron como gorgoritos en cazuela hirviendo. Y cómo no, si el Jefe de la banda fue uno de los listócratas de marca mayor.

Y digo “uno de los”, porque ya se sabe que los top top fueron los listócratas que auparon al benemérito para que hiciera el trabajo sucio. Así, ellos, pudieron crear la nueva situación social, política y económica en Chile, adueñándose del patrimonio industrial y financiero para reordenar el capital nacional a su favor. Supieron pagarle al benemérito, es cierto. Pero como buenos listócratas, al General de marras sólo le permitieron meter las manos en el sector público, pero no en el privado.

¡Oiga, oiga!, usted no se me haga el inocente como los alemanes respecto del holocausto judío, diciéndose que no conoce a ningún listócrata – aparte de Madoff, por supuesto. Diciéndose, en fin, que no conoce a ningún nuevo enriquecido en nuestro país, por ejemplo. ¿Ah? Y le advierto: no se me ponga pillo calificando de listócrata a su vecino que de la noche a la mañana amaneció con auto nuevo y se fue a comprar ropa a Buenos Aires o a Miami. No, pus, querido lector (a). Ese vecino, si acaso puede ser un listillo, o un listo o un listorro. Es decir, goteo de los listócratas.

Los listócratas de los que yo le hablo, generalmente se encuentran entre algunos empresarios, en los grupos económicos, y en todo sitio en donde haya posibilidad de ganar dinero de verdad. Otros, están entre aquellos que acumulan inmensas fortunas durante el tiempo en que ejercen un cargo público, y logran desviar fraudulentamente esos activos fuera del país hacia cuentas bancarias personales secretas. Unos y otros, son adoradores del becerro de oro.

Y existe un tercer grupo: son aquellos que habiendo ocupado algún puesto clave como funcionario público, cesan en su cargo para pasar automáticamente al sector privado. De lo que se desprende que hay también bastantes políticos entre los listócratas: los que ejercen la política como un negocio. ¿Le suena alguien…?

El Informe Global de la Corrupción 2009, demuestra “los estrechos vínculos que persisten entre las empresas y los gobiernos, tanto en los países en desarrollo como en los industrializados, y la diversidad de conflictos de intereses, y los riesgos cada vez mayores de que el lobby corporativo tenga una influencia desproporcionada”.

El Informe nos dice que las empresas de la India, China y Brasil son consideradas por sus pares entre las más corruptas cuando realizan negocios en el extranjero (¡y hay que ser “harto corruptas”! para ocupar los primeros lugares, entre tanta corrupción).

Quizás en el caso de Chile, el Informe, ejemplifica una vez más quién tiene el poder en nuestro país, que obviamente no es el gobierno sino el sector privado.

Lo siento mucho por algunos idealistas honestos que trabajan en la Concertación, quienes están engañados en dos cosas: piensan que ellos deciden lo que hay que hacer en el país, y peor aún, hay algunos que creen representar el sentir de la izquierda chilena.

Los listócratas de Chile se podrían nombrar uno por uno, con apellido paterno y materno, con número de RUT, nombre de sus empresas, o cargos públicos que ocupan, etc. Pero a mi juicio son tantos, que impedido de señalarlos a todos, terminaría haciendo una lista discriminatoria. Es preferible que cada lector (a) confeccione su propia lista.

Quizás ésta, también le sirva al momento de elegir a su superior en el centro de trabajo, al presidente en la junta de vecinos, a su edil, diputado, senador, o presidente de la república, etc. Utilizando la lista podría determinar quién de ellos es listo, listillo, listorro o listócrata. No quiero decir sinvergüenza, porque esa es una categoría plebeya, según estos prohombres del capital y del poder detrás de las bambalinas.

En el informe de Transparencia 2009, “se estima que tan sólo en los países en vías de desarrollo y en transición, los políticos y funcionarios gubernamentales corruptos reciben sobornos por un total de entre 20.000 y 40.000 millones de dólares por año, lo que equivale aproximadamente al 20% y el 40% de la ayuda oficial al desarrollo. Y lo que es más preocupante, el problema parece estar agravándose”... ¿En qué vía estará nuestro país…?

Amigo lector (a), podría ponerle muchos más botones de muestra señalados en el Informe, todos para parar los pelos. Pero prefiero que sea usted mismo quien lea la novela de intrigas y colusiones si no lo ha hecho.

Ahora bien. Manejando las cifras mencionadas más arriba, ¿se imagina la envidia que deben sentir los monreros chilenos, carteristas y atracadores? Pobres listorros éstos – “carne de presidio” -, que son denostados todos los días por diarios y TV, precisamente por los listócratas, a quienes en definitiva les conviene la existencia de la pobreza y el desencanto, caldo de cultivo de la delincuencia barriobajera. Distraen el foco de atención.

Nuestros delincuentes criollos, por mucho que se afanen – ¡y se afanan cada día más! -, no pasan de ser pobres tontos útiles, que jamás llegarán a ser, por ejemplo, gerentes de una empresa de seguros, o gerentes de una AFP; empresarios de un colegio privado, o de una clínica privada, o pertenecientes al grupo económico que maneja las farmacias. A ninguno de esos delincuentes criollos les da la labia para ser miembros de dos o tres directorios; lobbystas; asesores; analistas, o miembros del parlamento.

Algunos delincuentes, los más capos, pretenden estar dedicados al negocio de “importación y exportaciones”, porque logran traer y luego desviar a diversos mercados algunos kilos de cocaína y otras yerbas. Pero eso es pan para hoy y hambre para mañana, como se dice. Porque el que tiene realmente la manija de todo eso, es el listócrata.

Y éste, no nos equivoquemos, no necesita tener raíces entre los aristócratas chilensis - aunque muchos de estos últimos se han integrado a la nueva cofradía -, ni de otras latitudes. Su gracia consiste en saber cómo, cuándo y dónde pegar el zarpazo que lo monte en su nuevo nivel económico, allí donde se ubican los intocables. Porque el listócrata sabe que una vez en ese nivel, aparte de algún mal rato, nadie lo desmontará de sus dominios. Se siente seguro en esa cofradía ordeñadora de la fuerza de trabajo nacional, sabiéndose fruto directo del modelo chileno, intrínsecamente excluyente...

¿Y qué, amigo lector (a), ya ha comenzado a hacer su lista? Es probable que haya incluido algún candidato chileno a la presidencia de la república en su lista. Bajo su responsabilidad. A mí, que me registren.

Yo sólo me atrevo a recomendarle a todos los listorros que sueñan con pasar a la categoría de listócratas algún día – y en el Chile actual es el sueño de miles - , que lean el “Informe Global de la Corrupción 2009”, completo. Es la autopsia más certera de los mecanismos internos del mundo del poder económico, y una guía excepcional. Los que aspiran a ser listócratas, encontrarán en ese informe una fuente inagotable de inspiración para sus futuros fraudes.

Para los cuales, tengo la triste impresión que, a menos que exijamos una Constituyente, los fraudes económicos y morales contarán siempre con nuestra complicidad implícita, derivada de nuestra pasividad y actitud sumisa de honestos ciudadanos.