lunes, 29 de septiembre de 2014

"EL MUNDO DE AYER"


Stefan Zweig







De manera imprevista cayó en mis manos, o ante mis ojos, una autobiografía o memorias del escritor Stefan Zweig. Si el autor hubiera estado vivo, pienso que le habría escrito agradeciéndole sus evocaciones y reflexiones de sus años vividos.

Confieso que desconocía su impactante y trágica muerte junto a su esposa. Sólo me enteré de ello luego de haber leído unos tres cuartos de su "mundo de ayer". 

Sin embargo, si impactante es el suicidio de Zweig, no lo es menos su pasión creadora e intelectual. Y quizás, sobre todo la maravillosa oportunidad que le dio su vida de poder vivir, prácticamente de manera exclusiva, haciendo lo que amaba: escribir, crear, viajar, relacionarse con todos los intelectuales que sobresalían en la Europa de comienzos del S. XX. Y por si todo eso fuera poco, el éxito le sonrió desde sus primeros escritos.

Aunque esto último es lo que menos importa en "El Mundo de Ayer" (menos aún le importa al autor). Es su visión, sus percepciones e intuiciones de la época que estaba viviendo (finales del S. XIX hasta las cuatro primeras décadas del S. XX), lo que emociona; son sus descripciones de personajes, situaciones y paisajes urbanísticos las que provocan las intensas reflexiones como lector; es el punto de giro cultural que provoca en el mundo occidental la Primera Guerra Mundial, sus secuelas inmediatas... Es la pausa engañosa en la que germinó la Segunda Guerra Mundial...

En fin, como debido a mi edad tengo un conocimiento general sobre lo que narra Zweig, lo inesperado de la lectura resultó ser su arte narrativo, la capacidad maravillosa de "develar" la historia conocida.

E inevitablemente la lectura de "El Mundo de Ayer" nos incita a reflexionar sobre el mundo de hoy, avanzando hacia la segunda década del S. XXI. Mundo sobre el cual hay mucha lana que tejer...


Tal vez si un intelectual y creador de las características de Stefan Zweig fuera testigo del mundo actual, probablemente volvería a tomar una decisión tan trágica como la de ayer...