De todos los
errores que está cometiendo y cometa en el futuro el “showman” norteamericano,
Donald Trump, suprimir el aporte económico federal a la industria cultural y las
artes norteamericanas, quizás sea el más inconveniente para su país.
La prepotencia y
las invasiones armadas que han efectuado los EEUU a lo largo del siglo XX y lo
que va del XXI, han convertido a ese país en uno de los imperios más odiados en
la historia imperial.
E ironías del
destino: justamente han sido los artistas e intelectuales norteamericanos –
cine, música, literatura, pintura, ensayistas, novelistas, poetas, museos, etc.
– quienes nos han hecho “tolerar” el intervencionismo constante de los
diferentes gobiernos, republicanos y demócratas.
Gracias a los
artistas e intelectuales norteamericanos, las grandes mayorías del mundo hemos recibido
ciertos signos estéticos que nos han hecho suponer que detrás – o debajo - del Departamento de Estado Norteamericano,
existe un pueblo generoso y solidario, víctima también de la dominación
imperial.
Vaya nuestra
modesta solidaridad, para todos los artistas e intelectuales norteamericanos
que han sabido mantener una visión crítico-estética de su propia sociedad.
Debilitado el
arte y la cultura de los EEUU, showmen siniestros como Trump y otros tantos, no
tendrán otra opción nacional e internacional que optar por su identidad real de
Jinetes del Apocalipsis, arrastrando con ellos a su propio pueblo si éste no se
decide antes a cortarle las alas a sus halcones imperiales.
“Genial”,
Donald, “Fantástico”.