Rubens |
Leyendo las informaciones nacionales e
internacionales, entre reflexiones y emociones, no sé cual de las dos son más
recurrentes o más intensas: risas, sonrisas, indignación, tristezas, etc.
Todavía no he llegado al llanto, aunque hay numerosos acontecimientos que lo
ameritan.
Todos sabemos o intuimos que nosotros
también formamos parte del infinito. Así parecen corroborarlo además los seres
humanos que hemos conocido a través del tiempo y continuamos conociendo, en la
realidad y en la ficción: infinitos matices de grises entre blanco y negro.
Sucesos
económicos, políticos, militares – estos últimos de permanente actualidad
desgraciadamente -, o el acontecer del simple ciudadano que se debate entre
aceptar la permeabilidad que le ofrece su medio social, o refugiarse en los jirones de ética que le restan, todo eso me resulta como una galería
interminable de Personajes.
Es emocionante informarse de la labor de
los científicos – no sólo los laureados -, Personajes que en el anonimato y
luchando incansablemente por el financiamiento de sus proyectos, van transformando
utopías en realidades (sin duda para mí las ciencias son las verdaderas
protagonistas del S. XX y de este comienzo del XXI).
Supongo que es una deformación
profesional, porque estoy convencido que todos somos potencialmente Personajes. O
quizás dicha convicción sea un mecanismo de autodefensa: me resulta más fácil
aceptar y asumir la realidad económica, política, moral y amoral, militar, etc.,
como una ficción…
Y, bueno, después de todo, tal vez el
combate verbal de rechazo que tantos dan en este mundo, quién sabe, también
forma parte de la ficción… Alguien ya lo dijo: “El Gran Teatro del Mundo”. ¡Baco,
detente, no me induzcas al frenesí de la locura!
Pero es que…, no puedo negarlo. Hoy por
ejemplo, los Personajes públicos, me resultan Personajes desnudos, sólo llevan
máscaras. No visten traje y abandonaron su pedestal. Quiero decir que observando
no tanto lo que hacen o dicen, sino el Modo en que lo hacen y dicen – sus
máscaras -, todos ellos resultan Personajes. Algunos, siniestramente
divertidos.
Sin embargo, la gran puesta en escena que
hemos montado, se repletó tanto de peligrosos protagonistas “exportadores de la
Democracia”, que lograron crear su antagonista: “los exportadores de la
Justicia Divina”.
Mientras surcan los aires los briosos
corceles de los príncipes, sus castillos son asaltados tan bárbaramente como
sea posible…
Para la representación de esta gran “mis
en scène” los Personajes desnudos – los buenos y los malvados – portan
inocentes máscaras. La verdad de cada uno de ellos - extremadamente peligrosa
para todos nosotros -, está en el revés de sus máscaras...
¡Ah, no! Baco, es probable que me
encierren, pero seguiré gritando desde el foyer de la sala de teatro:
-¡Es un plagio! ¡Devuélvanme el dinero
del billete. Estas máscaras las conozco desde el siglo XII!