PARTE II
Decía en la primera parte de esta
reflexión, que durante el Siglo XX fuimos millones de hombres y mujeres los que
nos incorporamos a la lucha social en el intento de establecer el Socialismo
como modelo de justicia para las grandes mayorías.
Incluso, los más optimistas, afirmaban
que el Imperialismo era la última fase del Capitalismo. De manera que todo lo
hicimos convencidos que la Brújula de la Historia marcaba el rumbo a nuestro
favor: “El futuro pertenecía por entero al Socialismo”.
Al cumplirse la segunda década del Siglo
XX se abrieron y se expresaron diferentes vías para lograr el éxito de
nuestros propósitos.
Para algunos la Unión Soviética
representaba el paradigma; luego de las dos guerras mundiales, otros optaron
por Mao; y en 1959 la Revolución Cubana nos lanzó el desafío a los latinoamericanos:
“Lo que Cuba puede dar y ha dado ya, es su ejemplo”.
Todos sabemos que hoy el Imperialismo
lejos de marcar la agonía del Capitalismo, por el contrario, lo ha globalizado,
revitalizado, extendiéndolo hasta los últimos rincones de este mundo.
Y paradojas de la Historia: en donde ayer
habían nacido los líderes de la revolución proletaria, allí mismo, no pasaron ni
cinco años del derrumbe del “campo socialista” para que aparecieran
multimillonarios que a nadie le importó mucho saber cuáles fueron sus fuentes meteóricas
de riqueza.
Hoy, los capitales no tienen
nacionalidades, cruzan fronteras a cada segundo – al contrario de la tragedia
de los inmigrantes -, no encontrando más resistencia que la de otros capitales,
resistencia que una vez absorbidos en sociedades – grupos económicos - se abrazan para la foto: “Uno para todos y
todos para uno”.
Y para quienes no aceptan la foto:
boicot, embargo, amenazas…, y si hace falta “una guerrita local” para instalar
un sicario en el gobierno que “comprenda” los tiempos de la Globalización.
¿Y para las grandes mayorías, qué?
Primero, la globalización de la subcultura
que anula la conciencia crítica, montada en su trípode: ganar dinero es lo más
importante; la TV al servicio de la estulticia; y la corrupción estatal y de
los poderes fácticos como modo de vida.
Segundo, chiches de última gama para la
chusma internacional.
Tercero, crédito a todo el mundo para que
tengan la ilusión de “tener” de “poseer”.
Pese a todo, en este comienzo del siglo XXI la globalización
también ha creado sus anticuerpos. A través del mundo se levantan resistencias:
chispas en algunas partes, llamaradas de paja en otras.
Diversos intelectuales, artistas,
científicos y periodistas levantan su voz, indignados. Grupos políticos o
movimientos, se van gestando tal cual aquellas primeras células que encontraron
poco a poco la fórmula de recrearse y reproducirse…, poco a poco…
¿En qué consistirán las transformaciones
sociales del Siglo XXI que abrirán las puertas del Siglo XXII? ¿Habrá mayor
justicia social? ¿Cómo será su estructuración orgánica? ¿Menos piramidal…, más
horizontal…? ¿O nos habrán idiotizado tanto que todo seguirá igual o aún peor?
¿ “Los de mañana”, tomarán conciencia mayoritaria
que vivimos gracias a una vulgar estrella que llamamos Sol, quien además de no
tener ninguna relación emocional con nosotros tiene sus años de vida contados?
¿Y que nuestra irresponsabilidad ecológica no hace más que apurar su muerte?
¿Tomaremos conciencia mayoritaria que no
somos nada de especial ni singular viviendo en este barrio marginal del
Universo inconmensurable, y que más valdría la pena reencontrar el sentido de
la vida cooperante?
¿O nos espera a la vuelta de la esquina
la “paradoja de Fermi”?
Para quienes lo hayan olvidado o no lo
sepan, la respuesta del físico Enrico Fermi a su paradoja es que « toda
civilización avanzada desarrollada en la galaxia, desarrolla también con su
tecnología el potencial de exterminarse… »