Sé que podría recurrir a varios poetas
para saludar la Primavera. Sin embargo mi primavera es modesta, casi humilde,
nacida en casa. Quizás no habría poeta dispuesto a dedicarle un par de versos.
Aunque he de advertir, señores vates, que mi doméstica primavera tiene el valor adicional que se presentó varios días antes que en el calendario.
Mi primavera está rodeada de nieve. En el exterior hay 6 grados bajo cero. Y a pesar de ello, mi valiente primavera floreció invitándome a sentir el flujo y reflujo de mi sangre.
Ella fue capaz de agitar mi corazón, de despejar mi vista.
Entonces la miré…, la miré… Mi mujer. También la ví florecida… Una llamada telefónica desde Brighton. La hija: “He salido victoriosa de mi examen teórico. Pronto seré capitán de veleros”. Estaba feliz. Tan feliz como mis plantas que lanzaban carcajadas floridas.
Defenderé mi primavera doméstica sencilla, alegre, coqueta, agradecida…
Adiós, nieve… Au revoir… Es probable que aún intentes un ataque de
soberbia. Sé que siempre te despides con pataleos de niña malcriada… Como
quiera que sea, desde detrás de mis plantas florecidas, ellas y yo sabemos que
ha llegado la hora de tu extinción, como tantos poderes en este mundo…
Desde mi tierna primavera saludo todas las Primaveras…, la Primavera Universal…