Como Fortín Mapocho es leído internacionalmente me permito dirigirme hoy a los lectores extranjeros.
Comienzo
con una breve explicación sobre el título de esta crónica. “Dónde la
viste…”, es una expresión perteneciente al léxico popular chileno digna
de preservarse. Y que como varias otras locuciones locales, también ésta
contiene un rico “sub-texto”.
Según
el Tratado de las Buenas Costumbres, en su primera acepción, si un
chileno le dice a otro compatriota “¡Dónde la viste…!”, estaría
queriéndole decir: “Es tan evidente tu falacia artificiosamente
disfrazada que tu historia me recuerda más bien la trama de una película
que viste”.
El
mismo Tratado admite una segunda acepción: “Percibo perfectamente que
construyes una realidad falsa con la intención de inducirme a engaño”.Y
en su tercera acepción, el sub-texto de ¡Dónde la viste…!, es: “¿Creíh
que soy güevón [a] que te voy a creer lah güeváh qu´ehtái hablando,
ehcribiendo o mohtrándome?”¿Me capta? De manera que luego de este mínimo
técnico lingüístico para extranjeros, ya está usted en condiciones de
utilizar con propiedad el dichoso criollismo aplicado a su realidad
nacional y aún familiar si viene al caso. Claro que si traduce la
expresión literalmente, al inglés por ejemplo, no tendrá mucha gracia:
“Where did that came from…?” Tampoco en francés: “Où est-ce que tu l´a
vu…?” En ambos casos le faltaría el contexto cultural que le otorga el
sentido a la locución. Aunque quizás si traduce el sub-texto de la
tercera acepción al inglés se acercaría un poco a su realidad anglófona:
“You´re a fucking idiot?”
Seguramente
usted hará una traducción más acertada. En todo caso, la gracia y
riqueza idiomática del “Dónde la viste…” es que provoca una suerte de
elipsis, el texto que se quiso decir no se completa, permanece
subsumido.Si usted es extranjero y quisiera expresar el tercer
sub-texto, le recomiendo que aprenda a decir “Dónde la viste”. Le
facilitaría enormemente la dificultad fonética. Es más fácil decir
“Dónde la viste” que “¿Creíh que soy güevón [a] que te voy a creer lah
güeváh qu´ehtái hablando, ehcribiendo o mohtrándome?”¿Me entiende?
Aprendiendo
a decir solamente “Dónde la viste…”, el resto queda como un secreto
suyo, como un código que solamente usted maneja, como el Código Da
Vinci.Conozco una señora sueca casada con chileno – ella está en un
curso avanzado de “lo chilensis” - quien cada vez que el marido llega a
las 4 de la madrugada quejándose del exceso de trabajo, ella le aplica
el “Dónde la viste…” ¿Cuál cree usted que será el sub-texto de la señora
sueca?Ante los hombres y mujeres con vocación de servicio público –
léase políticos -, la mencionada expresión folklórica es sumamente
beneficiosa, pensarla o decirla. Si la piensa, puede aplicarle
libremente cualquiera de las tres acepciones. Si la dice, según el grado
de confianza o de patudez suya, puede modificarla levemente: “¡Dónde la
vio, jefe…!”, con variaciones de “jefecito”, “patrón”, “diputado”, etc.
Y usted solamente sabría el sub-texto que rondaría por su cabeza.Ahora bien, si usted alcanzara un nivel avanzado de la onda chilensis, tal como la señora sueca, entonces podría agregar después de “Dónde la viste…”: “¡Cuéntame una de cowboy ahora, pus!” Y si desea superar a la señora sueca, en el caso de un marido similar, le puede decir: “¿Dónde la vio, mi amor…?”, con variaciones de “cuchito”, “gordito”, etc. ¿Estamos?Claro, tengo que advertirle que entre chilenos, al calor de un asado y unos cuantos tintolios y su piscola de bajativo, estos compatriotas suelen irse al chancho [vous excuserez, monsieur l´étranger, les expressions vernaculaires], y derechamente en esas ocasiones dicen: “¡Ahónde la vihte, güevón…!” [ dicho por hombre o mujer ].
Y usted solamente sabría el sub-texto que rondaría por su cabeza.Ahora bien, si usted alcanzara un nivel avanzado de la onda chilensis, tal como la señora sueca, entonces podría agregar después de “Dónde la viste…”: “¡Cuéntame una de cowboy ahora, pus!” Y si desea superar a la señora sueca, en el caso de un marido similar, le puede decir: “¿Dónde la vio, mi amor…?”, con variaciones de “cuchito”, “gordito”, etc. ¿Estamos?Claro, tengo que advertirle que entre chilenos, al calor de un asado y unos cuantos tintolios y su piscola de bajativo, estos compatriotas suelen irse al chancho [vous excuserez, monsieur l´étranger, les expressions vernaculaires], y derechamente en esas ocasiones dicen: “¡Ahónde la vihte, güevón…!” [ dicho por hombre o mujer ].
También
emplean “¡Ahónde la vihte, caurita…!”, aunque sea la señora, porque en
este caso lo importante es que la “cabrita” lleva un tinte peyorativo
que intenta disminuir la autoridad de la dama y su argumentación. Es muy
jodido esto de la lingüística y la semántica criollas. Todos los
pueblos tienen su hablar vernáculo, y más de alguna vez nos habrán
mentado la madre en chino, polaco, y aun en lengua hispana. Toda lengua
como usted sabe crea su lenguaje, que se expresa no solamente en la
palabra sino en la ocasión que aquélla se dice, en el acento o la
intención con que se dice ésto o lo otro.
Si
usted es hábil para interpretar el contexto y el sub-texto de lo que se
dice o hace, tiene grandes posibilidades que no lo [a] pasen por la
cola del pavo, incluso en su propia casa.Por ejemplo muchos de ustedes
habrán visto a Juan Carlos - Rey de España -, decirle al Presidente de
Venezuela Hugo Chávez, durante la XVII Cumbre Iberoamericana realizada
en Santiago de Chile recientemente: “¡Por qué no te callas!”, mientras
Chávez hablaba con Zapatero, el Presidente de España.¡Tiene narices!
“¡Por qué no te callas!” Dicho en el mismo tono que le hablaron los
Conquistadores y Colonizadores peninsulares a los pueblos originarios y
criollos pobres. Evidentemente se equivocó de tiempo, lugar y personaje
este Juan Carlos Borbón. ¿Se da cuenta de lo importante que es el
sub-texto? Y mayor relieve cobra el sub-texto de la situación mencionada
porque se le manda callar a la verdad, a la verdad que está diciendo
Chávez: denunciando a un golpista –con disfraz de democrático -,
cómplice además de varias oscuras causas internacionales.
¿Y
qué me dice de ese otro personaje que suele hacer declaraciones desde
la Casa Blanca en Washington? Pretende ser el adalid de la libertad y la
justicia. A Bush, todos los sondeos, nacionales e internacionales le
aplican el “Dónde la viste…”, refiriéndose obviamente al tercer
sub-texto.
Solamente
que los sondeos estadísticos utilizan el eufemismo de los porcentajes
porque desconocen nuestra criolla expresión.Cuando Harper, el Primer
Ministro de Canadá nos dice que las FFAA canadienses están en Afganistán
ayudando a reconstruir la democracia - debido a la influencia de la
inmigración chilena -, se escucha de Este a Oeste, desde Québec hasta
Vancouver un sonoro “¡Dónde la viste…!”, utilizando las tres acepciones,
acentuando una u otra de acuerdo al emputecimiento que nos cause la
hipocresía.Cuando los militares en Chile, con la anuencia del gobierno
de turno, declararon que “nunca más”, el 70% de los chilenos pensaron
“¡Dónde la viste…!”, además de parar el dedo anular.Porque lo
interesante de este giro idiomático, señor [a] extranjero [a], es que en
cierta medida la locución tiene una cualidad terapéutica: se puede
pensar, pero no decirla.
De
esta manera es una descarga interior que evita la agudización del
stress. Altamente recomendable por ejemplo mientras se ven los
noticieros de TV en el momento en que dan a conocer las estadísticas del
Gobierno según las cuales usted vive en el Paraíso. Debo confesarle sin
embargo, señor [a] lector [a] extranjero [a], que a la larga no resulta
saludable pensar a cada instante “Dónde la viste…”, expresión tan llena
de escepticismo. El desencanto, como usted sabe, si no se organiza y
encauza, sólo provoca deterioro moral – la delincuencia ya no es asunto
exclusivo de los delincuentes -, y en el mejor de los casos, el
desencanto provoca llamaradas de paja arbitrarias que se consumen en el
acto mismo.
Lamentablemente
en todos los puntos de este globo azul vivimos el enervamiento diario a
propósito de la manipulación mental que intentan quienes tienen la
sartén por el mango. Todos los días pretenden “contarnos la película”,
como el marido a su señora sueca. Los gobiernos, los poderes del Estado,
los desacreditados servidores públicos; la corrupción disfrazada de
funcionarios, asesores, operadores, etc.; diversos organismos nacionales
e internacionales llenos de retórica inútil; instituciones
deslegitimadas que hasta ayer eran reserva moral, junto a otras que eran
refugio de esperanza, etc., etc., todos y todas, son tan incapaces hoy
en día de conjuntar sus palabras con sus hechos, que nos obligan a
resistir refugiándonos por el momento en el “¡DÓNDE LA VISTE…!”
¿Se
darán cuenta las autoridades pertinentes que dicho refugio sin embargo
es una bomba de tiempo en diversos países del mundo, incluido Chile?
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