Nuestra organización social como seres humanos siempre ha requerido establecer una jerarquía. Según hemos leído, desde las tribus más antiguas registradas por los antropólogos, éstas vivían jerarquizadas. Y así vivimos en la actualidad.
A propósito de esa jerarquía, hemos vivido innumerables conflictos, incluyendo abusos, rebeldías, guerras, muertes, variadas tragedias.
Y está claro que el concepto jerárquico, además de existir en la organización social, opera también individualmente en nosotros y en el entorno familiar.
A propósito de las recientes elecciones en los EEUU, es evidente que Donald Trump está aprovechando la jerarquía como un medio de sometimiento de sus colaboradores inmediatos, del mismo modo que pretende someter al resto de los ciudadanos (¿y por qué no al mundo?). Trump, habla de “lealtad”, pero en realidad intenta el servilismo de sus ciudadanos.
No es el primer político que pretende el poder absoluto. Sin embargo, a unos más a otros menos, la historia siempre los ha derrotado. Y a muchos, con severos castigos.