Al momento de despertar esta mañana, apareció en mi memoria una canción que canté varias veces cuando niño. En realidad, no es una canción, es un himno, que cantábamos en coro los años de mi escuela primaria. Supongo que en todos nosotros aparecen melodías o canciones, caprichosamente, que a veces se pegan todo el día.
Esta vez, fue el Himno de las Américas. Entre los 6 y 12 años, para el Día de las Américas, cantábamos el dichoso himno. No me pregunten cuál era la fecha porque no la recuerdo. Por curiosidad, busqué la letra en la red, y sí, ahí estaba. Releyendo la letra del Himno, me di cuenta, entre emocionado y avergonzado, que, entre los 6 y 12 años, creía realmente que los habitantes de América éramos hermanos. Hoy, con tristeza, sé que no éramos hermanos entonces, ni mucho menos los somos en la actualidad.
El sueño bolivariano se diluyó entre abusos de poder, hipocresías, dictaduras varias y “otras cuantas yerbas”.
“Un canto de amistad, de buena vecindad,
unidos nos tendrá eternamente…”
Sin embargo, el himno, me ha traído la ilusión de la infancia, además del cariñoso recuerdo de mi Escuela de Aplicación Número 9, a la Normal de Chillán. Mi Escuela, y la Normal de Chillán eran pabellones de madera en aquellos años, situado en los terrenos del Fundo Lo Hermida.
Si alguien tuviera fotos de esos años, tendría un tesoro en sus manos…
“Son hermanos soberanos de la libertad
son hermanos soberanos de la libertad…”