miércoles, 1 de septiembre de 2021

To my father from the Pirates Balcony



Hace dos años subí a mi blog este recuerdo de Bego para su padre,  mi inolvidable muy querido amigo Iñaki.
La fotografía de Izaro está hecha  desde el Balcón de los Piratas en Ittxas-Begira
es de bz


Begoña Zabala Aguirre
Cada vez que escribo y que juego al ajedrez veo a mi padre dando jaque mate o cargando de tinta azul marino su amada Parker 51 secante en mano lleno de papeles y cuadernos con la sonrisa a flor de alma. 
Cuando escribía aparecía su yo auténtico , su persona. Sonreía más de lo habitual, vivía en otra dimensión, de distinta manera, para sí mismo. Era una gozada verle.
Las horas se me pasan sin sentir, me falta tiempo,  decía.
El tablero y la pluma fueron sus verdaderas posesiones. .
Lo material según él tenía un valor necesario y relativo a la vez.
Le vi regalar cosas y casas como si de bagatelas se tratara. Era así. Soy testigo y cómplice de incontables momentos y aventuras imposibles de creer en apariencia no obstante verdaderas.

Un día, poco antes de morir le pregunté qué le apetecía, qué deseo desearía ver cumplido que yo le pudiera ofrecer.
Ya que me preguntas, hija, tráeme el ajedrez y la pluma que están en mi despacho, la boina azul que he dejado en el paragüero de la entrada y una sopa de ajo hecha por mi novia, la Señorita de Aguirre, y mañana tipi tapa, tempranito me vienes a buscar y sin decir nada a nadie nos vamos por Sollube tu y yo a Mundaka. Se enfadarán primero pero se les pasará después. Tengo ilusión de seguir escribiendo las Memorias mirando la mar desde el nido de las gaviotas, encenderemos la chimenea. Únicamente le he dicho a Peli ( Araluce , su gran amigo ) y está de acuerdo con nosotros.

Al día siguiente llegué con todo listo para llevar a mi padre a su casa de Mundaka; qué ilusión y esperanza teníamos. Otra aventura más que contar y reírnos después. Escapar del hospital sin permiso en plan clandestino, desobedecer lo necesario. Casi lo conseguimos. 
Lo que sigue es mejor que permanezca entre pecho y espalda a la altura del corazón sin nombrarlo.
Volviendo a la escritura y al ajedrez. 
Father dearest, tenías razón, las horas entre letras pasan en un suspiro el tiempo se detiene la sonrisa aparece y perdura porque sí y la muerte  no existe.