lunes, 30 de enero de 2017

TODOS SOMOS PERSONAJES



Observando en estos días a Donald Trump, caí en la cuenta que comencé mi actividad artística – actor – a la edad de 13 años.

De manera que desde hace 67 años en tanto actor, mi objeto de preocupación, de observación, de reflexión, ha sido la manera o modo particular, peculiar, que tenemos cada uno de nosotros - chilenos, asiáticos, árabes, etc., etc. -, los seres humanos.

Desde el punto de vista artístico es maravilloso constatar que no nos define tanto lo que decimos o hacemos, como el modo en que lo hacemos y decimos.  En eso consiste mi relación con el Personaje: el Modo en que dirá y hará lo que indica el autor.

Ni el autor ni el director podrán lograr lo que está en su mente creadora por más que se empeñen en orientarme. Solamente yo, como actor, daré concreción físico-estética al Personaje, porque surgirá en mí un Modo Peculiar - proceso ambiguo entre consciente e inconsciente – que tendrá mi Hamlet (Laurence Oliver), mi Don Corleone (Brandon o Paccino), Sofía Zawistowski (Meryl Streep, “Sophie´s Choice”), etc.

Y entonces, en tanto actor, me he preguntado, respecto de Donald Trump: ¿cuál es su Modo?, o ¿qué me dice su Modo? Porque artísticamente estoy convencido que ahí está su esencia - tengo la ventaja como actor que no trabajo con la “verdad” sino con la “veracidad” -, y esta última, incluso me sugiere que Donald, tal vez contra su voluntad, es un estereotipo, un estereotipo del “héroe norteamericano”.


Esa sería mi primera aproximación al Personaje. Sin embargo, en el proceso de creación corro el riesgo de perder esta fina hebra inicial, terminando en algo jamás imaginado. Es la angustiosa libertad que te procura el arte, en este caso, El Arte del Actor.