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Soyouz, una nave espacial rusa se ha acoplado
a 400 kilómetros de altura con la Estación Espacial Internacional (ISS), norteamericana de la NASA.
Un acontecimiento extraordinario del avance de las ciencias tecnológicas
humanas. Actualmente, un hecho como éste nos resulta común.
Sin
embargo, lo que aún constituye un acontecimiento que da para pensar, es que a 400
kilómetros de altura colaboren fraternalmente en diversas investigaciones
científicas: dos cosmonautas rusos y un cosmonauta norteamericano – pasajeros
de la Soyouz –, quienes son recibidos en la ISS – Estación norteamericana – por
un cosmonauta norteamericano, otro ruso y un tercer cosmonauta, italiano.
De
esta manera tres rusos, dos norteamericanos y un italiano (¿se podría incorporar
a un yihadista?), seis hombres que a ras de tierra pertenecen a gobiernos que
nos tienen con el alma en un hilo a causa de sus intereses terrenales, a 400
kilómetros de altura sin embargo, colaboran y cooperan fraternalmente en las investigaciones
científicas.
¡Eureka!
¿No deberíamos entonces – cual modernos Noé – dedicarnos en todo el mundo a
construir la Gran Nave Espacial para abandonar este perro mundo?
domingo, 29 de marzo de 2015
lunes, 2 de marzo de 2015
ANÉCDOTA DE UN ACTOR
A propósito de esta noticia, recordé una anécdota que me aconteció mientras
realizaba una investigación artística en el Hospital Siquiátrico de Santiago de
Chile, tal vez en el 2000-2001…
El médico, me llevó al Pensionado del Hospital y me presentó a un señor
gordito y calvo, bajo de estatura, cercano a los 70 años.
-Don Roberto le será útil para lo que usted necesita, me dijo el médico,
dejándome allí en el dormitorio con el afable caballero.
Don Roberto era verdaderamente un hombre simpático y agradable.
-¿Cómo es su nombre?, me preguntó… Ah, Nelson… Entonces me ofreció la única
silla de la habitación, mientras él se sentó en la cama… Bueno, don Nelson,
dijo con una sonrisa triste, como cualquier persona normal, convaleciente… El
doctor le habrá contado mi desgracia. Estoy aquí por la maldad de mi hija y su
marido que me han declarado loco para quedarse con mi herencia. La traición y
la maldad de una hija es muy dolorosa, muy dolorosa. El doctor lo sabe, y aquí
me tratan muy bien dándome calmantes para que no llore, para que no me deprima…
Hasta ahí, la historia de Don Roberto me parecía completamente normal. Triste,
pero normal. No me explicaba el motivo para tenerlo en un Siquiátrico.
-Y si sólo fuera eso… suspiró. Hay mucho abuso en este mundo, don Nelson,
mucho. Y mucha ambición. Figúrese lo que han hecho conmigo… ¿Usted conoce a
Perón ? (un ex presidente de Argentina, personaje polémico hasta el
presente). ¡Son unos canallas ! Dándose cuenta de mi inteligencia
superior, ¿sabe lo que han hecho estos canallas ? Me han cortado la cabeza
y se la han puesto a Perón. Y a mí me han puesto la suya. Es terrible… He
reclamado, lo he gritado a los cuatro vientos. En esta clínica todo el mundo lo
sabe. Ellos saben que tengo que andar con la cabeza de Perón porque me han
robado la mía. Perón, se está aprovechando de mi inteligencia… Él anda con mi
cabeza, ¿me comprende ? ¡Figúrese, mi hija roba mis propiedades, y
Perón me ha robado la cabeza !
Y juro que lo decía de tal modo, con tal convicción, que por momentos me
hacía dudar. Y claro, hoy, leyendo lo del doctor Canavero, he pensado que tal
vez los argentinos – que son tan suyos, hasta con Papa propio – se adelantaron
a Canavero, guardando el secreto.
Cuando me despedí del doctor que me facilitó la investigación, éste me
dijo en la puerta del Hospital:
-Tenga claro don Nelson. Hay más locos ahí en la calle que aquí adentro…, y
me miró escrutadoramente de una manera inquietante…
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