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Soyouz, una nave espacial rusa se ha acoplado
a 400 kilómetros de altura con la Estación Espacial Internacional (ISS), norteamericana de la NASA.
Un acontecimiento extraordinario del avance de las ciencias tecnológicas
humanas. Actualmente, un hecho como éste nos resulta común.
Sin
embargo, lo que aún constituye un acontecimiento que da para pensar, es que a 400
kilómetros de altura colaboren fraternalmente en diversas investigaciones
científicas: dos cosmonautas rusos y un cosmonauta norteamericano – pasajeros
de la Soyouz –, quienes son recibidos en la ISS – Estación norteamericana – por
un cosmonauta norteamericano, otro ruso y un tercer cosmonauta, italiano.
De
esta manera tres rusos, dos norteamericanos y un italiano (¿se podría incorporar
a un yihadista?), seis hombres que a ras de tierra pertenecen a gobiernos que
nos tienen con el alma en un hilo a causa de sus intereses terrenales, a 400
kilómetros de altura sin embargo, colaboran y cooperan fraternalmente en las investigaciones
científicas.
¡Eureka!
¿No deberíamos entonces – cual modernos Noé – dedicarnos en todo el mundo a
construir la Gran Nave Espacial para abandonar este perro mundo?