Si hay algo que puede unir a los diversos movimientos de protesta social que agitan el mundo - que hoy se engloban bajo la denominación de “indignados” -, es que todos, directa o indirectamente, dirigen sus dardos contra el capital, representado por la Banca y el hasta ayer abstracto “Mercado Financiero”.
La verdad, esto es una novedad. Ahora no es el empresariado, el industrial, el comerciante, el patrón, en fin, al que se le identifica como el responsable de la crisis económica, de la injusticia social, de las hambrunas, la cesantía, la educación como fuente de lucro, como así mismo la salud, etc.
Todos señalamos hoy al capital financiero, como el amo y señor que se ha adueñado de todo: de políticos, religiones, y aun de los Estados Nacionales mismos. Un amo y señor que ya no basa su poder en la producción de bienes, sino simplemente en la especulación financiera sobre un sistema monetario que él mismo ha creado y desarrollado. Se han enriquecido tanto, que asistimos a la paradoja que algunos multimillonarios piden que “por favor les cobren más impuestos”.
El movimiento de indignados, al igual que todos aquellos que a través de la historia han surgido espontáneamente desde las bases sociales, no tiene ni reconoce líderes ni ideologías políticas ni religiosas.
Y aunque hasta el presente, muchos pensábamos que cada época termina creando sus líderes y organizaciones, estos movimientos de principios del siglo XXI nos hacen recapacitar en que – quién sabe - lo que aquí se está gestando es un fenómeno que tal vez pudiera no tener líderes en el futuro, al menos no bajo el concepto vertical bajo el cual se ha desarrollado nuestra historia social oficial.
Desde que aceptamos – nuestra propia creación - al “sacerdote-mago” que intermediaba entre la comunidad y los misterios de la naturaleza, el concepto jerárquico de organización social se dio como algo natural. Desde entonces el Poder se estructuró verticalmente.
Para el mundo antiguo hasta el actual, la pirámide fue: Dios - o los dioses -, el Emperador o Rey divinos, y luego todo el resto de la escala necesaria para el dominio social.
Reformas y revoluciones, es cierto, han hecho evolucionar nuestra historia durante miles de años. Pero todas ellas reemplazaron la verticalidad de poder encontrada, por otro poder vertical: sustentado también en jerarquías ideológicas, partidos políticos, líderes, etc.
La organización social gentilicia, pasando por el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo - con su flauta mágica de la democracia -, todos, han organizado y ejercido el poder de manera vertical, variando sólo su flexibilidad o rigidez.
Sin embargo parece ser cierto que a lo largo de la historia siempre han existido grupos que concebían y exigieron la horizontalidad del poder, sin lograrlo. Pero otros, ya sea por aislamiento geográfico, insularidad o escasa significancia económica, vivieron y viven aún, ejerciendo el poder de manera horizontal.
¿Será en estas últimas comunidades señaladas, en las que el movimiento de los indignados encontrará fuentes nutricias para su ideal de libertad, justamente horizontal? ¿Será el rescate de fragmentos de lo que ayer otros quisieron lo que hoy, por diversos caminos?
Todo está por verse... La Historia se cuece en olla de greda, lentamente…
Es claro, que el poder jerárquico vertical que se ejerce en el mundo no va a entregar la oreja tranquilamente. Y lo más probable es que puesto contra el muro ese Poder, pretenderá en todas partes ser el padre severo que castiga violentamente a los incitadores, a los “cabecillas” (ya lo estamos viendo), porque sumido en su concepto vertical del poder, no puede concebir la soberanía popular como una necesidad colectiva.
Los políticos, hoy dominados o corrompidos por el capital financiero, no tienen idea – o no tienen el coraje para reconocerlo - que se está terminando su “liderazgo”, que la pirámide de la cual forman parte está completamente trizada. Y en extinción está también la escalera de los caudillos de profesión.
El capital financiero ha venido cavando su propia tumba por incentivar el enriquecimiento rápido, mágico. Todo el que tiene algún dinero no desea invertirlo en la producción de bienes, sino en aquello que lo convierta en millonario de hoy para mañana.
Y si bien la informática ha permitido la rapidez en las transacciones financieras, al mismo tiempo ha permitido la democratización de la información, la horizontalidad de la información. Y hoy, hasta quien no tiene un ordenador, un iPhone, Blackberry, etc., recibe, por decirlo así, los “efluvios” de los movimientos de protesta, y al igual que éstos, se suma en la identificación de los responsables de su pobreza, de su miseria.
No es descartable que estos movimientos de protesta queden limitados solamente a ese carácter, y se extingan en el tiempo… Puede ser… Pero aun así, lo que han expresado, lo que han denunciado y exigido, dejaría sin duda un sedimento que podría ser motor mañana de etapas superiores…
Hay quienes dicen que la valoración de estas protestas solamente la hacemos los “nostálgicos” que quisimos cambiar el mundo hace algunas décadas atrás…
A eso, respondo apoyándome en mi amigo Merardo: “…andando lleno de dudas,/ al punto de quedar muda /mi alma - de desencanto -,/ persiste en ligarse al parto /aunque se quede desnuda”.
Y a la vez, reafirmo mi esperanza, recordando la frase que se le atribuye a Galileo, obligado a retractarse sobre que lo que posteriormente se estableció como verdad: “…Eppur, si muove…”