Y así, entre las preces
de la evangelización
se desató la ambición,
sin que nadie se opusiese
a que la Cruz fuera especie
transable como una res.
Convirtiéndose la Fe
en lo que Cristo abjuró
cuando del Templo expulsó
los comerciantes del Pez.
Total, se hizo una enmienda,
y se escribió en el reverso,
que para ser converso
había que soltar prenda,
es decir, toda la hacienda.
Las leyes fueron dictadas,
y se impusieron a espada.
Así, se echaron al buche
la tierra de los mapuche,
hasta dejarlos sin nada.
HEMEREGILDO: ¿Custodio, sabís que andan diciendo por ahi, que la Independencia de Chile no jue na el 18 de septiembre de 1810, si no que jue el 12 de febrero de 1818?
CUSTODIO: ¿Y sería feriao también, el 12?
HEMEREGILDO: No, pus, eso es lo malo…
CUSTODIO: Entonces no le hagái caso. ¡Salú!
HEMEREGILDO: ¡Aaaahh! ¡Ta güeno este tinto!
CUSTODIO: ¡De Coelemu, pus compaire! (LLAMANDO) Amelia, corten la cháchara y tráiganse luego la carne, el juego ta listo hace rato… (A SU AMIGO) Métele a las empanáh mientras tanto…
HEMEREGILDO: El huevón ese que vi en la tele, decía que O´Higgins había firmado el Acta de Independencia el 12 de febrero de 1818… Y que los españoles no se cabriaron hasta que les sacamos la cresta en la batalla de Maipú el 5 de abril de 1818… ¡Salú!
CUSTODIO: ¡Salú! ¡Aaaah!, la verdá qu´ehtá e´ mahcarlo el tinto…
HEMEREGILDO: ¡Y lah empanáh, ¿cómo lah encontrái?
CUSTODIO: ¡Güeeenah! Tiene güeña mano l´Amelia.
HEMEREGILDO: Sí, tiene gracia pa eso… ¡Salú!
CUSTODIO: ¡Salú!... Sabís… ¿Y si pidiéramoh que celebremoh lah doh independenciah, la de 1812 y la de 1818?
HEMEREGILDO: Eh que en 1818 voh decíh que eh un día nomáh, el 12. Mientrah que ahora tenimoh de fehtivo el 18 y el 19, puh, uon…
CUSTODIO: Ya, puh, pero podimoh peír que las juerzah armáh celebren el 13, puh, uon… Y ahí ya tendríamoh doh díah, tambié, puh, gil. ¡Salú!
HEMEREGILDO: ¡Salú! ¡Aaaah! ¡Putah qu´ehtá g´üeno el tinto, uon!
CUSTODIO: ¡Oye!, ¿y si peeímoh que lah juerzah armáh celebren también el 5 de abril? A los milicos leh guhta la onda del güeveo de loh dehfileh .
HEMEREGILDO: ¡Esa sería güeña, compaire! ¡Chuchah! ¡Tendríamoh de fehtivo el 18, y 19 de setiembre, y luego 12 y 13 de febrero, y dehpuéh el 5 de abril! ¡Cinco feshtivoh!
CUSTODIO: ¡Y volveríamoh a celebrar otro bicentenario, uon!
HEMEREGILDO: ¡Te pasahte, uon! ¡Putah, qué güeña idea, uon! ¡Salú!
CUSTODIO: ¡Salú, compaire!
HEMEREGILDO: ¡Putah, uon…, yo siempre te´e´querío, uon. Siempre le digo a l´Amelia, mi compaire, uon, eh lo mah querío que tengo…
(SE HAN APROXIMADO HASTA JUNTAR FRENTE CON FRENTE)
CUSTODIO: Lo mihmo, compaire… Yo tamién le digo a la Isolina, m´hijita, yo te quiero, pero, puta, mi compaire, uon, puta…, mi compaire, es lo máh lindo que tengo…
HEMEREGILDO: Yo sé, uon…, yo sé… Yo no soy maricón, uon, vos sabíh…, pero nos querimoh porque somoh chilenoh, uon… Te doy un beso e´macho, uon…, porque la Patria eh lo máh grande uon… A ver…, tomemoh otro trago, uon…, porque somoh chilenos, uon… No too el mundo eh chileno, uon, ¿sabíh? Salú, uon…
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Siqueiros |
Mi mujer, que es vasca, ha estado de visita en Chile dos o tres veces conmigo. Aunque una de esas visitas fue tan larga que duró casi 6 años. Por otra parte, y por razones de trabajo artístico, es probable que esta vasca conozca más lugares de Chile que muchos compatriotas. De manera que cuando un día me dijo:
-“¿Sabes? Pienso que a los chilenos no les importa tanto hablar bien o mal de ellos mismos. Lo que verdaderamente les interesa es hablar de ellos”.
Me dejó pensando, porque ese hecho lo había yo percibido en el extranjero, en donde de alguna manera me había parecido relativamente justificable. Ante tal observación, inmediatamente recordé aquel chiste que se lo colgamos a los argentinos: “¿Sabes lo que es el ego? Ese pequeño argentino que todos llevamos dentro”.
Dos o tres años después de estar residiendo en Chile, aparte de varios piropos que mi mujer le dedicó a la supuesta gentileza chilena, a su civilidad callejera (sic) y a su carácter pícaro (eran los años 99), me comentó:
-“Los chilenos, más que sentido del humor, tienen sentido de la burla”.
En dos palabras: actualmente comparto plenamente ambas observaciones. Tal vez porque inevitablemente, desde hace ya 36 años miro a mi país desde la distancia, aparte de algunas visitas temporales.
Pero claro, mi observación tiene el vicio de estar contaminada de chilenidad, asunto éste que por lo demás no acabaré de entender en qué consiste, aparte de reconocerlo en mí como un sentimiento.
Si me hablan de Chillán (mi ciudad natal), de El Carmen (pueblo campesino ligado a mi infancia y adolescencia), de la ciudad de Concepción (inicio de mi vida profesional) y de Santiago (desarrollo y consolidación profesional), son para mí cuatro instancias afectivas y un solo dios nomás: Chile.
Estas divagaciones, son provocadas por el mes de septiembre, mes que para los chilenos de mi edad – y sobre todo en el exterior, imagino - se asemeja al pino de las empanadas, quiero decir, septiembre contiene varios ingredientes: el 4 de septiembre de 1970, día de la esperanza con el triunfo de Salvador Allende. El 11 de septiembre de 1973, el día de la traición y comienzo de la ignominia. El 18 de septiembre de 1810 (Independencia a la chilena, “políticamente correcta”): constatación del traspaso de manos del colonialismo, a manos de la torpe e insaciable clase dominante chilena.
¿He conseguido hablar del chileno, es decir de mí mismo? Evidentemente.
¿Y el sentido de burla? Ese corre hoy por cuenta de los grandes capitales chilenos. Porque mientras hay 33 mineros atrapados 700 metros bajo tierra, y 33 mapuche en huelga de hambre con peligro vital (¿coincidencia o resultado del afán de lucro?), El Mercurio publica hoy, 5 de septiembre, que:
“Las principales empresas chilenas cerraron el primer semestre del año con un aumento de 36% en sus utilidades, en relación con el mismo período del año anterior. Las ganancias de las mayores compañías ascendieron a US$ 4.300 millones, en una muestra que incluye a 31 firmas que representan el 78% del IPSA”.