Y así, entre las preces
de la evangelización
se desató la ambición,
sin que nadie se opusiese
a que la Cruz fuera especie
transable como una res.
Convirtiéndose la Fe
en lo que Cristo abjuró
cuando del Templo expulsó
los comerciantes del Pez.
Total, se hizo una enmienda,
y se escribió en el reverso,
que para ser converso
había que soltar prenda,
es decir, toda la hacienda.
Las leyes fueron dictadas,
y se impusieron a espada.
Así, se echaron al buche
la tierra de los mapuche,
hasta dejarlos sin nada.