miércoles, 18 de marzo de 2009

¡MATAOS LOS UNOS A LOS OTROS!


Goya





Un día me puse a gritar como loco al borde de un abismo, y el eco me devolvió las palabras:

Me doy cuenta que amarnos los unos a los otros es poner la vara demasiado alta para animales depredadores como nosotros. OK, de acuerdo. Pero es que sin utopías, aún estaríamos con las partes pudendas al aire, y con el hueso en la mano dándonos unos contra otros.

Consolémonos pensando que al menos, pese a ser tan animales, desde hace milenios aprendimos a taparnos las que “te jedi”, y vestidos con uniformes adecuados – hombres y mujeres - hemos venido matándonos unos a otros con armas cada vez más sofisticadas en defensa de la esclavitud; en defensa del imperio; del feudalismo; en defensa de la Fe; del reino; del capitalismo; en defensa de la democracia; del socialismo; del neoliberalismo…, y siempre en nombre de la libertad, eso sí, siempre en nombre de la libertad, maravillosa utopía que da para todo y para todos, tanto como la Fe divina.

No hace mucho se cumplieron 200 años del nacimiento de Darwin, quien nos bajó del pedestal divino. Antes, otros pensadores y científicos nos habían sacado del centro del universo. Pero nosotros, animales porfiados, seguimos sintiéndonos “ptolomeicos”:

“Nos hacemos la ilusión/ de ser el último fin/ que Dios puso en su listín/ cuando hizo la creación./ Y armados de esa razón/ miramos el Universo/ como quien dijera eso,/ es parte de mis haciendas/ que Dios me las encomienda/ porque soy su hijo dilecto”. (cuadernos de Merardo)

Esta arrogancia nos tiene hoy al borde del abismo. Porque ya ni siquiera vale la pena señalar que nos matamos unos a otros a través de las guerras cada vez más cínicas. Ni siquiera vale la pena señalar que nos matamos a través de la delincuencia, a través de las masacres en colegios o en las calles; nos matamos dejándonos llevar por nuestro machismo intrafamiliar; nos matamos también por amores pasionales (¿señales trágicas de que aún nos quedan sentimientos?, digo, queriendo buscar un lado positivo), en fin, físicamente nos matamos de innumerables maneras, diariamente.

Goya

Pero lo más trágico y lo más triste es que estamos matando nuestra capacidad de utopía. Nos han y nos hemos convertido en animales tan pragmáticos que sólo somos capaces de saciar nuestros apetitos más inmediatos. Y en ese afán hemos llegado al punto en que el Apocalipsis de San Juan el evangelista, ha dejado de ser un libro de creyentes, para transformarse en una suerte de video documental de lo que nos espera a la vuelta de la esquina. Con algunos “anticipos” – como en el cine – que mientras tanto nos queman, nos inundan. Anticipos de hambrunas, huracanes y ciclones que arrasan viviendas y geografías, etc., etc.

Lo que hasta hace unos 20 años era calificado como el parapeto de izquierdistas resentidos - el cuidado del medio ambiente, por ejemplo -, hoy es preocupación, al menos en el discurso, de gobiernos, Estados y organismos internacionales.

Parodiando, hoy podemos decir que un fantasma recorre el mundo: el consumismo. (¡Y ojo!, que el otro fantasma, vuelve a las mentes de muchos analistas a propósito de la crisis económica)

Señoras, Señores, señoritas, jóvenes y niños: el mundo, la tierra, este maravilloso globo azul, esta espectacular biodiversidad que hay en nuestro planeta Tierra, la estamos extinguiendo. No es güeveo, no es afán de asustar ni de impedirle que si tiene la suerte de vivir a cuerpo de rey lo siga haciendo. Sólo quiero recordarle que no son izquierdistas resentidos los que hoy nos advierten que tenemos que controlar nuestro consumo (¡los que pueden consumir!).

Como sé que a usted ni a mí nos entran balas, le doy algunas cifras:




- 64 mil millones de metros cúbicos de agua necesitamos anualmente a nivel mundial para nuestro desarrollo y consumo.
- 2,5% sin embargo es toda el agua dulce que tenemos en el planeta para beber y producir.
- 20% de la energía producida en el mundo proviene de la hidroelectricidad.
- 60% aumentará el consumo de aquí a 2030.
- 67% de la población mundial no tendrá acceso a las instalaciones sanitarias adecuadas en 2030.
- 80 millones de habitantes se agregan cada año a los habitantes del planeta.




¿Y qué? ¡Qué le hace el agua al pescado, pus! A usted y a mí que nos registren, ¿verdad? Somos animales que nos gusta dejar correr el agua para lavar un tenedor. Nos gusta conducir un deportivo o un 4x4 a alta velocidad. Nos gusta dejar todas las luces encendidas las ocupemos o no. Nos gusta dejar encendida la cocina sea ésta a gas o electricidad. Y a nadie le permitimos que nos venga a controlar nuestra privilegiada cuota de consumo, parámetro de nuestro exitismo.
En una palabra, somos los únicos animales genocidas que ha parido madre. Asesinamos la biodiversidad diariamente y no nos sale “ni por curao”. Ricos y pobres nos matamos unos a otros destrozando el medioambiente, acabando con el planeta, pero pretendemos ser inocentes. El recalentamiento del planeta no es un sueño, no es una pesadilla, es la realidad que se acrecienta diariamente por nuestra irresponsabilidad individual.




¿Quiere usted que la ciudad Juárez se extienda por el mundo? Porque nos estamos matando los unos a los otros dejando que la corrupción se adueñe no solamente del dinero sino también del poder, de la política; de sectores significativos de la justicia; de los cuerpos policiales y militares. Tampoco salen muy bien paradas las diversas iglesias. Y por supuesto, cada uno de nosotros.




Hay excepciones, sin duda, tal vez más de lo que pensamos. Después de todo, pese a nuestra animalidad, siempre nos hemos balanceado entre un blanquinegro matizando los grises. Y con el mismo afán que nuestras acciones atávicas nos matan, otros, que logran humanizarse, han venido luchando abnegadamente para ascender desde el hommo erectus al ser humano, intentando arrastrarnos a esa cima. También en la política nacen movimientos emergentes que aspiran al saneamiento político y social. ¿Es muy tarde para inscribirnos en esa opción de vida?




En el arte, en las ciencias, en la relación respetuosa con la naturaleza, etc., se expresan miles de animales que han creído y creen en el futuro, y otros tantos, anónimos, que viven la angustia de vivir a “contraconciencia”. ¿Somos de estos últimos?




Que no nos engañen los grandes “medias” porque ellos están también corrompidos. Tras su afán de lucro sólo nos informan de las partes más oscuras de nuestro atavismo. Así, esta crisis no es solamente económica, es una crisis social, política, ecológica, una crisis de sociedad finalmente. Entrampados todos en la idolatría del dinero. ¡Abyssus abyssum invocat!
A veces me quedo mirando a los nietos – los imagino cubiertos sus rostros con máscaras anti-polución - y me pregunto: ¿serán ellos mañana seres humanos capaces de enmendar el rumbo, montados en el caballo de la utopía para devolver la esperanza?...

Cuando volví mi mirada contra el ventanal del Café, en la calle, las sucias costras de la nieve anunciaban que pese a todo, el invierno comenzaba a retirarse. Luego miré al interior del local del Café: varias parejas de hommo erectus - semejantes a mí - conversaban animadamente, alguna pareja entrelazaba sus manos. Un hommo erectus chiquito tenía no sólo su boca sino toda la cara cubierta de chocolate… Bebí mi último sorbo de café y salí a la calle…