domingo, 8 de marzo de 2009

¿LIBERTAD DE EXPRESIÓN CONCULCADA?




Elena Varela López, cineasta chilena

La detención y enjuiciamiento de la cineasta chilena Elena Varela López reviste varios ribetes que hacen dudar de la objetividad de la parte querellante.

Según informa la periodista Lucía Sepúlveda Ruiz:

“El 17 de marzo, en Rancagua, defendida por el ex juez Juan Guzmán (de cuya honorabilidad y competencia jurídica no se puede dudar- opinión de este bloguista) y rodeada de una red de comunicadores, artistas y luchadores por los derechos humanos, Varela enfrentará en un juicio oral los cargos de asociación ilícita, robo con homicidio y robo con violencia. La fiscalía pide quince años de prisión para la realizadora detenida el 7 de mayo de 2008, por “planear estos delitos, reclutar gente y refugiar a los delincuentes después de acaecidos los hechos”. La acusación se basa en la breve vinculación sentimental que la realizadora tuvo en 2004 con “Leonardo Civitarese” a quien el fiscal Servando Pérez Jordán identifica como Juan Moreno Venegas, jefe del autodenominado MIR/Ejército Guerrillero del Pueblo, una división del MIR formada en los 90. Moreno no ha sido habido. Para otros dos chilenos detenidos en la misma fecha que la documentalista, el fiscal pide veinte años de prisión. Elena Varela está con libertad diurna desde agosto del año pasado, luego de tres meses de rigurosa prisión en la Cárcel de Alta Seguridad de Rancagua”.

¿Por qué me provoca dudas dicho enjuiciamiento? En primer lugar porque Elena Varela, ha estado trabajando en un documental sobre el despojo de tierras que los mapuches (pueblo originario del centro-sur de Chile) han venido sufriendo históricamente.

Asunto que acusa directamente a los latifundistas que han participado generalmente con malas artes - triquiñuelas legales, falsificación de firmas, etc., etc. -, en dicho despojo, y a los gobiernos del país que en 200 años de República no han sabido resolver el problema con equidad y justicia. Porque claro, la solución no es otra que reconocer la autonomía de dicho pueblo, el mapuche.

Se puede decir que los Conquistadores nunca terminaron de vencer militarmente al pueblo mapuche. Tampoco lo logró el casi genocidio llamado eufemísticamente “Pacificación de la Araucanía” (hacia finales del siglo XIX). Para tal empresa el Estado chileno utilizó las mismas tropas que venían de participar en la Guerra del Pacífico. Tropas que, en sus métodos de lucha, una vez más, reflejaron perfectamente la soberbia, crueldad y engreimiento de nuestros sectores dominantes.

Estos son antecedentes para explicarse la complejidad del problema mapuche. Porque históricamente el asunto del despojo de tierras - luego de 3 siglos de lucha con los Conquistadores y 2 siglos con el Estado chileno - está teñido de rencores y temores, de clasismo y de racismo, de mala conciencia y falta de unidad en las reivindicaciones.

De manera que por más empeño que se ponga en negarlo, luego de 500 años (5 siglos) la lucha del pueblo mapuche por el derecho a ser ellos mismos, no ha terminado. Durante quinientos años los métodos de lucha del pueblo mapuche han sido los mismos: meses, o años de tregua, y luego golpes de insurrección ahora por aquí ahora por allá. Nunca tuvieron la capacidad para organizarse en “guerra total y abierta”. Ayer fueron acusados de herejes, de alzados. Hace años atrás fueron acusados de pequeños grupos de soliviantados manipulados por el marxismo. Y hoy son calificados de terroristas.

Y bien, en medio de las patas de ese caballo se metió nuestra cineasta chilena, Elena Varela López. Con su trabajo artístico ha querido que los mapuches hablen directamente de sus reivindicaciones y denuncien también directamente a los responsables de los abusos y atropellos.

Supongo que Elena tenía conciencia del riesgo que corría al meterse en medio de ese conflicto histórico: convertirse en “cabeza de turco” perfecta para quienes están interesados en que los mapuches sigan desunidos.

Pero sobre todo, cabeza de turco, para los que están interesados en que el enjuiciamiento de Elena – aunque salga libre de polvo y paja –, sirva de advertencia a los niñatos cineastas y otros, que quieran solidarizar y denunciar la injusticia histórica que aflige al pueblo mapuche.