Aunque para muchos que lean las
siguientes líneas será una información atrasada, para otros tantos puede ser
desconocida, como lo era para mí.
Leyendo un interesante libro sobre las
catedrales cristianas europeas construidas entre los siglos XII y XVI, me
encontré con una alusión que el autor hacía de paso: “Las Torres de Watts” y el
nombre de Simon Rodia.
Nada hay más refrescante hoy en día que encontrarse
con un ser humano dispuesto a transformar en realidad las utopías:
SIMON RODIA Y LAS TORRES WATTS.
El sueño
que un hombre construyó durante 33 años.
Sabato “Simon” Rodia fue un emigrante italiano, que como muchos otros,
buscó fortuna en los Estados Unidos de los años 20. Establecido en Los Ángeles,
allí se dedicó a construir unas torres que hoy en día siguen siendo visitadas
por miles de personas.
Nacido en
Italia el15 de Abril de 1875 fue un trabajador de la construcción que
emigró a EEUU con sólo 15 años para ganarse la vida. En 1920, se estableció en
Los Ángeles, y allí comenzó a dar forma a una idea que le rondaba por la
cabeza.
A finales del mismo año firmó las escrituras de propiedad de un modesto
terreno perdido en la periferia de la ciudad, en el distrito de Watts, iniciando
así su sueño y recordando de manera especial aquel día: “Hacía un calor
insoportable. Me abaniqué con los documentos que acababa de firmar ante el
notario. Parecía el fin del mundo”. Por esa razón aquel día, además de
encerrar un enorme significado sentimental para su vida, sería inolvidable.
Pero ese terreno abandonado se convertiría en un lugar famoso gracias a su
plan de construir en él unas torres.
Un año
después, comenzó la construcción de sus torres durante su tiempo libre. Trabajó
de manera febril, y lo hizo por espacio de treinta y tres años, entre
1921 y 1954. El autor llamó originalmente a la obra “Nuestro pueblo”, aunque
actualmente no se suele usar esa denominación para nombrar esta construcción,
que desde 1990 es Monumento histórico nacional de los Estados Unidos.
Primero construyó las armaduras de las torres formadas por tubos y varillas
de acero, envueltas con mallas de alambre y recubiertas con mortero. Los apoyos
de la estructura están cubiertos con piezas de porcelana, azulejos y vidrios.
Una vez hecha la estructura las recubrió con materiales variopintos con
fines estéticos, como piezas de porcelana y cerámica, azulejos, vidrio,
somieres, botellas, chapa, conchas marinas, etc… Entre los materiales se pueden
encontrar incluso los logos y marcas de bebidas de la época cuyos envases eran
usados. Rodia, solía usar los trozos desechados por una fábrica del distrito
angelino de Malibú, aunque también se surtía de los pedazos de envases que los
niños le llevaban con la ilusión de que los añadiese a su obra, y de otras
muchas fuentes que aportaban su granito de arena.
Al final
creó 17 estructuras interconectadas entre sí. Así es como Simón iba dando forma
a su sueño mientras creaba un espectacular ejemplo de arquitectura vernácula o
popular no tradicional.
Pero llegaron los contratiempos, y conforme la zona comenzó a poblarse,
varias personas se quejaron de su altura de más de 30 metros, y su obra
comenzó a sufrir actos vandálicos. Luego llegó la Segunda Guerra Mundial y
algunos vecinos que guardaban rencor con Simón por su origen italiano, le
denunciaron alegando que las torres eran en realidad unas antenas camufladas al
servicio del enemigo japonés.
Al final,
cansado y harto de que sus propios vecinos boicotearan su obra, Simón abandonó
su proyecto en 1954, vendió la parcela y abandonó Los Ángeles. Simón Rodia se
estableció en Martinez. Nunca regresó a Los Ángeles y jamás volvió a ver sus
torres. Murió 10 años después el 16 de julio de 1965.
La casa que se encontraba en dicha parcela sufrió un incendio después de la
marcha de Simón, y las autoridades de la ciudad se plantearon la demolición de
las torres, pero la propiedad fue comprada por el actor Nicholas King, y el director
de Hollywood, William Cartwrigth.
Cuando las autoridades se enteraron de la venta, decidieron acelerar los
trámites de demolición para acabar con el lugar, pero por aquel entonces las
torres ya eran conocidas en la ciudad, y hubo oposición a esta intervención. Se
constituyó un comité para negociar con el Ayuntamiento, y se evaluó la
seguridad de las estructuras con un equipo de ingenieros.
Durante las pruebas, se ató un cable metálico a lo alto de las torres, y se
tiró de él con una grúa. La máquina no sólo no fue capaz de tirarlas, sino que
ni siquiera pudo moverlas, y se concluyeron las pruebas cuando se acabó
estropeando la máquina.
Sus propietarios conservaron la obra hasta que en 1975 fue donada al Estado
de California, pasando a ser un lugar protegido y llamándose “El Parque
Histórico del Estado de las Torres Watts de Simon Rodia”.
El lugar no sufrió daños durante los disturbios que ocurrieron en el barrio
Watts en 1965, aunque sí se dañaron levemente en un terremoto en 1994,
volviendo a ser abiertas al público en 2001, tras su reparación.
Posteado por
Dragonerrante.
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