¿De quién…? ¿A imagen y semejanza de
quién…? ¿Tal vez de Ares, dios de la guerra de los griegos, a quien Hefesto
humilló sobre el lecho de la infidelidad con Afrodita? ¿A imagen y semejanza
tal vez de Marte, el dios de la guerra de los romanos?
¿Quizás el Hombre descienda a “imagen y
semejanza” del Homo Sapiens?
Existen demasiadas evidencias que desmienten la hipótesis de tal
sabiduría.
Y no digamos que el Hombre pudo haber
sido hecho a imagen y semejanza del hijo aquél que vino a la tierra… “¡Cómo te
le ocurre!”, como decía una amiga.
El Hombre, ese animal con el que
convivimos, es la imagen y semejanza de algún primate que quedó suspenso
durante la evolución. En realidad, el Hombre, ese que no logra ascender a la especie
humana, no es más que un “Maker of wars”.
La Especie Humana tiene otra calidad. Es ella
quien ha continuado el proceso de evolución, pese a ser una víctima constante
del animal.
Díganme ustedes, ¿cómo, la bestia antes
nombrada, se las ha arreglado para crear el conflicto bélico más grave en estos
momentos – de imprevisibles consecuencias posteriores - precisamente en gran
parte de los territorios que fueron ”cuna de nuestra civilización? Resulta
increíble si se mira bien.
Unos cuantos ejemplares de la bestia
llegaron a aquellos territorios una y otra vez con las pretensiones de ser el Dr.
Frankenstein, hasta que lograron desarrollar la galería de monstruos. Y ahora
“¡dios nos libre!”, como decía mi abuela.
Si alguno de los que lean esto piensa que
la guerra continuará siendo para él en un futuro más o menos próximo, asunto de
fotos y noticias de la TV, cosas que suceden allá…, lejos…
La situación previa de la primera y
segunda guerra mundiales se parecen demasiado. Los pretextos desencadenantes –
latentes -, parecieran ser hoy más numerosos que Sarajevo o la invasión a
Polonia.
Sin embargo, para no parecerme a San Juan,
recordaré una anécdota que tiene diversas versiones sobre una respuesta que
Thomas Henry Huxley le habría dado a un Obispo durante un evento científico:
-Por favor, profesor Huxley, contésteme,
inquirió el Obispo: ¿desciende usted de mono por parte de abuela o de abuelo?
Huxley contestó serenamente:
-Aseguro que el hombre carece de motivos
para avergonzarse de tener un simio entre sus antepasados. El único antepasado
que me avergonzaría sería recordar más bien el hombre que, dotado de mucha
habilidad y con una espléndida posición social, usase esos atributos para
oscurecer la vedad.
“Al que le venga el gorro que se lo
ponga”, digo yo.