No todos nosotros somos capaces de ver las múltiples caras que tiene el mundo, y nuestra interdependencia de ellas. Generalmente nos ocupamos del pequeño sendero que recorrimos en la vida, solos o acompañados.
Y no hablemos de los que sufren de narcisismo, quienes se comportan como si ellos fueran los únicos existentes, o al menos, lo verdaderamente importante. Son personas que piensan y sienten que no le deben nada a nadie: ni a sus padres ni a sus maestros, menos aún a sus amistades. “YO, gracias a mi inteligencia, soy lo que soy”. Y la egolatría es más corriente de lo que captamos. Los dictadores, en general, son ejemplos de egolatría. Pero muchos de nosotros actuamos como dice el adagio “después de mí el diluvio”.
Sin embargo, no es difícil comprender lo dependiente que somos unos de otros en este sistema solar. Lo que haga el vecino de Asia incide en nosotros.
A propósito - aunque ninguna novedad -, me permito recordar y recomendar la serie de documentales de David Attenborough, biólogo británico, documentales que además de entretenidos, inevitablemente nos hacen pensar en reflexiones similares a las mencionadas.
Tal vez los documentales sean una ayuda para reforzar nuestra consciencia que los seres humanos y naturaleza debemos cuidarnos mutuamente.
