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Pedro Sienna |
Cada vez que recuerdo las oportunidades en que como actor motivé la risa de los espectadores, vivo momentos reconfortantes. Y un recuerdo singular, me lo aporta la puesta en escena del clásico sainete chileno, “Entre Gallos y Medianoche”, de Carlos Cariola, estrenada en 1940.
En el Teatro de la Universidad de Concepción (TUC), en 1962, nuestro grupo teatral estaba formado por un puñado de jóvenes actores, la mayoría egresados de las academias universitarias de la capital. Habíamos logrado el reconocimiento especial de la crítica local y nacional, elogiando nuestras puestas en escena del repertorio internacional y chileno.
Quizás fue el trágico terremoto de 1960, en la región, el que nos indicó entregarle algo entretenido a nuestros espectadores. Y cuando discerníamos sobre las comedias chilenas, “Entre Gallos y Medianoche” ganó la selección. No recuerdo quién de nuestros compañeros insinuó la idea de invitar a Pedro Sienna para dirigir dicho sainete. Nuestro famoso actor y director, pionero de nuestro teatro nacional en los inicios del Siglo XX, a sus 69 años estaba retirado de las actividades artísticas en 1962.
Contando con la ayuda cómplice de su hija, Carmen Julia, nuestros delegados lograron despertar el “bicho” teatral ineludible que Sienna poseía. “Será estimulante para él, dejará de mirar por la ventana algunas tardes”, nos comentó Carmen Julia.
“Señores, iniciamos los ensayos en 5 días, con el Primer Acto memorizado”, nos ordenó don Pedro Sienna en nuestra primera sesión de trabajo.
Y sí, eso era lo que deseábamos, revivir las formas en que los actores de las primeras décadas del S. XX encaraban las puestas en escena. No contaban con financiamiento, su Empresario era la “Taquilla”, la Boletería. Si este estreno no funcionaba, debía montarse rápidamente otra comedia o trasladarse a otra ciudad. Muy diferente a los grupos teatrales como el nuestro financiado por la Universidad.
Pedro Sienna, estaba feliz con el libro de la comedia en la mano marcándonos cada movimiento, y sobretodo, exigiéndonos que repitiéramos el texto tal cual él nos lo indicaba. Su dirección, era exactamente lo opuesto a nuestra formación académica. Pero nos cedía una libertad: podíamos agregar “morcillas” - un comentario extra, personal, ajeno al texto, que los actores improvisan durante la representación. Cuando nos atrevimos a emplear las morcillas, los ensayos comenzaron a ser divertidísimos. Y Sienna señalaba “muy bien, muy bien” y agregaba: “Pero deberán aprender a renovar las morcillas entre función y función”.
En los descansos, don Pedro a sus 69 años, comía indefectiblemente una manzana, mientras nos contaba algún recuerdo de sus años mozos. El tiempo iba y venía de ensayo en ensayo entre conversa y conversa.
Tengo entendido que tal vez fue su última actividad artística esta puesta en escena. Nuestra despedida fue sobria, luego que asistiera a nuestro exitoso estreno, recibiendo sus
felicitaciones
. Desde 2006, los artistas destacados de Chile, reciben el Premio Nacional Pedro Sienna.
Sin duda, don Pedro Sienna, no solo fue el director y actor de la película icono de nuestro cine mudo “El Húsar de la Muerte”, sino poeta, director teatral, crítico de arte, escritor, un artista múltiple. Y mirando la foto que acompaña este recuerdo, inevitablemente lo imagino recitando su poema tan expresivo de su época: ESTA VIEJA HERIDA: Esta vieja herida que me duele tanto,/ me fatiga el alma de un largo ensoñar;/ florece en el vicio, solloza en mi canto,/
grita en las ciudades, aúlla en el mar /....