Izaro, de Begoña Zabala Aguirre |
Entre
el peñón de Ogoño y la Isla
de Ízaro nada se
detiene... Siento que estoy dentro de la transformación, soy parte
de ella... La Luz y su mutación constante
me maravilla. El ruido del mar puliendo incesantemente por millones de años las rústicas y
agresivas peñas deleita
mis oídos...
El
horizonte... Como mis ancestros me vuelvo a preguntar ¿habrá algo detrás del
horizonte...?
El
verde del paisaje luce magníficamente
encubierto detrás de gasas de
"sirimiri" que flota en el aire como un velo en este país donde aún habitan las diosas en
medio de las algas...
Mirando
las nubes mi imaginación se
entretiene jugando a la pareidolia..., y luego me vuelvo a preguntar: ¿esta
maravillosa bóveda azul es
solamente uno de los infinitos y desafiantes horizontes inalcanzables...?
En
un instante de soliloquio vacacional
como éste, bien
vale la pena recordar y agradecer una magnífica cata de vinos y champanes de ayer tarde, 9 de agosto,
entre gentes queridas y agradables amistades...
¡Salud!