EN EL S. XVIII : HOY, S. XXI, ¿HA
CAMBIADO LA SITUACIÓN PARA LAS MUJERES ?
Las quejas que presentó a la Junta de
Portugal la condesa de Alcira. He aquí lo esencial de ellas:
«El Evangelio prohíbe el adulterio lo
mismo a mi marido que a mí, y por tanto debe ser condenado como yo. Cuando
cometió conmigo veinte infidelidades, cuando dio mi collar a una de mis rivales
y mis pendientes a otra, no pedí que le cortaran el pelo al rape, le encerraran
en un convento, ni que me entregaran sus bienes. Y yo, por haberle imitado una
sola vez, por haber hecho con el barbián más majo de Lisboa lo que él hace
impúnemente todos los días con las casquivanas de más baja estofa de la corte y
de la ciudad, tengo que sentarme en el banquillo de los acusados ante jueces
que se hincarían de rodillas a mis pies si estuvieran conmigo dentro de mi
alcoba. Y es preciso también que me corten el pelo, que llame la atención de
todo el mundo; que luego me encierren en un convento de monjas, que carecen de
sentido común; que me priven de mi dote y de mi contrato matrimonial y que
entregue todos mis bienes a mi fatuo marido para que le ayuden a seducir a
otras mujeres y cometer otros adulterios.
Díganme si esto es justo y si no parece
que sean los cornudos los que han promulgado las leyes ».